No es el llanto el que me llega ahora que imagino todo cuando ha sido y no es. No es el desamor lo que trepa con cizaña y enrieda como rocío escarcha y hielo el sábado grisáceo de hace varios años. No se como pero con los ojos tibios recorro este momento. Grito en silencio, sin fuerzas, elaboro un plan maestro para no caerme en la pirueta. Pero las palabras que me digo no sobran ni faltan. Simplemente no hacen falta. No hacer falta no es para nada lo mismo que sobran o faltar. Si sobran, no es que no hagan falta. Si sobran, son indiferentes. Si faltan, se necesitan. Si no hacen falta, es tibio. Estando sobran y molestan. Faltando Faltan y devoran.
Me callo entonces y sigo sufriendo esa vieja muerte que me vi venir hace unos años y que ahora, en este mismo instante ocurre.
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