jueves, junio 30, 2005

Solo

"No porque ella sea mala, sino porque yo estoy repleto por dentro de demonios, y tiene que sacarme esos chamucos del cuerpo confesándose por mí. Todos los días."
Juan Rulfo


Llueve en la ciudad triste. Llueve en tu lluvia rota, en tu lluvia de cráneos que han pasado a tu olvido. Lueve en tu lluvia de datos en tu cabeza enferma. Algo escondés detrás de tu acto. Detrás de tu espina. Algo detrás de tu trabajo, algo detrás de tu estirpe. Llueve y dejas llover aún un poco más como se deja correr el agua por entre las manos. Dejás llover gotas amigotas en tu cara, hasta que te dejás llevar por la calle, y te refugias en una parada de colectivo. Te preguntás algo vano. Te preguntás si la ciudad está triste de por sí, o si solamente vos la ves triste. Preferís olvidarte. Cualquier definición se te escaparía como el agua en este momento, y ni una comparsa colorida podría simular algo de alegría.
En cualquier otro lado de la ciudad un hombre y una mujer se encuentran en una esquina. Se reconocen porque los dos tienen paraguas rojos. Habían acordado la cita unos días antes. Si llueve un paraguas rojo cada uno, si no llueve, no nos vemos, se dijeron.

Estás solo, pensás, aceptalo. No hay ningún cristo que pueda hacer eso por vos. No hay ningún cuerpo detrás del tuyo. Debajo de ese pucho que acabas de atornillar contra el cenicero iban quedando las últimas y póstumas cenizas de un pensamientamiento. No miento, luego del tabaco, nada mejor que refregarse los ojos que previamente cerraste, resfregartelos con la mano derecha, con dedo mayor amarillento, con olor a nicotina. No hay nadie mas en el rincon donde te sentaste. Quizás un llamado te separa de la felicidad, en el mejor de los casos, la dicha que anhelas. En el peor de los casos el llamado agranda la distancia entre la dicha y vos. Como muchas veces el chaparrón separa a la ciudad triste de esa otra ciudad. Terminaste de resfregarte los ojos y empezas a aceptar de alguna manera el estado. No te das cuenta? preguntas al aire.No, te respondes.

rascacielos

Una disculpa que huele a escalofríos.
Ademán de locura entre un ojo y otro.
Pestañea mientras masca un tango
Enciende un pucho, martilla el frío.

Desde la punta de un rascacielos,
una cabeza pegada al cuerpo
amenaza con matarse, con tirarse.
Una cabeza pegada al cuerp frío.

¿La amenaza es el pasado del temor
o el futuro de la desgracia?
No arrasa con tanto esperma aquel
objeto entre las piernas.

Tiñe el paisaje una nube de negro.
Ya no hay plaza en la ciudad
que te resgurde del recuerdo.
No hay techo que te separe de la lluvia.
Ni eco que no desvista tus ojeras.

Detras de tus orejas se quedó el grito
Te pido disculpas,
Una cabeza pegada al cuerpo frío.
Un rascacielos que da escalofríos.

domingo, junio 26, 2005

traslado.

Ingenuidad de viento eterno sin demoras,
la que se percibe en una mirada de subte al paso.
Como una ráfaga de prisa de cosas vanas,
que ahora son las imprescindibles,
pero en la eternidad son la nada.

Ingenuidad de silencio en la parada de un bondi,
masticando del aire sólo el aire y nada más
en la espera onerosa que regala el tiempo,
que el silencio quita, que el traslado da.
En ese tiempo, la ingenuidad de un pensamiento
se hace hombre y bebe muerto, y roza la vida
En ese viaje sólo se ven esos rostros,
los que debilitan la historia, los que denotan el contraste
En ese viaje no demora la ira,
porque la ira es parte del pasaje,
sube a cuestas, no paga peaje
a cococha de un enojo padre.
Ni demora la espera, porque
esa ira de muerte no espera a nadie
Ni al que la hace ni al que la sufre
ni al que la comparte, ni el que la vomita
Ni del que sabe que cuedo termina
nace de la vida el disfraz,
y de la dicha la melodía,
que se silba en ventanilla de quejas,
que después el silencio hace rezongo
Ni demora el asiento, ni la sien pesada
ni la migraña austera, ni la moneda liviana,
ni la parada eterna a mitad del periplo,
de lo ingenuo.


Ingenuidad que no quiere que la despierten,
que se va a dormir en un sueño de sabanas oscuras,
que mira la tele entre sueños,
que devora la pasión perdida.
Ingenuidad de escuchar una radio que cuenta ajena
la historia que se vive de a ratos.
No soporto lo ingenuo de lo que creo vivo,
la magnolia sin aliento desperdigada e
jardines conongelados.
No soporto la ingenua voz de lo que
amo, no la levento ni la hago trizas,
por temor a hacer pedazos el estanque
donde sumergo dia a dia cada día
y lo dejo silencioso en el borde
del agua que no mancha con colores
en la pileta en la que lavos mi caras,
y en la que caigo víctima de un
sueño ingenuo que sumerge
tanto al día como a la noche descalza.
Repleta de goles en otras canchas
en potreros sin barro ni rezongos


Y es inutil pensar que el viaje termina cuando uno se baja
, cuando el pié empbarrado alcanza el piso,
cuando la mano deja la baranda,
y se desplaza el cuerpo hacia adelante,
de un salto se desbanda,
y no conozco la frase que reemplaza
inutilmente aquella última puteada.

viernes, junio 24, 2005

Alguna vez, algun silencio imprevisto, viajó de golpe por aquellos laberintos esotéricos de las dudas. Alguna vez estuve seguro de que aquellos echos solitarios, no estaban desvinculados de mi vvida, ni de mi suerte. Algun recuerdo siempre llega de golpe, sin aviso, Para enfrentarnos a los irremediables encuentros con la indesicion. Tres dias talvez, o mas, es demasiado tiempompara enfrentarse continuamente a la incertidumbre de saber exactamente que esta haciendo uno en tal o cuaal momento. Los vidrios de la calle. Los pasos tristes por los derredores diurnos. Los encontronazos de siempre con la hgentuza que nunca, nunca, es la misma. Desde los balcones aridos de la tarde, o bien desde el humedo instante de la cama propia, las sorpresas caen como afiladas esquirlas de felicidad que no se entiende.

Alguna aventura descabellada aparece ante mis ojos pálidos, cuando el viento de las circunstancias me deja. Alguna palabra callada, algun gesto entre la niebla perfida, algun encanto de los que se intuyoen, siempre vuelve a molestarme.
Las ineficaces formas que tengo de entenderme o bien las irremediables razones que tengo para no hacerlo, gravitan entre las infinitas muertes a las cuales me entrego cada instante que pasa, cada palabra no dicha, cada silencio unisono de tiempo extraño.
Sin embargo, Las inconfundibles historias que me hacen todo el tiempo, no merecen ser añejadas en papiros obsoletos de causas, ni en pergaminos santos de la memoria. Incontables auroras en que despierto entre la profunda quietud de no saberme propio, arruyan el desengaño primero con su inocente derrumbe.

jueves, junio 16, 2005

clandestino

No me importa ese silencio clandestino cuadra tras cuadra, camino tras camino. Lo único que puedo hacer es prestarle atención tal como se le presta atención al bullicio de un monton de gente reunida que gritonea en la misma jerigonza. Hago eso, escucho cada una de las voces que arman y componen el bullicio, y las escucho como si fueran únicas, irrepetibles, como si cada una de ellas me dijera algo, hasta que sin darme cuenta, empiezo a escuchar todas juntas. como una sola, como si cada una fuera un silencio, que hace ruido, tras las cuadras.

miércoles, junio 15, 2005

Pretendo desandar una fantasía. En un abrir y cerrar de recuerdos, de bolsillos, desandarla como si nuna hubiera ocurrido en realidad, pero sabiéndo que la he imaginado. Puede tratarse de una tierra, de un planeta, de un paisaje, de una mujer, de una música o de una bestia.

domingo, junio 12, 2005

Titubeo II

Eximido de sorpresas ajenas, de vergüenzas propias, sordo a jergas que no sean las que me imagino. Repleto de certezas inservibles. Tiritando no de frío pero de duda. Titubeo de una cornisa a la otra del pensamiento, andarivel de tiza y materia gris, casi negra que me escupe de un espacio a otro del pensamiento, de una imagen a otra, de la nausea al orgasmo de la tranquilidad a la duda, de la nada al picor, del escozor al ruido, del sueño al descanso, de las ganas a la nada.

VII

"un café que ya está frío
y hace varios ceniceros..."
Aquel domingo, ya en el pasado de las memorias que cualquier mortal recuerde, había ocurrido una tragedia insignificante en la vida de cualquier hombre. Insignificante se refiere en este caso a una forma de decir que visto desde la lupa del tiempo, el problema no tiene arreglo, y que, la tragedia entonces es una distancia abismal entre la confusión de no poder solucionar el problema y la estúpida idea de pensar que eso no ocurrió nunca. Tragedia porque es un mal que no se subsana de fácil manera, porque no es algo que se pueda explicar sencillamente por que causa esa sensación de malestar o de tristeza. Si bien es cierto, yo puedo enunciar la frase "un ser querido ha muerto", de ninguna manera estoy explicando el desasosiego y la tristeza y por ende la piedra angular de la tragedia. Ya no la tragedia como drama teatral, ni como ficción actuada por aquellos hipocritás griegos. Sino la tragedia como drama real, que de manera inexplicable termina hilandosé de manera casi fantástica en una trama de teatro.
No hay domingo invisible, piensa Ernesto. Dále, le dice Eleonora del otro lado de la linea, casi entrecortada, vás a venir?, pregunta. Apurate a decidirte que se corta la comunicación. Ernesto piensa dos segundos, quizás tres, pero no más, mira al cielo esperando una lluvia que lo salve, que lo moje. Prístino cielo con rasca cielos de fondo. Una nube tal vez dos, pero no más. Bueno, contesta, hacíendose el que está seguro de lo que dice, de lo que que quiere, de lo que va a hacer, lo dice tratando de dejar en claro que va a hacer lo que ella quiere que haga, y que justamente eso es lo que él quiere hacer. Todo eso con una palabra de cinco letras y no más.Dále, confirma. Aprieta el botoncito rojo de su teléfono, cruza una calle, se pierde en una esquina.
Eleonora estaba sentada con Adela, una gran amiga suya que conocío en la infancia. y que cada cinco años, cuatro , no más se juntan para ver que es de su vida, para contarse sus historias, para hablar de sus casamientos, de sus novios, de sus separaciones, de sus arreglos, de sus trabajos, de sus viajes, de su vida en otras tierras, de sus padres, de los amigos que ya no ven, en fin dice Eleo, de esas cosas.
Eleonora toma un te de hierbas con sobrecito bordó. Bordeaux, piensa adela con su cara pálida y su pelo casi rubio que uno dudaría, castaño digamos. Escucha como habla Eleo y la mira y se da cuenta que la última vez que se vieron no hablaba tanto, que la que hablaba más era ella.

jueves, junio 09, 2005

Milongamuerta

Canta una milonga, al viento, al aire seco de tierra seca.
Canta una milonga y se deja llevar, por una cuerda,
una rosa, una margarita marchita,(que ya estan secas)
Canta y desencanta su fueye antiguo, campero,
lustra el desamor de mariposa negra olvidada.

Incomunicada lanza que lo persigue, lo desvasta
Canta una milonga y bosteza, y es el vino el que lo devuelve.
Canta una milonga y trae coplas, trae danzastrae cantos y esperanzas.
Canta una milonga su pueblo,
y lo vive, de revolución en guitarra
de recuerdo en gomina seca
,guitarrón y takirari.
Canta una milonga amplia con frente estrecha
canta su canción que avanza y no es endecha
hilvana el hilo de tu milonga madre.
Y se hace niña la sangre de tanta milonga muerta.
Canta milonga sola, desdesperada,
tal vez la zamba te vuelva alerta
canta milonga negra de muertas bravas
mauser tras mauser
cuero a cuero
sol a sol
canta
milonga tuya, que esa es tu nada.
Si pudiera ventanilla las horas. Un quizás hecho talvez ahora.
Un nunca que arrebata de gracioso y burla.
Si pudiera burla los días, dejarlos quietos, inmóviles.
Los dejaría a un lado ventanilla de la burla y miraría,
al nunca que se ha hecho tarde. Al nunca que se enrrolla

lunes, junio 06, 2005

París. 3 AM. Visperas del insomnio. Ventanita oscura. Ventarrón. Un matecocido medio hacerse y Ernesto que destiloa horas en un atanor llamado asombro, hastío. Hay un poco de viento al otro lado de la calle. Ernesto vacila. Se le ve en el rostro que vacila. El rostro de Ernesto no vacila nunca, salvo cuando...salvo cuando empieza a deseperarse y se le ve, se le nota a la legua. Lo podría ver cualquiera desde la punta sur del Pont des arts. Sin embargo el no lo nota. La pantalla que tiene enfrente le arroja una luz pálida en el rostro, casi tan blanca que llena de blanco el espacio que lo rodea. El claroscuro hace las veces de intermitencia cuando cliquea su mouse, abre y cierra, cierra y abre.
Ernesto no esta casado, más bien está cansado, está cansado de muchas cosas, y muchas mas de las que no tiene idea. Ya no es el cansancio físico el que lo agota. Cuando era mas joven solía ser mas vital, mas enérgico. Cierra los ojos y piensa un segundo. El reloj de la pantalla había arrojado las 3 y 5 cuando lo vio por última vez. Luego se arrojó al abismo tenue y baboso de los ojos cerrados, donde los manotazos no surten y tanto efecto como las proyecciones fílmicas de nuestra corteza visual. El velo negro que inicialmente le nubla la vista, lo somente invisiblemente a la búsqueda de una imagen, foto o cielo o mariposa fluorescente que aperece desde la retina o desde la persiana del alma, desde el telón o la pantalla. Un velo negro infinito que no se corre y que cae como cae los páropados y que si quiere llorar se hace mas negro, porque aprieta con fuerza los ojos desde las puntas de los párpados hasta las ojeras y todo se hace rollizo como un matambre. Del velo negro al llnto mas negro sobre una pantalla blanca y vacía.
Ernesto habre los ojos y cuenta hasta tres.

Jadeo de la bestia

Respiro sin asombro, una música lejana. Me niego a pensar por un
rato.Resfrío de un instrumento que escucho remoto, que desconozco.Desconozco el
luthier que lo ha diseñado, desconozco las horas interminables que ha pasado
enfrente de la bestia, acomodando sus cuerdas como quien afila los dientes,
templandolo como qujien amansa una fiera, trabajando maderas como quien rehace
los huesos. Desconozco el origen, la localidad, la geografía, las montañas o
valles que le han dado vida. Sin embargo si conozco la caja de resonancia de
toda esta cosa cacofónica de semidiós instrumentista, de guitarra tuerta, de
respiro de bestia, de seis cuerdas, jadeo.

Chamuchina

Chamuchina: Voz lunfarda que se utiliza en tangos y milongas para hacer referencia a gente insignificante, sin valor alguno. El origen de la voz es incierto. Algunos no tienen problema en decir que se utiliza o utilizó en toda América, con la acepción de "cosa de poco valor, populacho". En los tangos sin embargo encarna y adjetiva a gente de carne y hueso. Es posible que su origen se remonte (de manera muy incierta y lúdica) a los orígenes de la palabra chamuyar. Chamuyar en el lunfardo clásico puede encontrarse supliendo las funciones de la acción de hablar, conversar, aunque puede pasar por meter el perro, mentir, o tambien puede aparecer como una conversación de poco valor, insignificante o sin mucha importancia. Dicen los que saben que chamuyar viene del Caló "Chamullar", que significa coloquialmente, hablar o conversar. El chamuyo porteño de alguna manera aparece devaluado en la versión con y-griega de la palabr y es algo probable que desde chamuyo, se halla pasado a chamuyina, y finalemente a la voz Chamuchina, ya mas conocida.

"Tristeza de chamuchina que jamas te olvidará"

domingo, junio 05, 2005

marra

Arrimar un mar arrimado, sin rima ni rama, ni sal.
Arrimarlo con el canto del borde de tu boca, sin prisa ni cama, ni sal.
Arrimarlo un rato con el dedo, con el deseo, lo normal.
Arrimarlo al viento que es su viajero, su mensajero, su gran juglar.
Arrimar tu rima que no es tu mar ni es tu amorío,
a ritmo frío, arritmia igual.
Arrimarlo hasta que bebas de ese río, mi desafío, mi talismán.
Arrimarlo e irlo sintiendo mío, ya ni sombrío, ya no de atar.
Arrimarlo hasta la amarra farra, hasta la maga sarna
hasta que amaga mal.
Arrimarte el dedo amarra, armar la trama, nadar el mar.
Distancia sin silencio, tu nuevo grito.Un cuerpo al aire y dos brincos.

Una bronca en forma de calle, con asfalto incluido.
Bocinazo sin fraude. Semáforo roto, sin vicio.

Camino sin apuro, me separa un abismo del auto. Espero un rato.

Tu ya te has ido.

Un color no nace

Si hay un color que no nace, entonces el tiempo ha detenido sus enormes paráfrasis del cuerpo sobre mi cara, y me ha dicho entre otras atrociddes mundanas que el acromatismo de los árboles que nacen en la vigilia desesperada se encantan con el canto solo de la sorda vuelta a mirar aquellos espejos solo como espejos y no como imagenes repetidas de mi mismo, años y años guardando cicatrices de la burla y los paisajes.
Si hay un color que no nace, la guitarra en su llanura y su ruido y su tinte y su color a aguas solas, sabe de lo que hablo cuando los dedos no caminan sino que reptan por el engaño de saberse inútil en una atonalidad que no entiende la costumbre de escuchar la repeticion en los espejos ni en las sinceridades que nuestros ojos nos ofrendan cada mañana. Luego de ver de nuevo un color distinto al de los sueños.
Si no nace él con su temible alforja de los ojos enlutados, ni su vuelo fantasmal del ansia. Si es que la mitad de los latidos florecen en un ruido de virtudes solas. Nosotros habremos dejado de mirar las estrellas con la misma burla que Prometeo a sus tripas o que la distancia a los astros. Se le caían los ojos y las fauces de las lineas de los pasados, cuando uno de los aromas cotidianos del vicio, le apesadumbraba la rutina con la tremenda huella de aquellas horas. Huellas de lo que hay en una jarra en el centro de una mar antigua. Huellas que con la perfidia sólida y geronte de la caminata por los años, dejan de mirar con los arroyos de cristal endebles y ahora regodean de ira un poco de las horas que pàsan solas. A solas color. Si hay un ruido, aparecerá un espia sólo sin los rencores pávidos de los ecos, o arrimará con las vivaces auroras los encantos del temor. Y dirá con sus estrellas en los deditos agotados de asustar estrofas, que la sola mirada al infinito basta para entretener los estrépitos o las inefables quietudes de los colores, cromos, cronos. Y al fin sera un dueño cansado de facetas solas la melodía que de colores nada sabe, pero que frecuenta las alcantarillas de las bocas mansas para dejarles algo de lo que nunca se piensa. De aquellos bares con forma de encaprichado voiture de pequeñas muertes, aparecerán los mitos con fantasmas y todos.

Hay ruidos para decir enojos y hay epifanías para pasar el rato. Y si la sinécdote de las formas a lo largo de los años no es mentira, aquella vida donde el color no se ríe ni con el martirio, ni con la letanía. Es una de esas mentiras que no conoce el misterio de la falacia ni de la estirpe a troche y moche, pues no hay encanto en un algo de esto que por todo sehace un poco, y no sabe de la verdad de que lo poco no detiene ni enmaraña, más bien se agarra de los ojos para alertar la pausa de una historia que si se repite, es por costumbre y no por intriga.

El todo de las lineas que se miran solas cuando se escucha o se piensa en un rio o en una manta que abriga al aire, no es un todo ficticio, no es una corazonada de el pulso que aparece entre la ritmica, no es nisiquieraun cuchillo que corta al aire con el soplido de una flauta. Es una de esas ideas recurrentes que se suman al pasado como solemnes cachitos de memoria que te pululan. Es una heterodoxa mezcolanza atroz de risas y grafito etéreo.

Lcg 2003

Coincidencia

Ella se dejaba caer por las escaleras, se deslizaba con su cara exquisita, peldaño a peldaño. Uno tras otro, cayendo. Temía por ella, temía mientras la soñaba desnuda. Imaginó un mar repleto de gente bañandose, imaginó una playa enorme con gente tirada al sol, con gente tirada a la luna. Sabía que tarde o temprano la vería a ella caminando por las calles de su barrio. La vería salir de su casita de la esquina con su jean y su camisa, con su carpeta en la mano, con una mochilita pequeña tras la espalda. La vería doblando su esquina, una y otra vez como todo lunes por la mañana.
Nunca se preguntó por su nombre, sólo veía una muchacha caminar por esas calles de vez en cuando y sabía que se trataba de ella, lo intuía. Podía olerla, no hacía falta que le contaran que la muchacha de mirada triste caminaba por su barrio.
No hacía falta que le dijeran nada, ni que le mintieran sobre su paradero. Nunca le habló, nunca le dijo ni hola. Él la miraba desde su ventana ni bien se levantaba de su cama, en su carto que daba a una ventana. Nunca se puso a pensar que sería de ella mañana, siempre supuso que pasaría una vez más por aquella ventana con su carpeta y su pelo húmedo.
Se levantó una mañana como todas (casi), pensando en lo que haría durante esa mañana en el trabajo, por la tarde saldría a caminar una vez más por aquel parque que siempre lo abrigaba, miró por la ventana y no la vió pasar. Esperó un rato y nadie aparecía por esa ventana. Se fué a duchar y se quedó pensando que ese día no era como lo otros.
Imagen: aquellos tres o cuatro años que habían pasado juntos en una sola foto. Abrir la canilla y lavarse la cara mientras se escucha su voz. Su viejo tocando el piano en la sala de la casa de sus viejos un domingo a la tarde. Su vieja cocinando algo para la noche.
Nadie le mintió sobre ella, simplemente ella no vendría. La realidad de tenerla a él lo asusta, pero no puede dejar de verla. No puede dejar de nadar en ese mar vacío, en ese mar seco. No puede dejar de creer que él ya no tiene nada. Tiene la casa que los padres le dejaron, tiene la ventana por donde mira a la mañana.
Tiene un mate que está frio, un perro que no ladra, una soledad que espera. Tiene la imagen de miles de horas de no saber para donde correr y de no correr. Tiene la imagen de muchos años triste. Un reloj le dice que van a ser las dos de la tarde. Que es otro domingo, que se ha quedado sólo en su casa. Y mira para atras y no ve nada, y mira para adelante y no ve nada.

Se desliza por las escaleras una mañana de invierno, baja rápido, se le hace tarde. Se da cuenta que no puede encontrarse con su vida, se da cuenta que no maneja la vida que tiene. Nada nuevo, a todos les pasa. No la ve caminar por su calle. Parece no importarle. Parece no querer saber que tiene de nuevo su día.

miércoles, junio 01, 2005

He dicho varias veces que el sólo recuerdo
de su rostro pequeño detras de un vidrio
o su mano pequeña de pequeño cerdo
dan como resultado la imagen del niño.

Lo he dicho y no he refutado,
ni una ni mil veces que el niño no
ha los caminos propios derrotado
como los derrota su propio destino.

Tambien he dicho que es sólo
una imagen la que me mueve
como tren de carga leve
que flota mientras afloro.