miércoles, junio 23, 2010

Choque.

Si la mano que agarra aquella mano pequeña en medio de la avenida repleta de enormes latas de sardian motorizadas y bestias de carga que cargan bestias, no hubiera hecho aquel gesto crucial de que Mateo espere quieto, tras la cebra espantosa, entonces la mano pequeña hubiera sido carne de pescado envuelta en aceite de automovil, aprisionada entre un abrelatas y un vertigo, el ataque de pánico y la ira y tengo miedo. 

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