"Dejate llevar y vuelve a ser jinete"
Amanecerás cuando te permitas mirar mas allá de la noche. Despertarás cuando te escapes de ese sueño. Madrugarás cuando entre lagañas alcances a mojarte la cara con el agua fria del fuentón que está detras del mueble. Después pensarás que este es otro día mas en tu vida y lo empezarás como si así lo fuera. Verás a tu padre en la mañana, besarás a tu hijo en la frente, le dirás a tu esposa que la quieres como nunca, masticarás un amargo hervido sin mas esperanza que te despierte un centímetro más, que te separe del suelo, que te reviente las sienes. Te aprontarás hacia el trabajo, mas tarde que nunca, porque tenés una fiaca del tamaño del obelisco. Haces de cuenta que no conoces a nadie cuando salís a la calle. No te hace falta mucho. Es cierto. No conoces a nadie. Son las caras de los vecinos que como vos, se levantan y salen en piloto. Automático. Pispeás el periódico cuando en canillita lo guarda entre sus manos. Lo hacés sin saber porque. Simplemente no te importa. Cruzarás la calle desprevenido y ese carro te llegará de repente a contarte las mas temibles historias de choques. Después pensarás por un instante que eso ha sido todo. Y que no queda mas noche que la última vez que le viste los ojos a ella, la que te mira desde el otro lado del vidrio con un grito de desparpajo y alegria. Ya no tengo miedo, pensarás. Estoy sólo pero muerto.
Escuchas un timbre. No es el recreo, ni el teléfono.
Es la vida que te llama con sonido de despertador electrico.
Mierda, pensarás.
Estoy vivo.
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