Una de las únicas. La que nunca. La breve. La deseada. La que se te escapa.
Una de las tantas, la de siempre. La que evita darte sombra.
La que una vez abierta, expira y traga aire.
Porque aquella confianza no confía en si misma pero sabe que no puede dejarte solo.
viernes, diciembre 31, 2010
miércoles, diciembre 29, 2010
Un viejo día
Sospecha que un dia no tendrá que sospechar que lo que le queda de resto es lo que ha sido y no se ha dado cuenta, tal vez porque sin saberlo espera que ese día llegue mañana, o quizás sin imaginarse porque sabe que ese día ya ha pasado, sigue sospechando de si mismo cuando se niega a hacer lo de siempre esperando novedades.
martes, diciembre 28, 2010
Suerte
Es una u otra. Cuando mirás una, es la otra y cuando escojes la otra, es la única. La única elección posible, es sin saberlo, la que se decide sin temor a perderla. Es una u otra. Elección o suerte.
viernes, diciembre 10, 2010
de-rrota, La
La humedad la envuelve como la envuelven los días. La vuelve melodía de pocas notas, y no nota que no tiene lo que no ama y nota tras nota, nota nada.
La arrincona una aparente risa en falso. La devuelve sana y salva entre dos brazos. Ama lo que resta, suma lo que odia. Y cuando se ríe no es carcajada sino gemido, leve asombro de dolores.
No es la derrota una mujer cualquiera.
Ni si quiera es divina.
Es humana como pocas.
La arrincona una aparente risa en falso. La devuelve sana y salva entre dos brazos. Ama lo que resta, suma lo que odia. Y cuando se ríe no es carcajada sino gemido, leve asombro de dolores.
No es la derrota una mujer cualquiera.
Ni si quiera es divina.
Es humana como pocas.
miércoles, noviembre 10, 2010
Siluetas
No hay cornisa donde caminando se llegue hasta el otro lado de la cosa. O se salta o no se salta, pero no se camina. No hay silueta donde acariciando se descubra la figura y se llega hasta el fonde de todo. O se agarra o no se agarra, pero no se acaricia.
Y es así que en la oscuridad cerró los brazos, y atrapó al destino con siluetas de horas que pasan. Y es así que caminar en el abismo no lleva a ningun a abismo, ni acariciar siluetas no lleva a ningun cuerpo.
Y es así que en la oscuridad cerró los brazos, y atrapó al destino con siluetas de horas que pasan. Y es así que caminar en el abismo no lleva a ningun a abismo, ni acariciar siluetas no lleva a ningun cuerpo.
lunes, octubre 25, 2010
Ropero
Tres veces dijo un nombre en voz alta. Fuerte. No los gritó. Se la vio reirse, sóla. Como si imaginara que la estaban viendo a traves de esas puertas. La dara arrugada vendría con el tiempo. Ahora era una tenue arruga su alma cuando vestía el pasado en forma de trajes. La dama antigua no es una leyenda. Se despereza en un santiamén cuando piensa que para vestirse de presente debe usar los trajes modernos que se usan hoy. Abre el armario, y el ropero guarda añejos trozos de la vida de otras. Esas otras que no se han ido del todo. Pues viven a dos pasos, abrir la puerta. Si fuera viejo tendría olor a naftalina. No tengo palabra para hablar de ese olor. Hay olor a locura en ese cuarto, y hay otra vida en el ropero.
Se calla la boca y hace silencio. Se da cuenta que está sola.
Se calla la boca y hace silencio. Se da cuenta que está sola.
jueves, octubre 07, 2010
Episodio
Arriba, justo detrás del armario, justito allí arriba, detrás de aquella caja color encierro, justito al costado de ese jarron que no tiene flores en su interior, precisamente por delante de aquella pila de libros, justo al borde del estante, me encontré con esto. Lo tomo con las dos manos, lo huelo. Tiene el olor de la vejez.
No se de que se trata. Encontrarlo es empezar a conocerlo.
No se de que se trata. Encontrarlo es empezar a conocerlo.
jueves, septiembre 30, 2010
Deshoja y deshoja.
Deshoja un día nuevo. La pesadilla sin manija y la vuelta de tuerca. Lo deshoja con ganas de que se haga hojas. Y ojo, porque el día no es un arbol que se trepe, ni un arbusto que te cubra: el día es un tallo finito que alberga flores que al final del trayecto, cuando tus manos gastadas lleguen hasta ellas para comprobar que existen, estarán hechas marchitas trizas y no tendrás mas remedio que deshojar lo que queda del día, y ese tallo será la vara con la que medirás el tiempo que te queda hasta que la noche vuelva, como siempre, a buscarte.
jueves, septiembre 23, 2010
Diminutos diminutivos
Guardó en su valija de viaje varias cosas que usaría. El itinerario era incierto. El boleto decía de forma precisa donde la dejaría el colectivo que se tomaría en un rato. Lo incierto sería sentido que iban a tener algunas palabras ahora. Hay palabras pequeñas que engrandecen al nombre, dandole una vida que nunca hubieran tenido. Como si achicar el sustantivo, hacerlo diminuto, fuera cargarlo de humanidad. Un objeto dicho en diminutivo, es más humano, pensó. El bolsito le quedaba grande para guardar su humanidad esas vacaciones.
miércoles, septiembre 22, 2010
Órbita
En el amanecer y algún otro período del día en el cual, a veces el sol se esconde por temor a ser pescado infraganti, se despabilan algunos intentos por acercar la tierra a su órbita. En algunos de esos intentos, entre giros y giros, el tiempo se detiene y todo vuelve a ser como fue alguna vez. No es la oscuridad antes de amanecer la que impulsa los giros, sino la luz que enturbia el aire mientras miro la neblina a traves de una ventanilla que con rocío y todo, es translúcida como la noche.
domingo, septiembre 19, 2010
Siesta a la sombra
Luna de piedra entre dos macetas,
Siesta de sombras diminutas.
Pasea sola la vida cercana a si misma.
Riega los días con aguas de ojos.
Sabe que lo que sueña es lo que viene
Sabe que riega lo que se pudre.
Luna de piedra entre dos macetas,
marchita la niebla y ríe sin ver.
Sabe que lo que sueña no es lo que puede.
Sabe que niega lo que se quiere.
Siesta de sombras a su sombra diminuta.
Siesta a la sombra de la luna de piedra,
a la sombra de la vida.
Siesta de sombras diminutas.
Pasea sola la vida cercana a si misma.
Riega los días con aguas de ojos.
Sabe que lo que sueña es lo que viene
Sabe que riega lo que se pudre.
Luna de piedra entre dos macetas,
marchita la niebla y ríe sin ver.
Sabe que lo que sueña no es lo que puede.
Sabe que niega lo que se quiere.
Siesta de sombras a su sombra diminuta.
Siesta a la sombra de la luna de piedra,
a la sombra de la vida.
Tres-sientos-textos
Son trescientos los textos que publiqué acá desde que decidí tiempo atrás, abrir este blog. Gracias por la lectura silenciosa de todos y todas las que han pasado en estos años por aquí. El arrabal nunca deja de crecer.
La Ciudad Desnuda III
A veces los viajeros, en auto en moto o en micro, huyen despavoridos hacia nuevos horizontes con tal de no dejarse desvestir en penumbras por los frentes de los caseríos que los ven pasar mientras comprenden que una ciudad no es mas que una forma de habitar el tiempo. Y que mañana, aunque no viajen, se habrán ido de todos modos. Porque ninguna ciudad viste ropajes que alcancen a cubrir a los que la habitan. Los que la viajan, también son habitantes, y también se desnudan con ella.
Ciudad Desnuda II
Y es impredecible el recorrido que cualquier animal suelto hace para llegar hasta nosotros, desprenderse de sus ropas humanas, hacerse bestia y devorarnos en medio del viaje hacia cualquier otro rincon del tiempo que no sea nuestro. Los viajeros se quedan pensando si podrán o no desnudarse o dejarse desnudar por la ciudad que viene. Esa bestia que les comerá la carne dulcemente cuando se den cuenta, de que han llegado a un nuevo sitio.
Ciudad Desnuda I
Los techos de la ciudad que pasó, esa que dejamos hace unas horas atrás en el tiempo, quedaron diminutos barranca abajo en el camino. La carretera era un zigzagueante desliz de velocidad. Y nos preguntamos sin mirarnos, ni mirar aún lo que habíamos dejado, si alguna otra ciudad de nuestro itinerario tendría el mismo aroma a aquella ciudad desnuda.
miércoles, septiembre 15, 2010
Almacenes de retazos generales
Se desprende de una palabra a la otra y rima oraciones que fluyen. Sólo lo detiene el chistido, el sonido debil de un pensamiento que lo devuelve a la no palabra. Almacena pedacitos de telas de ropas que usó de niño. Las viste, lo visten como si fuera una coraza. No es un remiendo, no es un colage. Ese cuerpo que dice palabras almacena trajes para desvestirse siempre y cuando la coraza no lo detenga. Se desprende de una prenda a la otra y lo retrata un retazo de jean que lo cubre cuando una vez viejo, quiere ser de nuevo aquel joven. Sólo lo detiene el olvido ahora que puede darse el lujo de salir a la calle sin mas recuerdo que ese vestido que es su piel avejenteda, gastada y arrugada. No es una piel. Es un almacén de retazos hechos carne.
lunes, septiembre 13, 2010
Eco seco
"De un sueño lejano y bello,
soy peregrino"
A. Y., Piedra y camino, canción.
Arroyo seco y revelación. Diáspora de tierra. Pedregullo y ollín. Humo en el horizonte. Una mano inquieta juega en la lejanía, detrás de la mano el cuerpo que la comanda. Corazon de tripa y cancionero de niños. Vislumbramos unas melodías que llegan a nuestros oidos mientras caminamos, cada uno en su sendero mirando que la piedra no se haga camino y que el camino no obstruya el sendero. Nunca volvimos de ese viaje ni conocimos al niño que jugaba con su mano. A ese sendero lo siguieron otros. La tierra se hizo barro hasta que nuestra piel fue parte del paisaje. Ahora somos nosotros los que le silbamos al oído melodías a los viajantes. Los cantares del arroyo no son arrullos. Son ecos secos de los caminos caminados. De las diásporas del viento. Son ecos nuestros, los arroyos
martes, septiembre 07, 2010
Pelota de atrapos
Juega con la trompa sucia y tras el zapatazo con el empeine mordido, le rebota la bola mansa sobre la rodilla y después de picar entre el barro y la tierra, va a dar a las manos del pibe que asustado y con la fe de no creer que lo que tiene en la mano hace dos segundos estaba en aire, y con el corazón que le late bien fuerte, se arroja al piso embarrado y retiene el instante entre los dedos. Para que agarrar lo inasible, barroso, espeso y preciado dure al menos un poquito más
lunes, septiembre 06, 2010
Guardados
Cigarro al aire, una pitada se arma sobre su boca pálida. Agarra unos papeles que en su cartera guarda y los mira mientras camina. Hace un ruido bárbaro cada vez que pisa, sabe que pisa fuerte y el clap clap que no necesita mirar es el sonido de la confianza. No mira mas allá de los papeles que saca uno a uno de su cartera. Algunos son letra suya, otros no. Los revisa todos, como si buscara. Mientras camina, mira su futuro en papeles pasados. Escucha sus pasos pero no los ve, ni ve lo que pisa, ni escucha lo que lee, ni piensa lo que quiere, ni quiere lo que piensa, ni huele lo que al tacto se parece al dolor y es un cigarro. Despues de esa pitada, los papeles fueron a parar junto con la colilla aplastada a un cenicero. Esos papeles no merecen ser quemados. Guardados queman.
miércoles, septiembre 01, 2010
Misterios I
Aparecer tras la reja y mas allá el vidrio y quizás a través del ligustro es hoy como todo los días una aventura. Aquella casa guardó misterios que no puedo develar, pero que se aparecen a cada paso que doy cuando intento entrar. Una vez que me ido, de nuevo a la calle y allende la vida, entonces los misterios me piden permiso para entrar, hasta ahora no los dejo. Quizás la aventura sea dejar que me visiten.
lunes, agosto 30, 2010
Guantes de sol
Abrigo al frio roto con la esperanza ilusa de que me abrigue a mí aquello que quise ser. Lo abrigo para que una vez mío, poseído, sea parte de mi mano y pueda agarrarme y agarrarlo sin quemarme ni quemarlo. Lo toco y no lo siento. ¿Es que soy yo mismo?
domingo, agosto 29, 2010
Brasas
El niño esperaba que le pongan un alma en la mano. Una de esas que al calor de las brasas airean el rojo oxigenando los carbones que se niegan a apagarse. Como un fuelle para avivar braseros, las manos del pibe agarran un fuelle que en vez de oxigenar brasas, abraza al aire con sonidos que chispean. Son otros aires los que queman cuando suena y se quiebra la brasa que abraza al oido y hace respirar al alma con todo el fuego. Son otros aires los que suenan. Son otros, ellos. Los tangos.
viernes, agosto 27, 2010
Abre un cielo de costado y rezonga. Se creé que mirar de lado es mirar al lado y con los lentes de marcos enormes gira la cabeza y no ve a nadie. Otra vez mas Doña Isabel Gómez, abuela por definición, dice diez veces el nombre de sus nietos hasta que llega al que quiere llegar, y cuando lo ha nombrado se ha olvidado el porqué.
miércoles, agosto 25, 2010
Fuentes y sumideros
Sobre una fuente, perdida en una plaza, aislada en un parque, disuelta en un barrio, embutida en una ciudad, dispuesta en un territorio, delimitado entre otros, por otros accidentes, se sentaba un nene, que metía su cabeza hasta verse reflejado en el agua de la fuente, esperando el accidente que lo separa de este mundo, al fin caerse a la fuente, alejarse de la plaza, desertar del parque, resignarse al barrio, sacudirse en la ciudad y darse cuenta de que no hay territorio que no esté limitado por otro. El agua de la fuente no es, como podría creerse un espejo donde el niño se mira con los ojos risueños. Es el límite que lo separa de su mundo. Lo prohibido es entonces desconocer que mas allá de un límite, tarde o temprano, aparecerá otro. Vale la pena chapotear un rato porque si un río es un accidente, quiero ser el límite que se rompe a si mismo y se vuelve territorio, para después hacerse añicos la cabeza para despues volver a las margenes de su mar, hacerse lágrimas en el regazo de su madre y llorar el límite añorado.
sábado, agosto 21, 2010
Yunque
Guarda un yunque en las manos y lo revolea. Donde cae, cae. Después mira. Allá afuera quedan huecos en las calles. No le importa. No se caerá en ninguno de ellos.
domingo, agosto 15, 2010
Reseña I
Jirones de reseñas de otras vidas. Magnolias y costumbres de oler el tiempo como si fuera mio. A veces los instantes son demasiados como para lograr ser uno. Y es entonces cuando quiero tenerlos todos juntos en un ramillete de cordura, un piolín finito los apura a unirse todos juntos y son ellos los que me tienen seguro de que nunca habrá instanste igual.
Advertir el instante preciso ocurre en desvelos de ojos. Cuando nadie ya te mira, podes mirar en paz detrás de la costumbre y entender que cualquier instante que a retazos desnudes como jirones de otras vidas, es uno de esos que te acompanará siempre. Pasado el perfume del tiempo, vendrán otros. Que alguna vez serán agua para beber lo que se ha sido.
Advertir el instante preciso ocurre en desvelos de ojos. Cuando nadie ya te mira, podes mirar en paz detrás de la costumbre y entender que cualquier instante que a retazos desnudes como jirones de otras vidas, es uno de esos que te acompanará siempre. Pasado el perfume del tiempo, vendrán otros. Que alguna vez serán agua para beber lo que se ha sido.
miércoles, agosto 11, 2010
A-Ficción
Hasta que no lo vió llegar por esa puerta no supo si aún tendría el aspecto que guardaba en su memoria. Aquel actor de reparto de su infancia, que por las tardes lo entretenía desde la pantalla de Teleonce, era hoy un humano más entre todos los humanos. Hector Ricardo Sosa entró por esa puerta donde Magda esperaba con un cigarro en la boca, y así como pasó, se dirigió directo al ascensor. Apretó el boton para que repentinamente las puertas automáticas se abran, y el desaparezca fugazmente de la vida de Magda, que esperó un rato más y se fue por donde vino. A su casa, a mirarlo por la tele, donde siempre podrá reconocerlo.
sábado, agosto 07, 2010
Memorias
Guardó un silencio que duró unos segundos. Hizo caso a aquello que había escuchado desde pequeño. En su casa sólo se hablaba un idioma, el puño en alto y el grito fuerte.
jueves, agosto 05, 2010
Ceremonia 2
Guarda un rio y se atraganta con arena. Quizas te pida permiso para ser quien és. Cuando se alejó de la costa, la útima piedra que fue pisada tropezó corriente abajo y el bramido de las aguas fue como desolador. Se fué con río y todo a buscar el sol. Y encontró pedazos suyos flotando suevemente.
miércoles, agosto 04, 2010
La cercanía 3
"El mundo se resiste a ser dibujado"
T. Eloy Martinez, El purgatorio
Levantó el mapa cubierto de polvo y se rascó dos veces la barba. Había estado dos horas perdido en una fantasía. Sabía donde estaba, pero no lo sabía. Miró el mapa de nuevo, se rascó la nariz, se mordió el labio, hizo un gesto extraño, levantó la vista y miró alrededor, refregandose primero los ojos con la mano que tenía libre. El paisaje no era el que describía el mapa, ni se parecía. El sabía perfectamente donde estaba. Sabía de donde había salido y creía saber hacia donde se dirigía. Pero según el mapa, él estaba perdido. Por una vez en la vida, decidió no hacerle caso a los difujos en un papel, y se internó en el paisaje. Se metió sin querer en el mapa que miraba, y ahora, ahora, estaba seguro de que sabe donde está. La certidumbre de las lineas rígidas que son ríos y que no mojan y que orientan, fue su placer instantaneo. La cercanía de las letras diciendole en que preciso lugar estaba le gritaban desde la profundidad de una cartografía que se resiste a ser imaginada. En su certidumbre confió que estaba en el lugar seguro, perfecto, inalterable. La exactititud de un mapa no se condice con lo cambiante del mundo. Como era de esperar, nadie supo nada de Tito, nunca más. Ahora es un exacto punto en un mapa, que para el mundo, quedó vetusto. Claro que él no lo sabe. En su cercanía una raya de crayón rojo lo atraviesa, delimitando una carretera nueva. Lo habrán borrado del mapa, o lo habrán mandado a otro. A nadie le importa, es imperceptible. Ni Esther, ni Clara notaron esa mañana que Tito yacía y miraba desde el mapa del Virreinato del Río de la Plata que descansa colgado en la pared, en la casita de Congreso. Ni siquiera Tito pudo percatarse de que ya era parte del paisaje. Ininmutable, vivió el resto de los días en una calle barrosa del Buenos Aytres colonial, en un mapa que nadie se atrevería a remarcar ni a retocar.
El día que vendieron la casa, el mapa fue a una subasta. Ahora Tito espera que alguien compre, como hace unos siglos, tanta tierra o que se la roben, o que se la quemen.
La cercanía de la eternidad no es perderse en un mapa, ni dibujar la vida de los otros. Sino permanecer imperceptible a la vera de un camino que se niega a ser dibujado.
T. Eloy Martinez, El purgatorio
Levantó el mapa cubierto de polvo y se rascó dos veces la barba. Había estado dos horas perdido en una fantasía. Sabía donde estaba, pero no lo sabía. Miró el mapa de nuevo, se rascó la nariz, se mordió el labio, hizo un gesto extraño, levantó la vista y miró alrededor, refregandose primero los ojos con la mano que tenía libre. El paisaje no era el que describía el mapa, ni se parecía. El sabía perfectamente donde estaba. Sabía de donde había salido y creía saber hacia donde se dirigía. Pero según el mapa, él estaba perdido. Por una vez en la vida, decidió no hacerle caso a los difujos en un papel, y se internó en el paisaje. Se metió sin querer en el mapa que miraba, y ahora, ahora, estaba seguro de que sabe donde está. La certidumbre de las lineas rígidas que son ríos y que no mojan y que orientan, fue su placer instantaneo. La cercanía de las letras diciendole en que preciso lugar estaba le gritaban desde la profundidad de una cartografía que se resiste a ser imaginada. En su certidumbre confió que estaba en el lugar seguro, perfecto, inalterable. La exactititud de un mapa no se condice con lo cambiante del mundo. Como era de esperar, nadie supo nada de Tito, nunca más. Ahora es un exacto punto en un mapa, que para el mundo, quedó vetusto. Claro que él no lo sabe. En su cercanía una raya de crayón rojo lo atraviesa, delimitando una carretera nueva. Lo habrán borrado del mapa, o lo habrán mandado a otro. A nadie le importa, es imperceptible. Ni Esther, ni Clara notaron esa mañana que Tito yacía y miraba desde el mapa del Virreinato del Río de la Plata que descansa colgado en la pared, en la casita de Congreso. Ni siquiera Tito pudo percatarse de que ya era parte del paisaje. Ininmutable, vivió el resto de los días en una calle barrosa del Buenos Aytres colonial, en un mapa que nadie se atrevería a remarcar ni a retocar.
El día que vendieron la casa, el mapa fue a una subasta. Ahora Tito espera que alguien compre, como hace unos siglos, tanta tierra o que se la roben, o que se la quemen.
La cercanía de la eternidad no es perderse en un mapa, ni dibujar la vida de los otros. Sino permanecer imperceptible a la vera de un camino que se niega a ser dibujado.
La cercanía 1
"La geografía no trae soluciones"
T.S. Elliot
-Me resisto- le grita. La cercanía huele a espanto sin voz. A través de la reja, Mara seduce al olvido con la mugre que desde cualquier lugar del cuerpo le brota. No se desespera, saben que vendrán por ella para cualquier fin. En cualquier momento. Carlos es lejano y tiene un bigote crecido. Ernesto es una incognita desde siempre. Mabel es una beba en brazos de quien sabe quien. Ninguno ha nacido. Aún persisten en la fantasía. En la cercanía de los días sin fantasía, Mara grita y dibuja espaldas en una pared que todos los días se borra. Como su familia, que cercana, se desvanece en una frase. Dos horas mas tarde, esa tarde sentiría asco por primera y última vez. Ese aliento la asfixia. Ese afecto la afecta. No es cuestión de tiempo, es cuestión de distancia, se convence.
La sospecha 3
Ficción de un dia y medio. Una rebanada de carne que roza el plato y cruje. Un cuchillo tramontina que acelera el corte mientras sangra el jugo y se despliega rojo por plato blanco; la radio diciendole cosas al espejo, rebotando opiniones y locuciones de jabones en polvo y desodorantes. Levanta la vista con cara de no queres escuchar nada y Lucila, sobria y con la seguridad de que será la última vez que diga esa frase en ese tono, se arremanga la blusita azul y se rasca un parpado que le tapa su hermoso ojo oscuro e hinchado por la alergia. Apagá la radio o me voy. Mantuvo la calma en cada palabra salvo en aquel sonido indefinico, que es una palabra a veces y a veces no lo es. A veces ni si quiera es una letra la o que reclama y pide silencio o que pide un grito mas o que no pide nada. La o de Lucila sentada a la mesa del pequeño departamentos de novios de la calle Azcuénaga, en el que Claudio viviría sólo y sería su bulín de soltero por unos lustros, fue acentuada y masticada ya no como una letra, nunca volvería a besar ese cuerpo. Estaba harta. La o era una sospecha.
Ni bien terminó de devorar el bife Claudio la fue a buscar a la pieza. No sospechaba nada. Algunas letras, palabras u orgasmos son sospecha para quien lo emite y no para quien la escucha. La o de sospecha, necesito ser escuchada para que la sospecha deje de serlo y se confirme. La o de confirmación se parece mas a una puteada, a un llanto o a un grito desesperado que no se da nunca. Pero aún queda en en la memoria de Claudio, la o resonante que le tapaba la boca a la radio que no decía nada tan importante ni sospechoso como lo que decía Lucila. Realidad de cuarto de hora.
Ni bien terminó de devorar el bife Claudio la fue a buscar a la pieza. No sospechaba nada. Algunas letras, palabras u orgasmos son sospecha para quien lo emite y no para quien la escucha. La o de sospecha, necesito ser escuchada para que la sospecha deje de serlo y se confirme. La o de confirmación se parece mas a una puteada, a un llanto o a un grito desesperado que no se da nunca. Pero aún queda en en la memoria de Claudio, la o resonante que le tapaba la boca a la radio que no decía nada tan importante ni sospechoso como lo que decía Lucila. Realidad de cuarto de hora.
lunes, agosto 02, 2010
Guardando libros en paquetes de yerba
Aquella tarde llegó para quedarse. Como los amigos, que se pueden ir pero nos dejan marcas irremediables. Como los libros, que los podemos prestar a los amigos que nos dejan marcas y se van, y pueden irse con ellos, pero nos dejan manchas de tinta en algun lugar de la piel. Como los mates con Silvia, llegan, se van, se ceban, se enfrían, y Roberto los recalienta en su Primus de la pensión de la calle Alsina. Es enero y Buenos Aires hierve. Dos veces hierve el agua en la caldera, como le decía Roberto que se acordaba de sus años montevideanos. Como esas tardes caminando por dieciocho de julio con su viejo, el botija Robertito anadaba con su matera. Acompañaba a su tata de calle en calle por las librerías de Ciudad Vieja. Su papá llevaba los libros y el, los mates. Esas tardes llegaron para quedarse. Lindos momentos, piensa. Lo piensa ahora que su papa se quedó allá y el conoció a Silvia que no es amiga, ni un libro ni un mate, pero llego para quedarse esa tarde. Y se quedó siempre.
domingo, agosto 01, 2010
Películas
Fina capa delgada deteriorada entre el olvido y un recuerdo ficticio. Una fina película de plastico recubre los silencios. No los escucha, mira la televisión con el volumen bajo. El sonido de la ciudad mas allá de la ventana es el fondo para cualquier olvido en celuloide. La escena se congela y sus labios detienen la brisa que una ambulancia o un camión de bomberos aventan a sus oidos. Raquel levanta la vista, se le nublan los deseos y desde la pantalla un galan le guiña el olvido para que ella se acuerde de que no está sola, la acompaña una fina y delgada capa de sensaciones que para algunos viven en el celuloide, pero para Raquel viven en su piel. Ella es una capa mas entre todas las capas que la cubren de recuerdos.
Sinestesia, sin estela
Pálido, el recuadro si rostro, lejano entre una foto y la otra, iluminó la mirada de Estela, que devoraba con la mirada las viejas imágenes de su vida guardadas en diapositivas. Levantó sin querer los pies para hacer equilibrio en el pasado, y mientras su padre se reía desde una polaroid con olor a modernidad antigua, su madre hacía piruetas con un ranser que grababa los sonidos que Estela, cuando niña, dejó plasmada en una cinta magnetofónica. Estela mira las imágenes mientras junta cajas llenas de miedo y sin quererlo escucha o cree escuchar su propia voz, treinta años atrás. Papá le trajo el futuro, y ella ahora que el no está, le devuelve un pasado. En su memoria, el tiempo no ha pasado. -Pero el cuerpo sabe lo que la memoria ignora- dice la lagrima que baja por su mejilla, llega hasta su mano y se astilla en la foto de papa que sonríe con ella en brazos. Treinta años despues, el mismo llanto. Otros golpes. La misma foto. Sin estela.
domingo, julio 25, 2010
La sospecha II
Ni bien termino de reirse del chiste, con la cara tenue que separa una idea de la otra, un sentimiento de otro, me dijo la verdad. Me la dijo sin dudarlo. Como si el chiste hubiera sido la antesala de la valentía, que tuvo ella para decirme lo que pasaba. Así se terminó esta sospecha, que con o sin chiste, me carcomía. Así, con la cara tenue me dijo todo.
La sospecha I
Sospecha de que tal vez no sea cierto lo que ocurre. De que lo hayn engañado, de que sin duda, se haya metido en el personaje de una letra de tango de las que nunca terminan bien. Sospecha y se rìe mientras fuma desesperado el último cigarro del paquete. El lejano cartel de Prohibido Fumar, al otro lado de la sala, no lo perturba. Está sentado a la esperam de las novedades, su camisa blanca revestida de un pullover marron, se apoya contra la espalda de la pared del pasillo, minetras ve pasar una camilla vacía. Alguien se fué. Alguien se va. Alguien viene. Sospecha, pero con la sospecha no hace nada. Juega con sus mans, parpadea, se arregla el bigote recién crecido. Se rasca la nariz, hace como que escucha del otro lado de la sala. Se acuerda de otros días. Cualquier día, hasta el mismo ayer, son aquellos días cuando la sospecha acude a sus manos, lo toma de reojo y le cuenta al oido, que todo es cierto, que no hay vuelta atrás. Que la sospecha, duele en el pecho mas que la realidad. Porque lo deja inmovil, a la espera de la noticia que lo lleve al mas acá.
Al levantar la cabeza, el médico, camina hacia él, con el paso pesado, con la cabeza mirandose la punta de los zapatos, el estetoscópio colgado al cuello una historia clínica y la cara de no saber como decir lo que tiene que decir.
Al levantar la cabeza, el médico, camina hacia él, con el paso pesado, con la cabeza mirandose la punta de los zapatos, el estetoscópio colgado al cuello una historia clínica y la cara de no saber como decir lo que tiene que decir.
Quemando los recuerdos
Viste una remera negra.
Gustito sobrio de pies de vereda en los pasos. Camina y sigue a su ritmo la despedida. No celebra el día ni el contento. Viste una remera oscura yendosé por la medianera de tu memoria. Tenías pocos años. Eras la vida que querías, la que perdiste. Bajaste una escalera repleta de enojo. La escalera y vos. Te acostumbraste a la costumbre de olvidarte del sol. Te dejaste el secreto en una remera vieja. Y ahora lagrimeas con ternura el olor a un trapo que te dejó el pasado, cuando el pasado se fue a buscar otra vida, otra mina y te dejó una remera con el olor al sudor que ni el fuego ni el tacho de basura logran borrar. Ese aroma te persigue. Viste una remera negra y el la viste en tu recuerdo que no se quema ni se descarta.
Gustito sobrio de pies de vereda en los pasos. Camina y sigue a su ritmo la despedida. No celebra el día ni el contento. Viste una remera oscura yendosé por la medianera de tu memoria. Tenías pocos años. Eras la vida que querías, la que perdiste. Bajaste una escalera repleta de enojo. La escalera y vos. Te acostumbraste a la costumbre de olvidarte del sol. Te dejaste el secreto en una remera vieja. Y ahora lagrimeas con ternura el olor a un trapo que te dejó el pasado, cuando el pasado se fue a buscar otra vida, otra mina y te dejó una remera con el olor al sudor que ni el fuego ni el tacho de basura logran borrar. Ese aroma te persigue. Viste una remera negra y el la viste en tu recuerdo que no se quema ni se descarta.
viernes, julio 23, 2010
Un descuido cualquiera
a V.L.Z
" Un instante cualquiera es mas profundo y diverso que el mar" JLB,1964.
"..si no estoy llorando ¿No ves como me la banco?" Abonizo, Mirta de regreso.
Es inevitable evitar lo evitable. Es ineludible eludirlo. Limarlo. Aspirarlo. Servirlo como en plato frío. Es imperioso inventarlo. Es fatigoso rehacerlo. Es invisible mirarlo. Es intrigante beberlo. Es lo que hemos sido. Cada uno. Lo que ha sido, evitando eludir lo que sirve, inventado y volviendo a hacer. Mirandolo a los ojos, bebiendo con intriga para entenderlo.
Es inevitable. A veces el pasado que pisaste con pies de gato te pisa a vos con pies de plomo, porque los pasos felinos los tenés ahora que no sabes, porque lo que creiste pasado te devuelve una sonrisa del otro lado del cariño (ahi donde creiste que no había nada) y te encontraste con rostros que te desvelan.
Y es ese pasado el que te bebe a vos mientras tratás de evitarlo. Tomador tomado. Pasado bebedor de presente indefinido. Te lima la bebida que te bebe como lima de lo dulce. Aparece con final de boca amarga cuando aspiras para tragar la primera lágrima. No te fatiga revivirlo. Te fatiga no revivirlo. Te lo inventás para que parezca que lo tomas de la mano y que ese pasado es hijo tuyo y lo llevas a jugar. Tiene forma de lo que has vivido. De lo que te han dicho. De lo que has sufrido. Se te sube a un columpio y a ese niño o niña que te mira y que empujás en la hamaca, lo ves volver e irse con igual ímpetu, tal ímpetu que te voltea ese niño y te arroja hacia atras y te lo agarras para que no se caiga y te caés, con el, inevitable. Un descuido cualquiera te inclina al pasado inevitable.
miércoles, julio 21, 2010
Fuerzas
Una intemperie nos distancia. Porque entre lluvia y lluvia hay un reparo, que nos queda lejos. Desde la distancia un remolino de furia puede verse llegando desde el horizonte y con toda su fuerza deshoja el tinglado que podría cobijarnos a todos. La intemperie es ahora eterna, pero ya no nos separa, porque no hay posibilidad de juntarse, salvo que la lluvia, deseosa de enfermarnos, nos mate a baldazos con la misma fuerza que se voló ese techo, que ahora con la misma fuerza, es parte de ese remolino y se lleva puestos nuestros sueños y algo mas. Esta fuerza que nos une tambien nos separa. Para vernos a la distancia y saber que estamos vivos, hace falta una lluvia que nos deshoje por completos y nos deje al reparo del reparo con el destino al acecho de las circunstancias. Fuerza. Es lo que necesitamos. Fuerza es lo que nos dan.
martes, julio 20, 2010
Los dos soles
Si fueras un sol, un sol real, uno de fuego, uno de nucleo de hierro, uno a millones años de años luz y a 18 minutos de mi, no podría acercarme. Me quemaría con solo imaginarlo. Por suerte no lo eres. Eres un sol ideal lejano y distantante pero que pese a la distancia o tal vez por ella, me mantengo atado a ti, y te extraño por la noche.
La espera 3
El diminuto oceano que surge de su ojo lloroso cuando escucha lo que le dicen sobre él mismo, sobre sus penas y sobre su vida, es un mar de nombres que ya no tienen rostro. No es agua con sal, aunque tenga sabor a eso. Es un oceano de seres que espera ser liberados de vez en cuando cuando los diques de la tristeza o de la alegría rebalsan y no sabe más donde contenerlo. Hay una llave de compuerta para tanto oceano de tiempo, pero solo es abierta en algunos tibios momentos, cuando ya no da más o cuando ya no le importa. Hace fuerza pero no le importa. No puede esperar, han intruducido la llave, han abierto la puerta, han dicho ese nombre. Ha llorado.
La espera 2
El gato negro junto a la parrilla que despedìa olores a carne asada relojeaba los manjares en forma de vientres y de achuras despanzurradas que despedìan chispazos al aire de tanta grasa que expelían. Se lamía la entrepierna miraba de rojo, jugaba con una hoja, entrecerraba un ojo, entrecerraba el otro y miraba al parrillero pidiendole quien sabe que delicia.
Omar, el hijo de nora se reìa desde el otro lado del patio, y si bien no podía ser visto por el gato negro, su risa le provocaba desconcierto, paraba sus orejas cada vez que el pequeño Omar largaba una carcajada. Sin embargo esa distracción no le provocaba dilema alguno a la hora de pispear como guardian de turno, las achuras que reposaban a la parrilla.
Entre idas y vueltas, Omar que iba y venía con una pelotita azul. Se fue de boca al piso, y ya la carcajada era com un llanto felino amplificado y distorsionado. Después del paff, el parrillero miró primero al gato, que no se había dado cuenta de nada porque se había cansado de esperar, y el gato negro estaba remoloneando con sigo mismo, la segunda mirada la echó el parrillero mas allá del patio donde yacía su hijo tumbado y Nora, corriendo atrás despuès de gritar y asustarlos mas a todos. Pero no al gato, que solo se asustaba por las carcajadas y no por los gritos de llanto y de desesperación. Ni bien el parrillero fue padre de nuevo, ty corrió al auxilio de su hijo. Entonces el terreno de las brasas había quedado libre y la espera habìa terminado, porque el gato tuvo todo el tiempo del mundo para saltar y cual fakir gimnasta acróbata olímpico, hacerse de su achura predilecta, llevarsela puesta con la boca y saltar hacia el otro lado para nunca mas ser visto. Cuando el padre volvió a ser parrillero, notó que algo faltaba, pero no se acordó del gato, que a esa altura ya estaba a la espera de un descuido de padres de cualquier especie a la cuida de sus hijos.
La espera 1
Esperaba sentada detrás del umbral de la casita de sus padres. Se la veía cansada, despeinada y no se le asomaba ni una pizca de sonrisa por encima del rostro. Hacía su típico tic nerviosa de mirar hacia los costados a la búsqueda de eso que vendría, pero sabiendo que eso no vendría. Eso tiene nombre, claro. Nombre, apellido, Libreta Cívica, partida de nacimiento y fecha de vencimiento. Todo lo que tiene que tener lo tiene eso. No tiene partida de defunción, no por ahora. O al menos ella, que espera esa tarde hermosa, la tarde y ella sentada en el umbral de la casa de los padres, no lo sabe. Tal vez por eso espera con la dudad de que ella vendría a verla.
Las historias (Parte 1- recitado de la canción "El contador de historias")
"Las historias nacen solas, nadie hace y todos las cuentan, crecen al borde de los ríos, bajo la sombra de los arboles, por entre las antenas y las veredas. Entran sin gloria y con pena a ser parte de nuestras cosas. Brotan y brotan enteras. Mueren de viejas y añosas.
Y cuando ya nadie las recuerda y casi nadie las hace propias, un desvelado las despierta, las envuelve en nuevas ropas y las hace crecer de un golpe, con las palabras en la boca."
Y cuando ya nadie las recuerda y casi nadie las hace propias, un desvelado las despierta, las envuelve en nuevas ropas y las hace crecer de un golpe, con las palabras en la boca."
Sin titulo Numero 2
Tangente en la siesta no sabe el olvido si dormirse a si mismo o acunar lo que ha sido. Mas le vale acordarse de ser él quien festeje con sus manos el rito cobarde de acercarse a mi destino, o de lo contrario me veré obligado a dejarme llevar por la pausa triste de recordar lo que he querido y ya no quiero o lo que es peor. de olvidar lo que sido y he querido. Perpendicular al destino me espera lo que no viene, normal y anormal en la recta de esa vida que no es otra cosa que un eterno olvido tangencial a la memoria, de lo que queriamos ser, y nunca fuimos.
lunes, julio 19, 2010
Sin titulo Numero 1
Ceremonia de brazos abiertos. Ojos desnudos despiertos deseos. Retaguardia de agrias especias sudandose en los recodos. Brebaje de salivas viejas hermosas de vida ausente. Ritual de muchos. Vergüenza de tantos.
Perder o caer (Canción de tumba)
Silencios: son escencias de voces que se han ido.
No hay naturaleza en sus caminos si no nos dimos cuenta
Y antes de perder, ganarás confianza,
y previo a disolver, dibujaras calma.
Secretos: palidos recuerdos de lo que has sido
No hay ninguna historia que te los borre ahora.
Y antes de perder, seras elegancia,
no caerás de pie, sostendrás tu espalda.
Lejos de cavar, pozos en el cielo
te dejas caer y ves que te agarran
manos en los pies, sostendrás tu espalda.
Lejos de caer, estás aferrada
Y antes de caer, dibujarás calma.
Mas vale saltar que clavarte al agua
que nunca verás flotar en tu espalda.
Y antes de caer, dibujaste calma
soy el que la ve,
soy la que la nada,
soy el que cayó, antes de caer
soy secreto y sé,
que estás por caer.
No hay naturaleza en sus caminos si no nos dimos cuenta
Y antes de perder, ganarás confianza,
y previo a disolver, dibujaras calma.
Secretos: palidos recuerdos de lo que has sido
No hay ninguna historia que te los borre ahora.
Y antes de perder, seras elegancia,
no caerás de pie, sostendrás tu espalda.
Lejos de cavar, pozos en el cielo
te dejas caer y ves que te agarran
manos en los pies, sostendrás tu espalda.
Lejos de caer, estás aferrada
Y antes de caer, dibujarás calma.
Mas vale saltar que clavarte al agua
que nunca verás flotar en tu espalda.
Y antes de caer, dibujaste calma
soy el que la ve,
soy la que la nada,
soy el que cayó, antes de caer
soy secreto y sé,
que estás por caer.
Lenguaje desabrido
Un arroz insípido, separa la lengua del resto de los sentidos. No es una metáfora. Las metáforas sobreviven al hecho que las gesta y esta no. Es un plato el que enfrente de sus ojos, parece humear con desencanto y firmeza, y tenemos ganas de comerlo los dos con los ojos, pero no lo hacemos por cortesía. La lengua siempre tiene la culpa. Siempre nos separa de los decires y de los sentidos. La lengua, siempre al borde del colapso, buscará ser libre de toda culpa y hurgará las texturas de los oidos de los otros. Se interrogará en silencio y se dará cuenta al fin de que lo sabroso, no sabe de si mismo. Necesita una lengua que lo hable lo escuche, lo mime, lo saboree y lo haga existente. Soy un arroz insípido, buscando una lengua. Soy una lengua muda buscando alimento para saber mas de mi.
domingo, julio 18, 2010
Sonido I
quema un sonido sincero
la cabeza.
Se ampara ante el sol de esperara desastres.
Espera y espera y se frustra.
Se asusta la hoguera y no encience.
Es aquella voz, la del grito, la que sacude.
Y se consulta al oido el disfraz del olvido,
¡Que soy y que he sido¡ Que fui y que se yo.
Y en el vomito del sueño herido, despide un mensaie sin vida harto de la simpleza de un cuerpo ido
que lejos se ha ido, que se yo a donde. A buscar el sonido. Muerto.
la cabeza.
Se ampara ante el sol de esperara desastres.
Espera y espera y se frustra.
Se asusta la hoguera y no encience.
Es aquella voz, la del grito, la que sacude.
Y se consulta al oido el disfraz del olvido,
¡Que soy y que he sido¡ Que fui y que se yo.
Y en el vomito del sueño herido, despide un mensaie sin vida harto de la simpleza de un cuerpo ido
que lejos se ha ido, que se yo a donde. A buscar el sonido. Muerto.
Dia de rota vida
Oyó un ruido debajo de sus zapatos, esto tengo que escribirlo pensó en silencio. ¿Pero cómo? Como darse cuenta de que su zapato aplastaba que insecto. Como distinguir si era él mismo el aplastado por su propio pie, o tal vez por uno ajeno.
Al levantar la suela mirando con asco hacia abajo, alli estaba la criatura, desnucada, rota, barrida por la muchedumbre en un shopping, deshauciada por debajo del zapato, emitiendo sonidos deshidratados. Miró de golpe sus manos, y miró hacia arriba, y allá casi cerca del techo, estaba su propia cabeza enorme que se sonreía. Se veia ese bigote laqueado por la nicotina, esos lentes tristes de mirar fijo, esa calva manta calma de pelambre envejecida. Y ahi estaba el pisoteado por el destino que el mismo se impuso, a paso firme no se vió ni a el mismo revolotear por su vida.
Al rato se encontró en su computadora, en la falda garabateando ideas para escribir eso que se había propuesto escribir. Pero le costaba. No sabía por donde empezar. Tenia miedo de terminar escribiendo algo que ya haya sido escrito, y encima, que sea muy conocido. Se preguntó si eso sería posible. No se contestó, pero empezó a garabatear ideas, sin forma. Iba y venia, borraba. Deshacía. No puedo escribir sobre esto, pensó. Dejó algo en la pantalla, le puso un nombre a ese archivo lo guardó apagó todo y se fue a dormir.
El día de mañana lo esperaba en el hospital de insectos que se dejan ser aplastados por sus propios actos.
Al levantar la suela mirando con asco hacia abajo, alli estaba la criatura, desnucada, rota, barrida por la muchedumbre en un shopping, deshauciada por debajo del zapato, emitiendo sonidos deshidratados. Miró de golpe sus manos, y miró hacia arriba, y allá casi cerca del techo, estaba su propia cabeza enorme que se sonreía. Se veia ese bigote laqueado por la nicotina, esos lentes tristes de mirar fijo, esa calva manta calma de pelambre envejecida. Y ahi estaba el pisoteado por el destino que el mismo se impuso, a paso firme no se vió ni a el mismo revolotear por su vida.
Al rato se encontró en su computadora, en la falda garabateando ideas para escribir eso que se había propuesto escribir. Pero le costaba. No sabía por donde empezar. Tenia miedo de terminar escribiendo algo que ya haya sido escrito, y encima, que sea muy conocido. Se preguntó si eso sería posible. No se contestó, pero empezó a garabatear ideas, sin forma. Iba y venia, borraba. Deshacía. No puedo escribir sobre esto, pensó. Dejó algo en la pantalla, le puso un nombre a ese archivo lo guardó apagó todo y se fue a dormir.
El día de mañana lo esperaba en el hospital de insectos que se dejan ser aplastados por sus propios actos.
sábado, julio 17, 2010
Edad y Sol
Hundido.
El.
Olvido
.
Ella.
Los días.
Sol
Son dos. Los dias. Sol. El y ella, Sol. Dos.
Suelo y Sien. Son dos dias, son. Sol dos días. Son. Son los dos. Sol de son. El y ella, son Sol.
Suelo el mar. Sol son dos. Son Sol Paz. Paz y son. Sien sol Ser. Paz y Pez. Suelo ser, ella y el.
No siempre el demonio parece ser rojo como sol al sol.
A veces es un cuerpo hundido en brechas magras.
No es esclavo de los daños el cuerpo que te apaña,
pues no conoce el que te canta o el que miente.
No fui solo un cuerpo y ahora tampoco.
Suelo serlo al caer de voces. La cucharada despiada la sopa. La culpa bebida en rosada angustia,
Sol no quiero sol te quiero. Soy el cuerpo duermo lento. Ella mas que él, el mas que mañana, será un sol que te mime cuando te despiertes naufrago de un cuerpo que te ha herido.
Hundido el olvido hay un sol, el y ella los dos, solos en el suelo. No lo saben. Se han herido. Son dos cuerpos que se pierden los días, de sol y edad.
El.
Olvido
.
Ella.
Los días.
Sol
Son dos. Los dias. Sol. El y ella, Sol. Dos.
Suelo y Sien. Son dos dias, son. Sol dos días. Son. Son los dos. Sol de son. El y ella, son Sol.
Suelo el mar. Sol son dos. Son Sol Paz. Paz y son. Sien sol Ser. Paz y Pez. Suelo ser, ella y el.
No siempre el demonio parece ser rojo como sol al sol.
A veces es un cuerpo hundido en brechas magras.
No es esclavo de los daños el cuerpo que te apaña,
pues no conoce el que te canta o el que miente.
No fui solo un cuerpo y ahora tampoco.
Suelo serlo al caer de voces. La cucharada despiada la sopa. La culpa bebida en rosada angustia,
Sol no quiero sol te quiero. Soy el cuerpo duermo lento. Ella mas que él, el mas que mañana, será un sol que te mime cuando te despiertes naufrago de un cuerpo que te ha herido.
Hundido el olvido hay un sol, el y ella los dos, solos en el suelo. No lo saben. Se han herido. Son dos cuerpos que se pierden los días, de sol y edad.
Lista y pronta
Ajena ella distante en un recuerdo, es una seguidilla de escrituras sin rostro, es una especie numerada de objetos que nesecitan ser tenidos. Adquiridos. Unos ojos tristes, una boca fresca, unas manos ásperas, el silencio eterno, un pelo heroico, un aliento a miedo, unas piernas sobrias y algún gesto austero. Prefiere recurrir a un conflicto sin silencios para quedarse quieta y reirse de ella misma. Porque no conoce que alrededor suyo hay otras listas para ser completadas. Recuerda otras listas, pasadas listas que quedaron ajenas. Prontas esperas que quedaron listas y cocinadas como un plato para devorar en soledad. Pero no se acuerda que en su soledad hay un elemento que falta. Ni se percata de que en su lista falta la soledad. No es lo mismo, le dicen. No no es lo mismo. Hoy no la esperan. Nadie la espera. Ni si quiera ella se espera a si misma. Escribe un cuento de madrugada al cual no le puso nombre. Tal vez sea el último. No tiene nombre. Ella no tiene nombre. Su nombre falta en esa lista. No va a comprar nada. No va a cocinar nada. Solo va a escribir hasta que se canse de ser ella la que siempre escribe lo que hay que hacer. Es una seguidilla de escrituras sin rostro. Es una descripción osada de lo que no pasa. A fin de cuentas la libartad no tiene precio, pero cuesta y no se paga. Tal vez por esa idea, la lista empieza con una palabra que comienza con la letra A. Tal vez por eso, la lista culmina con una voz que finiquita con la letra O. En el medio un abecedario de cosas sin rostro pero con nombre, que nunca serán compradas porque como la libertad no tienen precio. Azucar y Orégano. Amor y Odio. Pimienta y miedo. Libertad y limón.
Fisuras de sudar aspas.
Humedos dias sin trompear árboles de rio al otro lado. Lluvias que rezan pedazos de hojas que escribimos entre varios, y ahora son rotas por uno. Entre las hojs hubo aspas sin giro ni viento que las levante. No hubo molinos para extraerle nada de nada a la tierra sorda. La fisura de una madera quebrada dio origen a la rotura de las aspas cluecas. Sudando hilos de dias, mojé heridas sin vuelta, ni ida. Porque al final no hay arbol que no haya sido hecho por el viento ni para beber agua, ni para extraerla de la tierra aun muerto, soplado por el mismo viento que lo parió. A veces somos molinos, las menos arboles, a veces estamos vivos a veces no. De todas maneras, seguimos cumpliendo el natural ciclo de vivir del aire y de beber el agua, porque a fin de cuenta es esa fisura extraña la que nos recuerda que no podemos alterarlo. Con o sin aspas, con o sin hojas, habiendo escrito, o habiendo girado. Habremos sido derribados por lo mismo que nos trae al mundo. El agua que cría, la que te hace, es en la que te pudrirás, tarde o temprano.
Humedos dias sin trompear arboles al otro lado del río. Madera podrida. Como la vida nuestra. Hermosa.
Humedos dias sin trompear arboles al otro lado del río. Madera podrida. Como la vida nuestra. Hermosa.
Rostro hondo
Sentencia en el rostro. Quizas se anude a otro paso de la voz que grita. O que susurra sin temer. A quien le dice algo. A quien se lo oculta. Se le retuerce un ojo y no mira allá mas que a donde nunca, y se olvida que te tiene, tal vez porque no te tiene. O porque no lo sabe. Tener en la palma de la mano, no es tener, sino agarrar. Tener es tambien deberse a lo que creés que posees. Paradoja. Le debes, no lo poseés. Si le debés, ¿Quién tiene a quien? En el rostro una mueca devela que te han herido. Hondo. La tapás con una carita que no alcanza, con un gesto que se vuela. Quizas se anude a otro paso de la mirada que devuelve. O que se limita a a temer, de una vez y para siempre, todo deber. Sentencia en el rostro, el otro, de los que me escondo.
viernes, julio 16, 2010
Palabra a rajatabla
Desnuda la vida ante la vida. Sonrie la vida ante la vida. Simula la vida ante la vida. Hace la vida ante la vida. Descubre la herida ante la calma. Despierta lasciva la sorda agua. Transcurre de día la otra cara. Despide en silencio al cuerpo ausente. Deshace convenios con los que sienten. Anuda los ojos con tristes lentes. Simula vida y siente muerte.
Desnuda el arbol de cuerpo esbelto. Recinto de espesos ocres nuestros. Despues no hay otra mas que la tuya. La de los otros días, la lluvia. Transforma el secreto en reunión de soles, alumbran segundos sin desazones. Porque quizas antes que nada este cuerpo que ves irse tras el infinito mundos de recuerdos, no sea el de un muerto sino el de uno que se niega a vivir, que no es lo mismo. Si he de esperar que me lo digas. Si voy a esperar que me lo digas, me espera a mi el tiempo de la espera desnuda sin sonrisa, simulacro, sin acto. Me espera esperar decirme la palabra que odio para que me de cuenta de que lo que odio no es la palabra sino la madre de ella. Se muere el cuerpo de una madre si muere una palabra, se queda quietita como palpitando el pasado que no recuerda. Con los ojos de letras enormes y puntiagudas. Se muere sola sin que nadie la diga la nombre ni la sepa abrazar. Desnuda la palabra, guacha y todo se muere sin madre ni nido, ni arbol. No es un ave que enseña a volar porque no vuela. Ni nos deja volar a nosotros porque no la nombramos. Desnuda la palabra la vergüenza de decirla, la sonroja y se muere su padre también. No hay paternidad ni maternidad en palabras que se mueren antes de ser dichas. Desnuda la palabra ante la vida. Sonrie la palabra ante el acto. Actúa la palabra ante nosotros. Huerfana palabra sin rumbo que de a poco se queda con otro cuerpo, que no es suyo. Asi la nombramos. Asi la queremos. A la palabra, a rajatabla.
Desnuda el arbol de cuerpo esbelto. Recinto de espesos ocres nuestros. Despues no hay otra mas que la tuya. La de los otros días, la lluvia. Transforma el secreto en reunión de soles, alumbran segundos sin desazones. Porque quizas antes que nada este cuerpo que ves irse tras el infinito mundos de recuerdos, no sea el de un muerto sino el de uno que se niega a vivir, que no es lo mismo. Si he de esperar que me lo digas. Si voy a esperar que me lo digas, me espera a mi el tiempo de la espera desnuda sin sonrisa, simulacro, sin acto. Me espera esperar decirme la palabra que odio para que me de cuenta de que lo que odio no es la palabra sino la madre de ella. Se muere el cuerpo de una madre si muere una palabra, se queda quietita como palpitando el pasado que no recuerda. Con los ojos de letras enormes y puntiagudas. Se muere sola sin que nadie la diga la nombre ni la sepa abrazar. Desnuda la palabra, guacha y todo se muere sin madre ni nido, ni arbol. No es un ave que enseña a volar porque no vuela. Ni nos deja volar a nosotros porque no la nombramos. Desnuda la palabra la vergüenza de decirla, la sonroja y se muere su padre también. No hay paternidad ni maternidad en palabras que se mueren antes de ser dichas. Desnuda la palabra ante la vida. Sonrie la palabra ante el acto. Actúa la palabra ante nosotros. Huerfana palabra sin rumbo que de a poco se queda con otro cuerpo, que no es suyo. Asi la nombramos. Asi la queremos. A la palabra, a rajatabla.
Antimundo perpetrado, regla de oro : corazón rancio.
Desde las colinas puras lejanas y nobles de lo que él, ella, ellos, todos nosotros siempre hemos querido, se ven unas luces, se han dejado de temblar las lejanías y se tornan de disfraces macabros las estrellas que invitan a dormirnos por la noche. Hemos encontrado un desvío de barro por entre una montaña y un arroyo, y aunque al a arruyo del yuyo sólo, no se pueda enemistar la apuesta, existen otras respuestas para tamaño asombro. No recorrimos los arrabales de la ciudad buscando hombres o mujeres para que nos diviertan, recorrimos las afueras de nuestro propio munod para desconocernos entre nosotros y darnos cuenta que no sabemos donde hemos estado, donde hemos sido, donde estamos, donde somos. Hemos encontrado un desvío y al barro que barre al sol, le hemos puesto cara de esperpento, porque aún somos niños que no se cansan de serlo y entienden de la poesía del amor lo mismo que de la vida de los otros, nada. Hemos encontrado a otros que como nosotros se niegan a crecer sin escribir en las pieles que estan vivos. Y dejarlas marcadas con la ternura que la revelación le añade al silencio. Hemos jugado en baldíos mas non balde en potreros corrimos tras balones eternos de manos ajadas. Nos hemos cansado de reirnos de nosotros y hemos llegado hasta aquí queriendo ser hombres y mujeres que juegan a ser hombres y mujeres, y desde las colinas puras lejanas y nobles de lo que él, ella, ellos, todos nosotros siempre hemos querido, es que nos vemos envejecer jugando a percibir en una cicatriz, la marca del terreno que nos camina. En ese desvío nítido al borde del barro, sin carteles que deparen mandatos, encotraremos malos ratos para descubrinos en silencio y hacer de la tierra las lágrimas que amamos, porque tras el río que ríe habrá un llanto que en llantas ralla las rayas que en el corazon nos quedan. En ese desvío se nos pudrirá el corazón, rancio como esponja de mar añeja, caduco como alga en la costa relegada. En ese desvío encontraremos nuestro mundo, ese antimundo que no nos querrá afuera, con el corazón rancio, la piel escrita, las manos embarradas, y con cara de niños que juegan a ser hombres.
miércoles, julio 14, 2010
Respetos propios, esputo ajeno
Bajó de un escupitajo de los aires como quien baja de un tobogán creyendo que llegaría al piso en un instante. Amaneció sin dudas acostado debajo de un amor con olor a cigarrillos negros y barba blanca. Lo abrazó para no caerse de espaldas al miedo y sin embargo cayó desnudo como vino al mundo. Se vistió de trompeta eléctrica, estridente en sorpresas. Sonó desafinado un poco y luego un mucho, y luego no sonó.
Escupió de bronca porque lo dejaron solo, y fue en busqueda de un abrazo macho que lo contega. Nadie sabe si busca un padre, o un respeto. Nadie sabe lo que nadie busca en un amor que no entiende. No hay moldes para edificios prefabricados. El amor no es una ciudad vacía, hermano. Es una ciuidad llena de los que escupen al cielo, abajo, afuera y adentro.
Cuando estuvo solo, supo que sería lo que querría. Un amor. Un cielo y un respeto. No escupas al cielo. El respeto no viene solo. ¿Porque tengo que ir a buscarlo? ¿Por que?
Escupió de bronca porque lo dejaron solo, y fue en busqueda de un abrazo macho que lo contega. Nadie sabe si busca un padre, o un respeto. Nadie sabe lo que nadie busca en un amor que no entiende. No hay moldes para edificios prefabricados. El amor no es una ciudad vacía, hermano. Es una ciuidad llena de los que escupen al cielo, abajo, afuera y adentro.
Cuando estuvo solo, supo que sería lo que querría. Un amor. Un cielo y un respeto. No escupas al cielo. El respeto no viene solo. ¿Porque tengo que ir a buscarlo? ¿Por que?
Una música sin música.
Hay una música para una noche callada. Un solsilencio un vasorima. Hay un ritmo para queda entonces, un asomo para cada espera, un ostinato avaro para cada resplandor. Tambien hay noches en las que no hay musica que se banque tanto silencio. Aquella música se sienta al piano con cara de perder mil trenes y retuerce teclas de marfil madera y estaño como si fueran plastilinas en sus desdos, y las notas de un color sincero se le van despedazando una a una mientras deja de escuchar lo toca y mientras ejecuta escucha lo que quiera tocar y lo imagina y entonces esa es la música que escucha la música. Ella sentada al piano, en una habitación del barrio de Boedo, teclea sola en la inmediatez del día que va a venir y que la espera senatada en silencio. La música que escucha la música es la que se imagina cuando se lo imagina a él, a ese él que la espera de dia en silencio, diciendole con los ojos que todo se ha terminado.
Ay, una música para una noche callada, es un simbronazo sin ruido para despertarse a tientas de la pesadillahorrible de la noche eterna.
Ay, una música para una noche callada, es un simbronazo sin ruido para despertarse a tientas de la pesadillahorrible de la noche eterna.
martes, julio 13, 2010
Autofagia
Si hiciera un gramo de falta saber lo que se sabe y lo que no, necesitaríamos kilogramos de escombros de nosotros mismos para llevarnos a cuestas nuestras costumbres como se lleva Alicia en su bolso de mano sus petates para maquillarse. Luis devora un escon con la mirada mientras se lleva puesto un cordón en la calle y piensa en volver a ser lo que era. Pedazos de él. Miradas de ella. No hay una historia de desamor que no se parezca a otra. A fin de cuentas se trata de ser escombros a regañadientes y limitarse a cargarse a uno mismo por la calle como si estuvieramos seguros de que lo que llevamos es algo tan liviano y perceptible como un perfume o un maquillaje. Si le hiciera un gramo de falta saber lo que se sabe de el mismo, el denso perfume que lo baña y por lo que es recordado, sería un escombro mas que como escon devora y es devorado. ¿ Sera f{acil darse cuenta que la mejor forma de cargarse luego de estar roto y seguir camino para no caerse es comerse a si mismo? Eso si. Perfumado. Maquillada. Porque lo que se devora con la boca se estornuda con el olfato y se pinta con esos ojos
lunes, julio 12, 2010
LOS DOS
Azul despierto en la sangre. Se diluye de tensión la alcoba púrpura. El cuerpo es una nave extraña. Con capitanes sin cabeza y marineros sin corazon. Naufragamos como supimos hacerlo, naufragamos en un simulacro para no quemarnos los ojos cuando la batalla realmente ocurra. Naufragamos tanto que nos creímos naufragos, y luego acostumbrados al mar adentro, desaparecimos de nuestra vistas. Ya no eramos los que partimos de ese puerto sin palos, eramos otros, los dos.
domingo, julio 11, 2010
Santi-Amén
De la contemplación al hartazgo en un solo tranco.
De la búsqueda al desencuentro en dos santi-aménes.
Del letargo al olvido en una transición sin risa.
De querer todo a no querer nada en dos patadas
De olvidarse a ser olvidada en un segundo.
De quererse a ser querida en un principio, sólo la lejanía te hace mas pura, indeleble irreal. Solo el conflicto te hace mas humana mas viva, mas cuerda. La distancia te enloquece por irreal. La locura no siempre es el desamor de nosotras, a veces se rie de quien la mira como una ruta lejana que no llega.
Cuando el micro se detuvo, y la madrugada y el desafío y el vacío de la novedad de la madrugada de escarchas y despoblado, y el cartel nombraba un destino de dos palabras. Entonces Olivia llegaba.
Y era humana,
Había dejado de serlo. La distancia asi lo hizo.
De tenerse a no tenerse en un acelere.
Es tal vez un cristal partido la vida que hay qye recoger de a trozos antes de que valgan ellos menos que nosotros. Porque nosotros rompemos cristales para saber cuanto valen, y después tenemos toda la vida para ver que haremos con ellos.
Su bolso, su amiga, un departamento vacío en el medio de la distancia. Asi lo quiso. Asi lo quiere. Asi.
Que asi sea, entonces un Santi-Amén
De la búsqueda al desencuentro en dos santi-aménes.
Del letargo al olvido en una transición sin risa.
De querer todo a no querer nada en dos patadas
De olvidarse a ser olvidada en un segundo.
De quererse a ser querida en un principio, sólo la lejanía te hace mas pura, indeleble irreal. Solo el conflicto te hace mas humana mas viva, mas cuerda. La distancia te enloquece por irreal. La locura no siempre es el desamor de nosotras, a veces se rie de quien la mira como una ruta lejana que no llega.
Cuando el micro se detuvo, y la madrugada y el desafío y el vacío de la novedad de la madrugada de escarchas y despoblado, y el cartel nombraba un destino de dos palabras. Entonces Olivia llegaba.
Y era humana,
Había dejado de serlo. La distancia asi lo hizo.
De tenerse a no tenerse en un acelere.
Es tal vez un cristal partido la vida que hay qye recoger de a trozos antes de que valgan ellos menos que nosotros. Porque nosotros rompemos cristales para saber cuanto valen, y después tenemos toda la vida para ver que haremos con ellos.
Su bolso, su amiga, un departamento vacío en el medio de la distancia. Asi lo quiso. Asi lo quiere. Asi.
Que asi sea, entonces un Santi-Amén
Descielo
Desvío. Destierro de ruta llena.
Al costado del mar un río,
por encima tuyo, la pena.
No recorre el cielo el que lo encuentra sin buscarlo
ni se hace de demoras quien lo anhela sin tenerlo.
Te sacan de la tierra, como si te sacaran del cielo.
Desvío, destierro, descielo.
Al costado del mar hay un hombre
que nada a contra corriente.
Lo han hechado de la tierra
Y busca el cielo en el mar.
Anhela. Descielo
Al costado del mar un río,
por encima tuyo, la pena.
No recorre el cielo el que lo encuentra sin buscarlo
ni se hace de demoras quien lo anhela sin tenerlo.
Te sacan de la tierra, como si te sacaran del cielo.
Desvío, destierro, descielo.
Al costado del mar hay un hombre
que nada a contra corriente.
Lo han hechado de la tierra
Y busca el cielo en el mar.
Anhela. Descielo
Leones
Ningún dios te insultaría en minúsculas. Las minúsculas gotas de sangre, diminutas palabras reptando tras el sermón, esperan ser dichas en cualquier lenguaje. Para cada piel hay un azote. Para cada vínculo un desmiembre. Por si dudás de tu carne, allá, allá, bien allá afuera hay tres razones para dejarla en el camino y que se pudra. Pero no dudes, haceme caso. No hay mas vos que tu carne que se lastima y siente lo que siente. No hay mas vos alla afuera que los leones que te comen, como dioses buscando castigar las pieles que lo han herido. No le creas, ese león te miente. Se come tu carne cruda porque cree que su dios tiene en contra a tu carne.
sábado, julio 10, 2010
El canto del grillo
Alrededor de la ronda circular en la que algunos de los nuestros vociferaban y cantaban sones a ritmos distintos cada uno entre ellos, pero todos al unísono en el sentimiento de sacar hacia afuera esas voces que calaban hondo, cantábamos canciones a guitarra pelada y corazon hervido. A metros de la ronda, ya fuera del resgurado del fuego que nos convocaba un grillo emitía sus sonidos monótonos en timbre pero rítmicamente impredecibles.
Al finalizar la canción, el grillo seguía pidiendo ser acompañado en su canto. La luna hervía lejana, en silencio. Y nosotros nos quedamos en absoluto silencio interior, devanando el fuego con la mirada y escuchando el susurro del grillo que nos disparaba hacia otros incendios, hacia otros fogones, hacia otras quemas, hacia otras vidas.
Al amancer, ya no eramos nosotros mismos los que nos mirabamos las caras en la luz del día. Eramos grillos que buscaban ser cantados en la noche. Bajo la luna, vociferando.
Al finalizar la canción, el grillo seguía pidiendo ser acompañado en su canto. La luna hervía lejana, en silencio. Y nosotros nos quedamos en absoluto silencio interior, devanando el fuego con la mirada y escuchando el susurro del grillo que nos disparaba hacia otros incendios, hacia otros fogones, hacia otras quemas, hacia otras vidas.
Al amancer, ya no eramos nosotros mismos los que nos mirabamos las caras en la luz del día. Eramos grillos que buscaban ser cantados en la noche. Bajo la luna, vociferando.
Del abrazo de los ojos, al ojazo de los brazos
Lanza un grito desnudo, sin vida, mientras se desploma en el adoquinado que reviste la calle. Todos alrededor miran ese cuerpo que, primero erguido, ahora se desploma como bolsa llena de papas en el piso. Y hace un ruido, como de piedra. Y los ojos detenidos de la noche no alcanzan a extenderle la mano porque en su busqueda solo han encontrado la sorpresa y la parálisis. Esos ojos son como esos brazos, la mirada de los brazos nos sirve para abrazar algunas cosas en determinados momentos, pero son inútiles en otros. El abrazo de los ojos carece de sentido, porque a fin de cuenta, se sienta o no se sienta abrazado por las miradas echadas, ese cuerpo se desploma lo mismo, y nadie lo agarra.
jueves, julio 08, 2010
Tres fracasos sin respirar
Ayer el día cálido de verano, ese que puedo recordar mas en la piel que en la memoria, parecía irse. Recuerdo los viajes en tren a cualquier lado, los fogones interminables y la renuncia de la vida. Pero ayer, ese día se fue. Terminó hace tiempo, claro, pero nunca se había ido del todo. Siempre volvía a vuelo de pájaro, ese dia, digo a recordarme que estaba vivo, pues si estaba vivo el recuerdo, estoy vivo yo. Pero ayer, ese día, digo, se fue. Y con el, yo.
Solo hay tres fracasos dignos de mención cuando ese día que a veces vuelve ya no lo hace mas. El primero, haber sido alguna vez ese dia que brillaba; el segundo, haber dejardo de serlo; y el tercero y último, seguir deseandolo cuando se sabe imposible.
Los tres fracasos al mismo tiempo. Pero se demoran en hacer presentes, se regodean con sus pezuñas y me miran de reojo desde esa taza de café, rabia de espuma vaporosa, mientras espero que el futuro llegue en forma de otra vida a esta vida que ha fracasado sin respirar.
miércoles, julio 07, 2010
El mapa, el territorio y el después que se halla en el medio.
Soy un territorio vacío, nulo. Eternamente nulo. No hay pisadas que marquen caminos, ni caminos que marquen fronteras, no hay arboledas que contengan amaneceres ni edificios grises y plateados que reflejen ambos ambar atardecederes. No hay después en ese territorio imposible de conocer.
El mapa fue labrado con espanto, con gula como dibujando la tierra imaginada antes que la visitada. A rayones se descubrieron las montañas, los cerros, y a tachones los paisajes urbanos, los rios y los caminos. Se garabatearon las fronteras donde no habìa mas remedio y entondes el territorio estuvo poblado de escombros de certidumbre. Después de esa montaña, ahora sé que me puebla un bosque, porque el mapa lo dice.
Si este territorio viejo, conoce al mapa que lo describe entonces, no hay después mas sobrio para el caminante que lo recorre que dejarse ser llevado por la magia de los senderos.
Cuando somos esos caminantes, somos también el territorio. Si un mapa nos describe, estamos fritos: ¿ que absurdo garabato nos delineará los andares?
Prefiero ser un territorio vacío, una terra incognita que vaya a ningun lado. Que un mapa certero al lugar de siempre. Después, habrá tiempo para aprender a cartografiarse las mañas uno mismo.
El mapa fue labrado con espanto, con gula como dibujando la tierra imaginada antes que la visitada. A rayones se descubrieron las montañas, los cerros, y a tachones los paisajes urbanos, los rios y los caminos. Se garabatearon las fronteras donde no habìa mas remedio y entondes el territorio estuvo poblado de escombros de certidumbre. Después de esa montaña, ahora sé que me puebla un bosque, porque el mapa lo dice.
Si este territorio viejo, conoce al mapa que lo describe entonces, no hay después mas sobrio para el caminante que lo recorre que dejarse ser llevado por la magia de los senderos.
Cuando somos esos caminantes, somos también el territorio. Si un mapa nos describe, estamos fritos: ¿ que absurdo garabato nos delineará los andares?
Prefiero ser un territorio vacío, una terra incognita que vaya a ningun lado. Que un mapa certero al lugar de siempre. Después, habrá tiempo para aprender a cartografiarse las mañas uno mismo.
martes, julio 06, 2010
Retos de agua que se escapa al llorar la última de las inocencias
La inocencia es un reto oscuro. Destinado o destinada a fracasar, se viste de sombra rancia y se mece en cunas rígidas, para despues dormirse antes de que sea otro día. Cuando me incorporo, de espaldas al sol, con la piel marcada por el tiempo, la veo hermosa, radiante, con una piel similar a las que no han tocado nada. Una piel como de agua. La toco con las dos manos y no la toco con ninguna, porque no es como de agua la piel de esa inocencia, ni es niña ni niño ni llora en mis brazos, quiero abrazarla como si fuera la última vez que abrazara a mi padre, y no se si es del llanto pero del abrazo termino con el pecho mojado y es la inocencia que se ha ido, entre otras cosas, como agua entre las manos.
domingo, julio 04, 2010
Si se me ocurre
Si se me ocurre decir que la soledad no es un estado, sino una decisión, entonces será lejano el momento en que pueda entender que no decido en que estado me encuentro. Yo decido, tu decides, el decide. Como a regañadientes observo unas palomas pasando a traves de la cúpula. Se anidan, hacen sus ruidos, revolotean y se pelean. No están solas, se pelean. Un palomo herido dibuja de espaldas con su plimaje repleto de mugre una imagen en el cielo del edificio. Es una cúpula antigua que albergó miles de solitarios en busca de paz. Camino un par de pasos y el eco me recuerda que estoy ahi, te juro que ya lo había olvidado. Una sustancia blanca y negra con cossistencia de tempera y olor a amoníaco cual lava caliente me toca los pelos grises, cae por mi frente, se incrusta en mi anetojo, y me toca los labios.
- Mierda ! - digo.
Y la mierda retumba en esa soledad.
- Mierda ! - digo.
Y la mierda retumba en esa soledad.
sábado, julio 03, 2010
Una forma fácil de dejar atrás el recuerdo
Mirar con ojos de destino, tomarlo con maños de niño, besarlo con boca de mujer, lamerlo con lengua de perro, acariciarlo con oidos de músico, acogotarlo con dientes de asesino, desvirgarlo con ansias enormes de que nunca vuelva a gritarte como te gritó, de placer o de lo que sea porque un recuerdo virgen es el peor de los suplicios para quien quiere meterse en la cama a olvidar lo que ha hecho.
Dije que es fácil. Miento. Hay recuerdos que no se destierran, se acumulan bajo las sábans o se hunden unas leguas bajo el cesped, pero persisten en la memoria tajante del quien los hace vivos. Los recuerdos, como los amores, se hacen y no se olvidan.
Herida de vida (Cancion de desamor)
Azul. Roto, un hilo sin vueltas es río en la sonrisa de ella. Descansa una mañana como muchas, muchacha pálida de voz tangente que imagino lejana mar adentro. Risueña eterna de pies de niña, adorada la sombra que te envenena.
Azul. Despierto, el olvido juega con nosotros, los viejos hombres. Palabra de honor, honor de la vida, la vida herida. Risueña de pecas sonrisa de hombre interior. Descalza repite y mdelira de fiebres y tose la muerte que se viene, delira y me llama por nombres que no puedo ser nunca. La imagino vieja y me imagino viejo. Y no quiero que ella sea vieja ni quiero ser yo ese viejo. La vida es una herida a punto de morirse. Los puntos del alma no tienen sutura, a esta altura, yo ya he perdido. Seré viejo. Pero sin ella, que se muere entre mis brazos. Herida de vida, después vendrán otras. Y esas otras, traerán mas vida herida.
Azul. Despierto, el olvido juega con nosotros, los viejos hombres. Palabra de honor, honor de la vida, la vida herida. Risueña de pecas sonrisa de hombre interior. Descalza repite y mdelira de fiebres y tose la muerte que se viene, delira y me llama por nombres que no puedo ser nunca. La imagino vieja y me imagino viejo. Y no quiero que ella sea vieja ni quiero ser yo ese viejo. La vida es una herida a punto de morirse. Los puntos del alma no tienen sutura, a esta altura, yo ya he perdido. Seré viejo. Pero sin ella, que se muere entre mis brazos. Herida de vida, después vendrán otras. Y esas otras, traerán mas vida herida.
Herida de yerba (Cancion de amor)
Los ojos llenos de sal, la vida que te pegás, la sonrisa de los viejos días. Quizás no quieras saber que atrás de todo está él, escupiendo lo que no te obliga. La cicatriz es mortal, el hombro quiere sangrar, escupe el valle y se olvida todo. Luchó amó y fue felíz; rió, sangró y siguió al fin, mirando el mundo desde su herida.
Acarició los yuyos bravos, rojos sangre. Curó sangrantes hombres rojos y soldados. Miró una guerra ajena herido de vida. Aplicó su medicina en viejos casi muertos.
Una bala lo atrapó, cuchilla en mano mató, su sangre verde brota roja. El destinó lo olvidó, el viejo lobo del sol, quedo agarrado a su yerba rota. Aquel recuerdo voló como en un trago de alcohol, llorando las penas sólas. Mañana será mejor, amargo el verde dolor, después de toda la yerba herida.
Acarició los yuyos bravos, rojos sangre. Curó sangrantes hombres rojos y soldados. Miró una guerra ajena herido de vida. Aplicó su medicina en viejos casi muertos.
Mañana será mejor, amargo el verde dolor, después de toda la yerba herida.
viernes, julio 02, 2010
La luz apagada
Una sospecha es algo invisible, pero no impalpable. Los dedos la acarician con sus yemas y la palpan en la oscuridad del silencio de no querer decirse a uno mismo que hay algo de lo que se sospecha. A veces esos dedos son propios, son nuestras propias manos las que en un lapso de inseguridad acuden al grito silente de no saber que tocar para saber si ahy algo alli dentro o si es todo una fantasía. Otras, esos dedos no son nuestros, la mejor de las veces somos tocados por yemas cuyas manos pertenecen a seres que reconocemos como parte de nuestra vida. Entonces dudamos, nos ponemos colorados, sudamos y tememos, pero estamos cuerdos y el temor que naufraga en esa sospechaes un temor que lejos de dañar, realimenta la constante búsqueda de la cordura. Pero a veces esos dedos son de seres que no conocemos, o peor aún. Pertenecen a manos de aquellas personas que no sabemos si en verdad existen. La sospecha de que exista una sospecha se transform,a en la sospecha de que existan esos dedos que papan en la oscuridad, porque no podemos ver a ese ser que imaginamos monstruo o quimera pero sin embargo le dejamos la sospecha abierta para que palpe nuestras fauces. La locura es cercana, al prender la luz se habrá desvanecido toda fantasía y toda sospecha. Me imagino que la oscuridad es la mejor de las costumbres para deshacerse de certezas que nos hacen desvanecer en la sospecha de que ya hemos nacido, pero de que todavía estamos muertos.
martes, junio 29, 2010
¿Quien te quita lo bailado?
A la memoria de Don José Saramago,
que en paz descanse
"Si las copas traen consuelo,
aqui voy con mi desvelo para ahogarlas de una vez"
Si arrepentirse es darse cuenta que el cielo que miraste al pensar todo lo que pensaste luego que esa lluvia de vidrios te mojo la piel interior, no es al fin y al cabo el mismo cielo que ahora escupís con ternura en el rostro, porque ya no te quema las pieles, entonces descubrir que has hecho lo correcto es esa penumbra que te ilumina cuando esa noche pasa y el día nuevo viene, y todo lo que escupe el cielo es lo que te hace darte cuenta que no vale la pena arrepentirte de quedarte sólo un rato mas esperando que el amanecer amanezca y el anochecer anochezca, porque a fin de cuentas la única diferencia entre crecer y no crecer es avivarse de que esa lluvia de vidrios se llama dolor, que esa piel interior es la única que tenemos y que esa penumbra es el amor por los que amás. Ni bien te des cuenta de eso, quizas te arrepientas de haber vivido. Pero ya no vale la pena, porque ya no sos lo mismo, ahora sos el vidrio que le corta la piel a otros tantos, que lejos de arrepentirse, te agradecen que les cuentes a tu manera, de ese cielo, de esa piel y de ese amor. Tengo miedo, mucho miedo de ser de vidrio. Tengo pánico de ser de piel, y ni te cuento de ser esa penumbra, porque no hay luz que la alumbre ni vidrio que la contega, ni piel que la proyecte. Orbita quieta y sola, esa penumbra con olor a rocío, con textura de lluvia y aliento a muerte, para que cuando te ilumines, sepas que tarde o temprano, no habrá luz que la pueda generar. Estarás bien muerto entonces, bien muerto con la exacta certeza de que no podes arrepentirte de nada, porque no hay mejor oscuridad que la de un sin sombra ¿Quién te quitará la penumbra?
domingo, junio 27, 2010
Muerte III
"no habrá ninguna igual,
no habrá ninguna"
Se descalza los zapatos detrás del biombo de madera antes de acostarse. Se desprende la blusa azul de un santiamén y en el lapso de otro, ya tiene puesto su atuendo de dormir. Un camisón negro que le cubre desde los tobillos hasta el flaco rostro pálido e iluminado, que le retiene la cabellera negra. Se acurruca al rededor de unas cobijas malolientes de tantos días sin aseo. Espera. Ella ya viene. Le besará la frente como ninguna antes lo ha hecho. Le acariciará los pies helados. Y la abrasara, de brasas y sin brazos, en silencio. Hasta que todo calle.
Femenina. Aquella muerte seductora vendrá a besarla, como ninguna la ha besado.
sábado, junio 26, 2010
Con probar...
Con probar no pierdo nada. Se dice a si misma. Se miente. Un rubor azulado le sube por la cara blanca, pero no pálida. Se ata los cordones de las zapatillas en el medio de la acera y cerquita está la boca del metro. Se imagina tomando ese metro en la estación Callao y emergiendo en el Callao de antaño, o mejor aún contempla la posibilidad de luego de horas de vieje subterraneo, aparecer en Colonia, alemania.
En su mano lleva un mapa del universo mismo, se lo vendieron en el metro el otro dia. Quizás el último subte a rosario aún no haya pasado.
El problema de esas rutas es que las combinaciones son peligrosas. Piensa y se cree que es Verne en veintemilleguas al centrode la tierra. Yo no voy tan lejos se convence. Se peina la gris cabellera se acomoda los lentes cuenta hasta tres y baja por la escalera automática de esa boca.
Con perder no pruebo nada, se dice y se ríe. Del furcio, o no tanto.
En su mano lleva un mapa del universo mismo, se lo vendieron en el metro el otro dia. Quizás el último subte a rosario aún no haya pasado.
El problema de esas rutas es que las combinaciones son peligrosas. Piensa y se cree que es Verne en veintemilleguas al centrode la tierra. Yo no voy tan lejos se convence. Se peina la gris cabellera se acomoda los lentes cuenta hasta tres y baja por la escalera automática de esa boca.
Con perder no pruebo nada, se dice y se ríe. Del furcio, o no tanto.
Muerte II
No es el llanto el que me llega ahora que imagino todo cuando ha sido y no es. No es el desamor lo que trepa con cizaña y enrieda como rocío escarcha y hielo el sábado grisáceo de hace varios años. No se como pero con los ojos tibios recorro este momento. Grito en silencio, sin fuerzas, elaboro un plan maestro para no caerme en la pirueta. Pero las palabras que me digo no sobran ni faltan. Simplemente no hacen falta. No hacer falta no es para nada lo mismo que sobran o faltar. Si sobran, no es que no hagan falta. Si sobran, son indiferentes. Si faltan, se necesitan. Si no hacen falta, es tibio. Estando sobran y molestan. Faltando Faltan y devoran.
Me callo entonces y sigo sufriendo esa vieja muerte que me vi venir hace unos años y que ahora, en este mismo instante ocurre.
Me callo entonces y sigo sufriendo esa vieja muerte que me vi venir hace unos años y que ahora, en este mismo instante ocurre.
Muerte I
El cuerpo sin vida. Imagen pura de un deshielo atroz, sonrió desde la nada. Desde la misma nada sonríe un cuerpo muerto, que no es lo mismo que un cadaver. La cara blanca resplandeciente de uno que recién acaba de dejar su óbolo al mismo Hermes y que recién ha naufragado como balsero del Hades. Me sonríe el cuerpo del otro lado del vidrio. Me sonríe a mi mismo que no tengo nada de que reirme. No: No soy un degollado. Aca el muerto no se ríe del degollado. Acá no hay un muerto, hay un cuerpo muerto. Leer estas palabras, las últimas que el me dijo que transcribiera, es entrar de a poco en su terreno, de a poco en su oscuridad que encandila. La palabra se queda quieta en ese rincón oscuro del silencio. Se queda fría helada, la palabra duele por eso hago silencio. Y si la palabra duele es porque hay un cuerpo que ya no quiere sentir nada. Nada. Yo no lo entiendo. Solo transmito de a poco y casi telegráficamente sus palabras. Las que el me dijo.
No lo enttiendo, pero las ganas de llorar me vienen igual. Me pregunto si abrazar a un muerto es abrazar a algo o a alguien. Pero repito. El no es un muerto. El es un cuerpo muerto, que no es lo mismo. Pero sonríe. Lo abrazo y sonríe. Me lo imagino. Tanto repetí estas palabras que me lo imagino. El, lo ha visto. Yo no. Yo no entiendo. Solo soy un escriba, el medio por el cual sus palabras van y vienen.
No lo entiendo. No entiendo nada pero repito, como un lorito, asi me acostumbro. El sabe de estas cosas. El quemacuerpos con los ojos tristes, mataganado y perdido con un destello de dedos calmos. El es la misma bestia que ahora, está muerta y mira tras del vidrio.
No. No es vitrina. No es un bestiario de sueños descangayados o un zoológico de almas en pena. Es la vieja y querida muerte que nos va matando de a poco a todos.
Si no queres que entre en tu vino, no sigas leyendo.
Ni te preocupes por mi.
Yo ya estoy muerto.
No lo enttiendo, pero las ganas de llorar me vienen igual. Me pregunto si abrazar a un muerto es abrazar a algo o a alguien. Pero repito. El no es un muerto. El es un cuerpo muerto, que no es lo mismo. Pero sonríe. Lo abrazo y sonríe. Me lo imagino. Tanto repetí estas palabras que me lo imagino. El, lo ha visto. Yo no. Yo no entiendo. Solo soy un escriba, el medio por el cual sus palabras van y vienen.
No lo entiendo. No entiendo nada pero repito, como un lorito, asi me acostumbro. El sabe de estas cosas. El quemacuerpos con los ojos tristes, mataganado y perdido con un destello de dedos calmos. El es la misma bestia que ahora, está muerta y mira tras del vidrio.
No. No es vitrina. No es un bestiario de sueños descangayados o un zoológico de almas en pena. Es la vieja y querida muerte que nos va matando de a poco a todos.
Si no queres que entre en tu vino, no sigas leyendo.
Ni te preocupes por mi.
Yo ya estoy muerto.
punto, aparte.
Aparte del punto detras de una recta hay un infinito aquellarre de sonámbulos esperando despertarte la oracion descansa sin sentido entre dos diminutos pedazos de tinta o de bits o de pixeles que simulan la detención ese silencio en espera es automático poner los puntos para cortar la frase y despues mayuscular (ya se está mal dicho) la letra que sigue y seguir marcando el terreno de como se dice lo que se dice por porque poner puntos a frases que no sabemos bien como decir si a fin de cuenta uno se calla cuando se cansa y uno es yo que no dice yo sino uno por costumbre y por costumbre hay puntos que van donde no van y vienen donde van y asi yo cree que uno va y viene y yo se cansa y uno corre y se pelea y uno y yo es-lo-mismo-a-veces-pero-no-siempre y yo veces no sabe cuando callarse los dedos salvo cuando me cansa uno a mi como ahora y punto (se cansó uno y me cansé yo).
punto muerto
Detrás de ese sol hay un puto recuadro que me recuerda que llegar hasta el es quemarme vivo. Está colgado como un letrero luminoso que decora una marquesina, pero no como una señál de alarma. Mas duele mas ansía. En pasado. Quema el fuego para no volver y vuelve a quemarse. Sangra un rato la bestia que quiere comer carne cruda y se aviva que las palabras le hacen falta como dos mimos mudos. Saber distinguir entre el bien y el mal no es para él, ni para mí ni para nadie. No se puede quemar el fuego. No se puede entender que hay atrás de ese sol martir de penas crudas. Y la palabra que elijo (la primera persona es tan ficticia como la última) es siempre la misma. No es piromanía ni desacato. No es burla ni entrecasa. Brotadespacio y se asegura en cinutorones rotos porque atras de un abrigo hay un frìo helado y atrás de un amgo hay una sombra que se fué (la sombra del amigo).
Detrás de ese solo hay otro puto recuadro que no leo de lo ebrio que me encuentro, y parece facil llegar hasta esa puerta, y atrás de la puerta un campo, verde el resto de los días. Ares y la mar en coche. Mercurio el sol y mas allá, quemarse un poco las tripas y darse cuenta que no hay gasoil para los días negros ni hay letreros que te avisen que frenar es frenar, ni hay pedal que te asegure que el freno es el freno, marcha atrás o primera, y después el barro, la nada, la mierda. Esto no es un auto ni es un sol, ni esta es una calle, ni una ruta, este es un viaje que de vuelta se olvida que no hay que moverse para morirse ni hay que quedarse quieto para ponerse en punto muerto. Y tal vez solo tal vez quedarse en pose-de-no-pasa-naranja, es la imagen mas ridícula pero mas útil tras tanta fruta podrida en cajones que esperan abrirse. A-moverse-que los melones-seacomodan-sólos. Minga.Minga.Minga.
El sol te quema lo mismo te acomodes en reversa o gires en U o vayas ensimismado en un giro de cuatrocientoscincientasiglos sino queres seguir leyendo las cosas que no queres escribir o sino queres darte cuenta que estas tanquemado como el letrero que indica quelsol te quema entonces no hay puntos ni comas que te cuenten que paraste el coche y te hiciste bizcocho en la avenida ruidosa porque hace rato que aunque aca no haya puntos vos sos un punto muerto bien muerto.
Detrás de ese solo hay otro puto recuadro que no leo de lo ebrio que me encuentro, y parece facil llegar hasta esa puerta, y atrás de la puerta un campo, verde el resto de los días. Ares y la mar en coche. Mercurio el sol y mas allá, quemarse un poco las tripas y darse cuenta que no hay gasoil para los días negros ni hay letreros que te avisen que frenar es frenar, ni hay pedal que te asegure que el freno es el freno, marcha atrás o primera, y después el barro, la nada, la mierda. Esto no es un auto ni es un sol, ni esta es una calle, ni una ruta, este es un viaje que de vuelta se olvida que no hay que moverse para morirse ni hay que quedarse quieto para ponerse en punto muerto. Y tal vez solo tal vez quedarse en pose-de-no-pasa-naranja, es la imagen mas ridícula pero mas útil tras tanta fruta podrida en cajones que esperan abrirse. A-moverse-que los melones-seacomodan-sólos. Minga.Minga.Minga.
El sol te quema lo mismo te acomodes en reversa o gires en U o vayas ensimismado en un giro de cuatrocientoscincientasiglos sino queres seguir leyendo las cosas que no queres escribir o sino queres darte cuenta que estas tanquemado como el letrero que indica quelsol te quema entonces no hay puntos ni comas que te cuenten que paraste el coche y te hiciste bizcocho en la avenida ruidosa porque hace rato que aunque aca no haya puntos vos sos un punto muerto bien muerto.
Crónicas de Voz en Off (Aclaraciones 1)
Escribió el cuyano una vez...
Todo empezó una tarde con un libro de Gorriti. Si usted no sabe quien es, a buscarlo se ha dicho. Yo no escribo esto para avivar giles. Me entusiasme con una de sus historias. No fue hace tanto, esos libros se editaron hace poco. Gorriti vive en Lima. Pero escribe de esta cosa rara que es Buenos-Ayres y de la patria y eso.
En uno de los cuentos que nunca se publicaron, Gorriti cuenta una historia, extraña, como todas las suyas. No hay guerra en esa historia. Tampoco hay amor. Nunca se publicó, a mi me la alcanzó José. Nunca se publicó...
Y ahi fui a buscar, a hurgar y aparecieron pistas. Y parecía algo lindo para ser escrito. Y llegue a la casa de Ramirez. i el resto ya lo conocen.
Todo empezó una tarde con un libro de Gorriti. Si usted no sabe quien es, a buscarlo se ha dicho. Yo no escribo esto para avivar giles. Me entusiasme con una de sus historias. No fue hace tanto, esos libros se editaron hace poco. Gorriti vive en Lima. Pero escribe de esta cosa rara que es Buenos-Ayres y de la patria y eso.
En uno de los cuentos que nunca se publicaron, Gorriti cuenta una historia, extraña, como todas las suyas. No hay guerra en esa historia. Tampoco hay amor. Nunca se publicó, a mi me la alcanzó José. Nunca se publicó...
Y ahi fui a buscar, a hurgar y aparecieron pistas. Y parecía algo lindo para ser escrito. Y llegue a la casa de Ramirez. i el resto ya lo conocen.
Crónicas de Voz en Off (Parte-Cuatro)
Si por un instante me alejara de esos días, creo que los entendería mejor. Confiesa. Esta vez en voz alta. Como si algo le hubiera cambiado. El semblante frío, agotada, extenuada, Catalina habla y habla; ya no es ella.
Pero no me puedo alejar. Me quedé ahí. Soy esa Catalina, no ésta. ¿Me entiende joven?
El joven hace como que sí. Pero no, no puede. Lo entenderá recién cuando haya pasado los cuarenta si es que llega, si es que la patria lo deja. No entiende. Pero le miente. Le dice que sí. Se hace pasar por viejo, por sabio, por zorro, por diablo. Tiene mañas el Cuyano.
....
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Que va a entender usted, es muy chico. ¿Que edad tiene a ver? El calla, el que calla otorga. La suficiente pero no la necesaria, le remata. Y ella cede. No sabe aque pero cede. los noventailargos en el milochociecientossetentaialgo son como mucho, como demasiado. Ya excede el vejestorio, se pasa de ello. Es como un museo viviente : un fósil.
El quería ganarse su corazón para que ella le contara el amorío. Lo que no sabía el cuyano es conocer los detalles de ese amorío, implicaba indefectiblemente meterse en otro : imposible.
...
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Pero no me puedo alejar. Me quedé ahí. Soy esa Catalina, no ésta. ¿Me entiende joven?
El joven hace como que sí. Pero no, no puede. Lo entenderá recién cuando haya pasado los cuarenta si es que llega, si es que la patria lo deja. No entiende. Pero le miente. Le dice que sí. Se hace pasar por viejo, por sabio, por zorro, por diablo. Tiene mañas el Cuyano.
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Que va a entender usted, es muy chico. ¿Que edad tiene a ver? El calla, el que calla otorga. La suficiente pero no la necesaria, le remata. Y ella cede. No sabe aque pero cede. los noventailargos en el milochociecientossetentaialgo son como mucho, como demasiado. Ya excede el vejestorio, se pasa de ello. Es como un museo viviente : un fósil.
El quería ganarse su corazón para que ella le contara el amorío. Lo que no sabía el cuyano es conocer los detalles de ese amorío, implicaba indefectiblemente meterse en otro : imposible.
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Cronicas de Voz en Off (Parte 5)
Se despierta y sonríe. Le toca de nuevo visitarla, a ella a la inmortal. Cada día una novedad. Ella que en sus ojos guarda los secretos de la patria. Ni Thompson, ni Azurduy ni Gorriti, nadie despliega los secretos heroicos de la tierra como Ramirez. Dicho así, suelto, el apellido solitario, desconociendo la procedencia, rememora en su mente a un barbudo caudillo de la de Entre-Ríos, Pancho. Con quien el joven periodista no tuvo el gusto pues el caudillo tuvo la displiscencia de morirse medio siglo antes. Se despierta y sonríe. Llueve a cantaros en esa Buenos-Ayres fría y húmeda y polvorienta y llena de barbarie. Pero el ríe igual. ¿Se habrá enamorado de un fantasma? Lo piensa, pero no se lo creé. Se acuerda del sol Sanjuanino. Y se pone a llorar. Santa Rosa, piensa. La puta que lo parió.
Vive por unos días en la casa de un amigo que es el que le consiguió el trabajo en el diario, bajo el mote de cuyano, dia tras día rebusca historias en los vericuetos de esa ciudad que va creciendo. Putea por lo bajo. Porque llueve.
¿Que tenés con la vieja? lo interpela su amigo.
-No te lo puedo explicar. Es como un viaje al pasado. Como una fantasía. Su amigo, sentado en la mesa se sonríe. Le alcanza un mate con azucar, labrado.
-¿Yerba paraguaya?- ¿Donde conseguiste? Un amigo, la trae de Asunción. Ahora que estan las cosas bravas, vos te traés esto.
-Pero es rica, que va a hacer.
Todo tiene un secreto, mi amigo.
-José! me tengo que ir a visitar a la doña. Después la seguimos.
Cuando guste.
Vive por unos días en la casa de un amigo que es el que le consiguió el trabajo en el diario, bajo el mote de cuyano, dia tras día rebusca historias en los vericuetos de esa ciudad que va creciendo. Putea por lo bajo. Porque llueve.
¿Que tenés con la vieja? lo interpela su amigo.
-No te lo puedo explicar. Es como un viaje al pasado. Como una fantasía. Su amigo, sentado en la mesa se sonríe. Le alcanza un mate con azucar, labrado.
-¿Yerba paraguaya?- ¿Donde conseguiste? Un amigo, la trae de Asunción. Ahora que estan las cosas bravas, vos te traés esto.
-Pero es rica, que va a hacer.
Todo tiene un secreto, mi amigo.
-José! me tengo que ir a visitar a la doña. Después la seguimos.
Cuando guste.
Cronicas de Voz en Off (Parte 3)
-Lo voy a aburrir con mis cosas- le susurró al oído.
El mas chíco de los jóvenes Soler, se reía sólo. La escuchaba y se reía solo. No reía ni de miedo ni de gracias, reía de espanto. Era temprano ese día y ella salía de la Academia como todos los martes. Caminaba por las callecitas verduzcas y hediondas esquivaba los charcos, saludaba a todo el mundo y llegaba a la casa donde su madre, la Matrona, la esperaba, inquieta, esperando mas que no hiciera correrías que a su hija misma.
La mama, si, la mama, la esperaba en la cocina con la criada. La última de las esclavas que pisó con ese título, la ciudad de Buenos-Ayres.
Ese día Catalina desvió su rumbo unos metros y en lugar de entrár por el enorme y pesado portón, dobló por la esquina y se metíó en la fonda. No le avisó a nadie que iba allí, salvo a aquel que la esperaba sentado en una mesa, que discutía con el mesonero fervientemente.
Se trataba de un hombre apuesto y que llevaba algo parecido a un traje de gala que desentonaba con el lugar.
Se saludaron a la distancia, con un gesto cómplice, sin el sobresalto de esperar mirarse. Ella traía unas partituras nuevas, una cosa rara que estaba estudiando. El, andaba con libracos también novedos, del derecho de las gentes. Tenía el cabello enrulado, él, tirando a largo y una barba descuidada. Tenía el cabello atado, ella, tirando a castaño, y una mejillas rojas de tan blancas.
Se sentaron enfrentados, en el tablón, como desconociendosé. Enderededor era todo un bullicio. La fonda cobraba vida a esas horas.
-Mañana me voy- Dijo el mirando su libro.
-Pero vuelve- Como siempre vuelve, le retrucó.
-No se, nadie lo sabe-
-Yo lo sé- reflexiona.
Lo bueno de estar acá es que nadie nos busca piensa ella y lo mira, de refilón. Él, que entiende mucho el leguaje de gestos, la sorprende con un no rotundo al mover la cabeza. Catalina se extraña. Frunce el ceño. Le pide una explicación, le suplica encarecidamente alguna explicvación con la mirada porque ese gesto le devora las entrañas.
Soler, calmo. Saca de su bolsillo una pluma y anota unos garabatos en el libro que lee, y se los muestra. Catalina primero se ríe, después se sonroja y por último se asusta.
-Por fin el gallego trae el café- Bromea él. Cortando el susto.
Mientras el mozo se acerca a ellos y deja el brebaje.
Se escucha una campana.
Es tarde para mí, dice ella. Para mi es tarde hace rato, retruca el, con buen tino.
Ella le besa la mejilla en tono de despedida evitando rozar con su boca la barba polvorienta.
¿Perfume francés? Pregunta el.
Me lo trajo un amigo, un regalo.
El mas chíco de los jóvenes Soler, se reía sólo. La escuchaba y se reía solo. No reía ni de miedo ni de gracias, reía de espanto. Era temprano ese día y ella salía de la Academia como todos los martes. Caminaba por las callecitas verduzcas y hediondas esquivaba los charcos, saludaba a todo el mundo y llegaba a la casa donde su madre, la Matrona, la esperaba, inquieta, esperando mas que no hiciera correrías que a su hija misma.
La mama, si, la mama, la esperaba en la cocina con la criada. La última de las esclavas que pisó con ese título, la ciudad de Buenos-Ayres.
Ese día Catalina desvió su rumbo unos metros y en lugar de entrár por el enorme y pesado portón, dobló por la esquina y se metíó en la fonda. No le avisó a nadie que iba allí, salvo a aquel que la esperaba sentado en una mesa, que discutía con el mesonero fervientemente.
Se trataba de un hombre apuesto y que llevaba algo parecido a un traje de gala que desentonaba con el lugar.
Se saludaron a la distancia, con un gesto cómplice, sin el sobresalto de esperar mirarse. Ella traía unas partituras nuevas, una cosa rara que estaba estudiando. El, andaba con libracos también novedos, del derecho de las gentes. Tenía el cabello enrulado, él, tirando a largo y una barba descuidada. Tenía el cabello atado, ella, tirando a castaño, y una mejillas rojas de tan blancas.
Se sentaron enfrentados, en el tablón, como desconociendosé. Enderededor era todo un bullicio. La fonda cobraba vida a esas horas.
-Mañana me voy- Dijo el mirando su libro.
-Pero vuelve- Como siempre vuelve, le retrucó.
-No se, nadie lo sabe-
-Yo lo sé- reflexiona.
Lo bueno de estar acá es que nadie nos busca piensa ella y lo mira, de refilón. Él, que entiende mucho el leguaje de gestos, la sorprende con un no rotundo al mover la cabeza. Catalina se extraña. Frunce el ceño. Le pide una explicación, le suplica encarecidamente alguna explicvación con la mirada porque ese gesto le devora las entrañas.
Soler, calmo. Saca de su bolsillo una pluma y anota unos garabatos en el libro que lee, y se los muestra. Catalina primero se ríe, después se sonroja y por último se asusta.
-Por fin el gallego trae el café- Bromea él. Cortando el susto.
Mientras el mozo se acerca a ellos y deja el brebaje.
Se escucha una campana.
Es tarde para mí, dice ella. Para mi es tarde hace rato, retruca el, con buen tino.
Ella le besa la mejilla en tono de despedida evitando rozar con su boca la barba polvorienta.
¿Perfume francés? Pregunta el.
Me lo trajo un amigo, un regalo.
Inicio
-Un botón de color ocre te separa del mundo- Me dijo ella.
Me miraba consternada porque todo se le derrumbaba, pero sin embargo me hablaba de cualquier otra cosa.
Charlamos un rato de botones, de interfaces y de otras mierdas que no venían al caso.
Aún no hay tecnología ni botones para empezar todo de nuevo.
Me miraba consternada porque todo se le derrumbaba, pero sin embargo me hablaba de cualquier otra cosa.
Charlamos un rato de botones, de interfaces y de otras mierdas que no venían al caso.
Aún no hay tecnología ni botones para empezar todo de nuevo.
Precipicio
Lanza hacia afuera con todas sus fuerzas aquella soga oscura que permitirá que Rubén se agarre fuerte de ella mientras el vèrtigo le perturba la visión. Escucha nombrar su nombre como si alguien lo llamara para despertarse, y se aferra tibiamente a la tela que se hunde entre sus manos, rugosa y húmeda y transpira el chico mientras da bocanadas entre los rayos de luz y tose y la soga entre sus manos es almohada y despierta, tiritando.
Beneficio
Responde el teléfono sin ganas. En su celular un numero desconocio amenaza molestar con la duda intangible de que sea el que sea, me quedo con la duda de quien fue.
Le contestan del otro lado. Le monologan un rato. Total ella no paga. Paga el del otro lado. Sea quien sea.
Le dicen cosas al oido (a donde sino). Pero no le susurran, le gritan, le gritan, pero no porque se enojaron, sino porque estna desesperados. Una voz del otro lado del satélite distorsionada y oblicua repita frases que Clara ahora prefiería no poder repetir. Es como una masacre. En algun lado hay una masacre, un incendio un algo.
Se imagina todo eso mientras mira el numero desconocido.
Me quedaré con la duda. Piensa.
Su ringtone es una sirena.
Le contestan del otro lado. Le monologan un rato. Total ella no paga. Paga el del otro lado. Sea quien sea.
Le dicen cosas al oido (a donde sino). Pero no le susurran, le gritan, le gritan, pero no porque se enojaron, sino porque estna desesperados. Una voz del otro lado del satélite distorsionada y oblicua repita frases que Clara ahora prefiería no poder repetir. Es como una masacre. En algun lado hay una masacre, un incendio un algo.
Se imagina todo eso mientras mira el numero desconocido.
Me quedaré con la duda. Piensa.
Su ringtone es una sirena.
Maleficio
Guay. El ojo no te mira. Revienta de amor. Pero no te mira. Sabe que ellos te esperan. Pero no te mira. Rechaza toda concreción posible. Pero no te mira. Se cree que te mira. Pero no te mira. Me importa menos creer que lo que creo es lo que necesito que hacer de cuenta que nesecito lo que creo. Creo lo que creo. Necesito lo que necesito y punto. Aparte, que otra circunstancia te aleja mas de tus hijos que vos mismo, boludo?
Andrea se levantó de repente asustada, como si la verdad revelada le escupiera el asado. Se arreglo los lentes, se miro en el espejo retrovisor, hizo el gesto cordial de un hasta luego, y se fué.
Ejercicio
La madrugada del 2033, un personaje me vino a buscar. Me agarró desprevenido el guacho. Me cazó de las chuzas crecidas, y me dijo con su voz extraña (la habia imaginado mil veces pero nunca la había oído).
-Nunca más me hagas matar a mi vieja, me escuchaste limado, todavía no te diste cuenta que yo la quiero!!!
Ni bien dijo eso desapareció de mi vista. No supe mas de él. No volví a escribir más sobre adolecentes cansados de crecer que matan madres por ahi. Me asusté mucho. No volví a escribir hasta hoy. Pasaron no- se-cuantos años. Ahora estoy viejo y tengo más miedo aún. Creo que nunca terminé esa historia. No es tiempo de retomarla, Esteban nunca mató a su madre. ¿Porque no vendrá ella a buscarme?.
-Nunca más me hagas matar a mi vieja, me escuchaste limado, todavía no te diste cuenta que yo la quiero!!!
Ni bien dijo eso desapareció de mi vista. No supe mas de él. No volví a escribir más sobre adolecentes cansados de crecer que matan madres por ahi. Me asusté mucho. No volví a escribir hasta hoy. Pasaron no- se-cuantos años. Ahora estoy viejo y tengo más miedo aún. Creo que nunca terminé esa historia. No es tiempo de retomarla, Esteban nunca mató a su madre. ¿Porque no vendrá ella a buscarme?.
Metal y carnaval
"Falsa escuadra en la pared,
fe de higado"
Mas loco que un chivo loco. Chivo en el aroma y en el escalde. Desvaría melodías sucias. Respinga y respira. Cree que todo lo que hace esta bien. No se equivoca. No se equivoca nunca. Nunca. Nunca. Nunca. (Se pregunta si repetir la nulidad es anularla mas o menos). No se contesta. Mas loco que un oso. Mas solo celoso. Osa asomarse al balcon donde las guirnaldas y las luces de colores vuelgan, y alquiló un disfraz para la ocasión, se cree que está bien salir así a la calle a empomar un poco todo el cielo de disfraz de irreverencia, y cae en la cuenta de que atrás de la verdad no hay límite que le deje acelerar.
Yo lo vi irse, una tarde, de la pensión de Riobamba. Todavía se festejaba Carnaval en la ciudad. Lo vi irse vestido de negro, emperifoyado con grampas cromadas en los aleros del cuerpo. Lo vi cabecear con su melena prístina y demoníaca. Lo ví adolescente, matandopadresporahi, (siempre los suyos claro). MAs loco que un chivo escribo y lo veo irse de la pensíón una madrugada mientras el Mozo me pide que me vaya porque no me entiende que necesito escribir estas ultimas cosas antes de que se me escape la imagen y me vuelva yo mas loco que un chivo roto. Culo sucio.
Nota: El mozo me quiere cobrar un vino de la casa y me peléo porque me creo que me tomé una Coca-Cola. Ya no me pregunto que escribo porque no me puedo hablar ni a mi mismo. Juro que lo ví, se fue con el corso, le importó un pomo el carnaval. Sólo el metal.
Ahi viene
Ahi viene. Ahi viene eso. Ahi viene eso que. Ahi viene eso que uno. Ahi-viene-eso-que-uno-quiere. Ahivienesoqunoquiereagarrar. Y se escapa. Pasa. Y no viene mas. Por un tiempo. Se olvida de pasar a buscar sus petates por la pensión de Riobamba. Le tiene miedo al cine, al teatro. A la fantasía de que su vida es un poco mas que su cuerpo. En la punta de la lengua como quien añora decir una palabra olvidada en dicción mas no en imagen, imagina que puede poseer todas las cosas juntas con esa deseorragia que lo cruza de espaldas. Si, dije Deseorragia. Dije eso y lo repito. Lo veo a través de una botella de Coca-cola en un bodegón de la calle Corrientes, pone esa cara de tener el deseo en la punta de la lengua, o en la punta de la boca, o en la punta del ombligo, o en la boca del estómago y tiene unterrible miedo de que de nuevo se le escapen los deseos por esa arteria abierta que tiene entre los labios. Y mientras escribo estas lineas sentado, y el mozo me trae la cuenta de la Coca-Cola que acabo de tomar. El mozo me pregunta si es todo, y yo me pregunto que escribo. Pero no soy tan gil como para contestarle al señor, que tan amable ha sido esta noche de sábado lo que escribo, porque ni yo lo se. Ni me importa. Ahi viene de vuelta. Ahi, de vuelta viene. Eso. Ahi viene de vuelta eso que unoquiereagarrarysiempreputamadreselescapaporlaboca.
-No se que escribo- le contesto, como preguntandolé.
-¿Desea algo más el caballero?
-No gracias. Me acabo de ir.
miércoles, junio 23, 2010
Cancion de cuna prohibida
Cerrá el reloj. Amenaza tu voz, con llegar hasta el último grito. Regresarás al final del desvelo y brillarás cuando sangre esa herida. Despertarás y mirarás tus manos, hasta que llegue ese dia.
Sabrás después, arrodillarte y porque no, seguir con el juego de siempre y así no esuchar la canción de esta cuna encendida : siempre la voz de la vida prohibida. Desperatarás cuando escuches en sueños (y) vas a nacer cuando puedas dormirte. Vas a nacer cuando puedas dormirte.
Sabrás después, arrodillarte y porque no, seguir con el juego de siempre y así no esuchar la canción de esta cuna encendida : siempre la voz de la vida prohibida. Desperatarás cuando escuches en sueños (y) vas a nacer cuando puedas dormirte. Vas a nacer cuando puedas dormirte.
Ceremonia del mate dulce
Hasta el último, me dijo. Te lo tomás hasta el último. Escuchar esa voz en la madrugada ácida de invierno mientras el frió catatónico y la escarcha rauda revanchan contra los pies descalzos y desnudos del niñito de ojos grandes que se había escapado en la transnoche del desafìo, a ver si afuera estaba mas frìo que adentro, y mirá que adentro hacìa frío. Pero hay fríos y fríos, pensó el niño, mientras la bombilla da acero calienta le rozaba los labios azules, y un manantial de elixir dulce y verde se le metìa por los poros del alma.
Gracias, respondió.
Gracias, respondió.
Autoretrato : Lo último que recuerdo.
Retrato un auto sin ruedas ni luces. Un motor esporádico hace que canta canciones en tano, pero se olvida de que la bocina no es corneta en un trio de jazz sino señal de alarma. Dibujo las líneas en la palma de mi mano como si una ciudad de calles ajadas la sortearan, surcaran, rifaran. Escribo en el vidrio empañado lo que quiero escribir, pero no te lo cuento ni se lo cuento a nadie. Como siempre, me doy cuenta. Se da cuenta, que no es yo el que escribe, que no es él quien estoy en el asiento trasero del Falcon enorme. Esta ventana no es esa ventana. Se parece, pero no es. En esa ventana había una mujer, que nunca mas miré igual. En esta ventana está lo que él escribe ahora. Esa ventana era un vidrio, silicato, una roca. Esta un papel, celulosa. Papel o tijera. Piedra. Vidrio. Como un juego infantil, en el que las reglas-del-juego se revierten y no son tan lógicas como irreversibles, el papel devora a la piedra. Pero el vidrio lo corta. Vidrio, papel y demora.
Esta ventana fue cortada por la misma demora que devora al vidrio. Escribe en el vidrio rojo, después del alarido y del bocinazo. Falcon o Peugeot. Me da lo mismo, en ese orden. Me doy cuenta que nunca volví a ser lo mismo al atravesar esa ventana, de vidrios.
Esta ventana fue cortada por la misma demora que devora al vidrio. Escribe en el vidrio rojo, después del alarido y del bocinazo. Falcon o Peugeot. Me da lo mismo, en ese orden. Me doy cuenta que nunca volví a ser lo mismo al atravesar esa ventana, de vidrios.
Choque.
Si la mano que agarra aquella mano pequeña en medio de la avenida repleta de enormes latas de sardian motorizadas y bestias de carga que cargan bestias, no hubiera hecho aquel gesto crucial de que Mateo espere quieto, tras la cebra espantosa, entonces la mano pequeña hubiera sido carne de pescado envuelta en aceite de automovil, aprisionada entre un abrelatas y un vertigo, el ataque de pánico y la ira y tengo miedo.
martes, junio 22, 2010
Voz
Claro. Solo, amargo en los ojos. Rio de sol caerá en tu rayo, canción de mierda. Y en tu milagro sobre la pared, quedará mas que un pedazo de revoque sin amenaza de caerse. Sin voz no puedo ser.
Entrañables entre tramas
-No me lo preguntes- me preguntó.
-No me lo digas!- le dije.
Dudé un instante.
Después me agradeció tanta burla.
Es entrañable, pensé.
-No me lo digas!- le dije.
Dudé un instante.
Después me agradeció tanta burla.
Es entrañable, pensé.
Arrabales I
Si alguna vez llegaron a cruzar los límites establecidos, son pocas veces que han vuelto de donde partieron. Lo irreal del retorno, los hizo parte del territorio. Transitaron un arrabal de escombros, penetraron lo virtual, lo subjetivo, lo narrativo. Para cada límite deshecho o para cada arrabal transitado habrá surgido una narración. Las ficciones las fueron armando en ese terreno. Asi fue naciendo de los interminables monstruos que cubren sus cabezas de Cancerveros rabiosos, este collage de palabras que no es mas que abrirse de letra entera tratando de vez en cuando de no caerse. Los escritores de palabras mudas nunca piensan lo que escriben. ni aprecian demasiado lo que aman, simplemente se arrojan a la pluma infame, en cualquier madrugada. Y nunca, nunca vuelven de donde salen, a escribir.
lunes, junio 21, 2010
No olvides que una vez tu fuiste sol
"Dejate llevar y vuelve a ser jinete"
Amanecerás cuando te permitas mirar mas allá de la noche. Despertarás cuando te escapes de ese sueño. Madrugarás cuando entre lagañas alcances a mojarte la cara con el agua fria del fuentón que está detras del mueble. Después pensarás que este es otro día mas en tu vida y lo empezarás como si así lo fuera. Verás a tu padre en la mañana, besarás a tu hijo en la frente, le dirás a tu esposa que la quieres como nunca, masticarás un amargo hervido sin mas esperanza que te despierte un centímetro más, que te separe del suelo, que te reviente las sienes. Te aprontarás hacia el trabajo, mas tarde que nunca, porque tenés una fiaca del tamaño del obelisco. Haces de cuenta que no conoces a nadie cuando salís a la calle. No te hace falta mucho. Es cierto. No conoces a nadie. Son las caras de los vecinos que como vos, se levantan y salen en piloto. Automático. Pispeás el periódico cuando en canillita lo guarda entre sus manos. Lo hacés sin saber porque. Simplemente no te importa. Cruzarás la calle desprevenido y ese carro te llegará de repente a contarte las mas temibles historias de choques. Después pensarás por un instante que eso ha sido todo. Y que no queda mas noche que la última vez que le viste los ojos a ella, la que te mira desde el otro lado del vidrio con un grito de desparpajo y alegria. Ya no tengo miedo, pensarás. Estoy sólo pero muerto.
Escuchas un timbre. No es el recreo, ni el teléfono.
Es la vida que te llama con sonido de despertador electrico.
Mierda, pensarás.
Estoy vivo.
Amanecerás cuando te permitas mirar mas allá de la noche. Despertarás cuando te escapes de ese sueño. Madrugarás cuando entre lagañas alcances a mojarte la cara con el agua fria del fuentón que está detras del mueble. Después pensarás que este es otro día mas en tu vida y lo empezarás como si así lo fuera. Verás a tu padre en la mañana, besarás a tu hijo en la frente, le dirás a tu esposa que la quieres como nunca, masticarás un amargo hervido sin mas esperanza que te despierte un centímetro más, que te separe del suelo, que te reviente las sienes. Te aprontarás hacia el trabajo, mas tarde que nunca, porque tenés una fiaca del tamaño del obelisco. Haces de cuenta que no conoces a nadie cuando salís a la calle. No te hace falta mucho. Es cierto. No conoces a nadie. Son las caras de los vecinos que como vos, se levantan y salen en piloto. Automático. Pispeás el periódico cuando en canillita lo guarda entre sus manos. Lo hacés sin saber porque. Simplemente no te importa. Cruzarás la calle desprevenido y ese carro te llegará de repente a contarte las mas temibles historias de choques. Después pensarás por un instante que eso ha sido todo. Y que no queda mas noche que la última vez que le viste los ojos a ella, la que te mira desde el otro lado del vidrio con un grito de desparpajo y alegria. Ya no tengo miedo, pensarás. Estoy sólo pero muerto.
Escuchas un timbre. No es el recreo, ni el teléfono.
Es la vida que te llama con sonido de despertador electrico.
Mierda, pensarás.
Estoy vivo.
Palabras menores
Descansa el respiro con la impresión exacta de que no hay vuelta atrás. Deshojados los pulmones hirientes, resiste el deseo a imponerse solo, solitario, como soldado de batallas mudas. Y no hay vuelta atrás. Inspiro, aspiro, respiro, inhalo, expiro. Después rezongo. Soy un nene. Rabietas extremas. La fría casa de mis papis, helada de madrugada y asfixiada de tarde me resuena como un disparo lejano.
Hay guerra, le digo a mi compañero. Hay guerra allá afuera, le repito. Me mira, desolado. Pretende escuchar palabras que no dije. No las escucha, porque no las he dicho.
Me cuenta una historia, con los ojos, con la palma de los ojos mustios me relata su vida. No persisto en entenderla mas que lo que puedo. Me limito a escucharla cuanto puedo, mientras tirito de recuerdos y pienso en la muerte sonriente. Siempre la muerte sonriente.
Años mas tarde, una madrugada vacía cuando los nietos de la vida se hayan hecho hombres, y cuando los hombres se hayan hecho niños de nuevo, caminando por un parque plácido repleto de pastillas de colores pálidos, un disparo allá afuera (afuera) me trajo como un olor a mierda atroz, aquella historia.
Me la trajo como por partes, desmembrada por entregas. Se me aparecieron esos fantasmas que a mi me gusta creer que los imagino. Pero se que no. Me la trajo un disparo confuso. Me la trajo la traición. Como me la trajo, se la llevó. No te la puedo contar. No vale la pena.
-Hay una guerra-, me dijo.
-Hay una guerra-, me dijo.
-Me quiero morir-
sábado, junio 19, 2010
Animal
"Mamá no quiere dar a luz a un niño porque dice que va a salir a matar por las calles con sus manos"
Emilio del Guercio.
-Que lo parió- Piensa.
Se arregla el bigote. Se sonroja en silencio y sigue arreglando el artefacto. Lo toma con sus manos enormes. Lo despelleja un poco. Lo atornilla, le saca brillo. Lo enmienda y lo acaricia. Le descubre partes que desconocía. Botones que disparan mecanismos inconscientes. Perillas que lo hacen gritar. Lo mira fijo. El artefacto cobra vida. Se mueve solo.
-¡ Que lo pario!- Ahora lo dice. Casi en un susurro confidente. En la habitación no había nadie mas que ellos. Julián, el artesano del sonido y aquel artefacto animado que no tenía nombre. Ni bien lo dice, una de las partes móviles del objeto que aún Julián contiene entre sus manos, se mueve sola.
La sorpresa de Julián con pose de madre cuyo hija sorprende con una nueva mueca, una nueva palabra, se transmitió con un gesto en sus ojos, sus bigotes y su boca.
- Que te parió, che - grita Julián. ¿ Porqué no te quedarás quieto?
viernes, junio 18, 2010
La última. La primera. La de siempre
Una soledad devoratripas. Devoraentrañas. Achurasueños. Maldicescombros. Amputacosas. Escupepenas. Rayalosojos. Rallaotrashoras.Ciegadespacio. Machucasaña. Despiertafío.Ausentahuesos. Escalarompe. Resistezones. Ahuyentavientos. Despidetrenes. Regañadientes. Asfixiarayos. Albergarroyos.Entierrarios. Enriedaseñas. Pervierteguiños. Separahallazgos. Sostieneredes. Simulabrazos. Seducevoces. Sinceramentes. Abrigaguiños. Mascullaoídos. Persistesiempre. Anidaruidos. Esgrimecelos. Patearmarios. Sentenciagritos.
Pocas pulgas
"El que desea y no obra,
engendra peste"
Sir William Blake,
Refranes. Afanes y afanos. Parodia y tristeza. Salud, dinero y amor. Amanece que es mucho. Adolesce que cuesta caro. Creceré y seré sospechas. Entender hasta no entender. El que morfa y no convita, le regalarán caballos, con dientes de sable corvo, que te muerden hasta el orto con revientes de sorpresa. Ah mira que lindo caballito de madera. Apesta. Apesta la mierda que te engendra y la madre que la parió. Mira como te muerde el caballito que no ladra. Mirá como te come al amo el perro del hortelano. Mira como te mueve la cola, mirá como te lame el rabo.
Ya vendrás con el paso cansino, la mueca sorda, la mano gacha, la cabeza raza y el caballo cansado. Ya vendrás. Que culpa tiene el caballo, el tomate o el chancho. Volverás y darás lástima. Y nunca digas, ese culo no lo he de sangrar. Y nunca digas, nunca. Nunca digas nada.
A buen envidiador...
Todas las cosas..
"...que te veo
se parecen a un niño"
Luis Alberto Spinetta, BolsoDios, Pan.
Hace unos ratos largos que los largos ratos son como haces. Hace un haz de brisa helada por la mirada y ella la cierra, casi como un reflejo. La bocanada ferviente de aire puro se le mete por cada uno de los poros, le atraviesa la ropa y la desnuda en silencio. Si, la mirada también desnuda. Se convence de que quizás aquellas últimas consideraciones que hizo acerca de aquellos hombres que la rodean, no la rodean tanto como los hombres. Mas bien se siente que todo fue como estampar un mosquito contra una pared bien blanca. Chupasangre. Toda la furia heroica en resumida en una critura inerte, que temblequea contra el fondo del universo bien blanco de una pared, con las patitas aún oscilantes y la trompa reventada de un pastiche rojo, de la consistencia del rouge, con olor a hierro.
Pero prefiere sentirse desnuda de rabia, que vestida de asombro. La sorpresa, la anula: la estampa. Trajo de su viaje algunas sonrisas que le quedaron impregnadas en sensaciones que ni ella se anima a revisar. Hace de cuenta que las cosas prestadas, nunca le pertenecieron. No lo sabe, pero Amalia se miente. Retorna a las costumbres vanas que la inclinan al sur, en contraposición del norte. No busca un destino ni espera que él la encuentre.
Se miente porque no sabe que aquellas cosas que le prestaron y que ha devuelto nunca vuelven enteras. Algún pedazo de niño queda pegado a su risa cuando se termino la hora del juego. No lo quiere saber. Vos no se lo cuentes. No se lo digas a nadie. Ella solita se va a avivar. Algún día, sentada frente al silencio de no querer mas a nadie odia a si misma, se habrá dado cuenta, de que todas las cosas que conoce, se parecen al cielo.
¿Dale?
jueves, junio 17, 2010
Cuchillo Ajeno
¿Vete!, no comprendes que me estas matando?
Expósito.
Ajeno…
un camino ajeno..
que se jacta de servir de algo....
y que no sirve.
Un terreno sin memoria.
Oxidado.
Desahuciado.
que se evade,
que se pierde,
que no estalla
que no sangra,
que no acude,
que no existe.
Que no pide que no lastima
que no encierra que no figura que no llora,
que no existe,
que no vibra
que no siente
que (no) es.
que no muere
que no ladra,
que no llora
que no deja de ser él.
Un camino
un camino
Comino
Un.
U
.
Año 2000, Buenos Aires.
¿La yerba sin mal?
Episodio 1 (circa 1420-1440) Una familia de Tupí o una familia Guaraní, después de muchos días de caminar, encuentran una región al sur del Mbaracuya apropiada para asentarse. Encuentran la tierra sin mal. La madre cuenta una leyenda a su hijo. Se sientan en ronda. Comparten la hierba, la yerba, el Caá.
Episodio 2 (circa 1660-1680) El padre Sepp y el padre Cordiel (ambos jesuitas asentados en las misiones de la Paraquaria), dialogan sobre el cultivo de la yerba. Rememoran el yugo de los guaranies. Reflexionan sobre su cultivo. Sepp escribe en las Cartas Anuas, detalladamente, sus ideas. Se lleva a la tumba sus ideas.
Episodio 3 (circa 1820) Amado Bonpland inicia un viaje hacia la República Entreriana. Lo espera una aventura sin precedentes. Imagina a los jesuitas descubriendo la leyenda del Caá. Se enamora de una hermosa mujer de estirpe guaraní. Redescubre en silencio el secreto de la Ilex. Secuestro y encierro por diez años.
Episodio 2 (circa 1660-1680) El padre Sepp y el padre Cordiel (ambos jesuitas asentados en las misiones de la Paraquaria), dialogan sobre el cultivo de la yerba. Rememoran el yugo de los guaranies. Reflexionan sobre su cultivo. Sepp escribe en las Cartas Anuas, detalladamente, sus ideas. Se lleva a la tumba sus ideas.
Episodio 3 (circa 1820) Amado Bonpland inicia un viaje hacia la República Entreriana. Lo espera una aventura sin precedentes. Imagina a los jesuitas descubriendo la leyenda del Caá. Se enamora de una hermosa mujer de estirpe guaraní. Redescubre en silencio el secreto de la Ilex. Secuestro y encierro por diez años.
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