domingo, julio 25, 2010

La sospecha II

Ni bien termino de reirse del chiste, con la cara tenue que separa una idea de la otra, un sentimiento de otro, me dijo la verdad. Me la dijo sin dudarlo. Como si el chiste hubiera sido la antesala de la valentía, que tuvo ella para decirme lo que pasaba. Así se terminó esta sospecha, que con o sin chiste, me carcomía. Así, con la cara tenue me dijo todo.

La sospecha I

Sospecha de que tal vez no sea cierto lo que ocurre. De que lo hayn engañado, de que sin duda, se haya metido en el personaje de una letra de tango de las que nunca terminan bien. Sospecha y se rìe mientras fuma desesperado el último cigarro del paquete. El lejano cartel de Prohibido Fumar, al otro lado de la sala, no lo perturba. Está sentado a la esperam de las novedades, su camisa blanca revestida de un pullover marron, se apoya contra la espalda de la pared del pasillo, minetras ve pasar una camilla vacía. Alguien se fué. Alguien se va. Alguien viene. Sospecha, pero con la sospecha no hace nada. Juega con sus mans, parpadea, se arregla el bigote recién crecido. Se rasca la nariz, hace como que escucha del otro lado de la sala. Se acuerda de otros  días. Cualquier día, hasta el mismo ayer, son aquellos días cuando la sospecha acude a sus manos, lo toma de reojo y le cuenta al oido, que todo es cierto, que no hay vuelta atrás. Que la sospecha, duele en el pecho mas que la realidad. Porque lo deja inmovil, a la espera de la noticia que lo lleve al mas acá.
Al levantar la cabeza, el médico, camina hacia él, con el paso pesado, con la cabeza mirandose la punta de los zapatos, el estetoscópio  colgado al cuello una historia clínica y la cara de no saber como decir lo que tiene que decir.

Quemando los recuerdos

Viste una remera negra.
Gustito sobrio de pies de vereda en los pasos. Camina y sigue a su ritmo la despedida. No celebra el día ni el contento. Viste una remera oscura yendosé por la medianera de tu memoria. Tenías pocos años. Eras la vida que querías, la que perdiste. Bajaste una escalera repleta de enojo. La escalera y vos. Te acostumbraste a la costumbre de olvidarte del sol. Te dejaste el secreto en una remera vieja. Y ahora lagrimeas con ternura el olor a un trapo que te dejó el pasado, cuando el pasado se fue a buscar otra vida, otra mina y te dejó una remera con el olor al sudor que ni el fuego ni el tacho de basura logran borrar. Ese aroma te persigue. Viste una remera negra y el la viste en tu recuerdo que no se quema ni se descarta.

viernes, julio 23, 2010

Un descuido cualquiera

a V.L.Z

" Un instante cualquiera es mas profundo y diverso que el mar" JLB,1964.
"..si no estoy llorando ¿No ves como me la banco?" Abonizo, Mirta de regreso.


Es inevitable evitar lo evitable. Es ineludible eludirlo. Limarlo. Aspirarlo. Servirlo como en plato frío. Es imperioso inventarlo. Es fatigoso rehacerlo. Es invisible mirarlo. Es intrigante beberlo. Es lo que hemos sido. Cada uno. Lo que ha sido, evitando eludir lo que sirve, inventado y volviendo a hacer. Mirandolo a los ojos, bebiendo con intriga para entenderlo.
Es inevitable. A veces el pasado que pisaste con pies de gato te pisa a vos con pies de plomo, porque los pasos felinos los tenés ahora que no sabes, porque lo que creiste pasado te devuelve una sonrisa del otro lado del cariño (ahi donde creiste que no había nada) y te encontraste con rostros que te desvelan.
Y es ese pasado el que te bebe a vos mientras tratás de evitarlo. Tomador tomado. Pasado bebedor de presente indefinido. Te lima la bebida que te bebe como lima de lo dulce. Aparece con final de boca amarga cuando aspiras para tragar la primera lágrima. No te fatiga revivirlo. Te fatiga no revivirlo. Te lo inventás para que parezca que lo tomas de la mano y que ese pasado es hijo tuyo y lo llevas a jugar. Tiene forma de lo que has vivido. De lo que te han dicho. De lo que has sufrido. Se te sube a un columpio y a ese  niño o niña que te mira y que empujás en la hamaca, lo ves volver e irse con igual ímpetu, tal ímpetu que te voltea ese niño y te arroja hacia atras y te lo agarras para que no se caiga y te caés, con el, inevitable. Un descuido cualquiera te inclina al pasado inevitable.

miércoles, julio 21, 2010

Fuerzas

Una intemperie nos distancia. Porque entre lluvia y lluvia hay un reparo, que nos queda lejos. Desde la distancia un remolino de furia puede verse llegando desde el horizonte y con toda su fuerza deshoja el tinglado que  podría cobijarnos a todos. La intemperie es ahora eterna, pero ya no nos separa, porque no hay posibilidad de juntarse, salvo que la lluvia, deseosa de enfermarnos, nos mate a baldazos con la misma fuerza que se voló ese techo, que ahora con la misma fuerza, es parte de ese remolino y se lleva puestos nuestros sueños y algo mas. Esta fuerza que nos une tambien nos separa. Para vernos a la distancia y saber que estamos vivos, hace falta una lluvia que nos deshoje por completos y nos deje al reparo del reparo con el destino al acecho de las circunstancias. Fuerza. Es lo que necesitamos. Fuerza es lo que nos dan.

martes, julio 20, 2010

Los dos soles

Si fueras un sol, un sol real, uno de fuego, uno de nucleo de hierro, uno a millones años de años luz y a 18 minutos de mi, no podría acercarme. Me quemaría con solo imaginarlo. Por suerte no lo eres. Eres un sol ideal lejano y distantante pero que pese a la distancia o tal vez por ella, me mantengo atado a ti, y te extraño por la noche.

La espera 3

El diminuto oceano que surge de su ojo lloroso cuando escucha lo que le dicen sobre él mismo, sobre sus penas y sobre su vida, es un mar de nombres que ya no tienen rostro. No es agua con sal, aunque tenga sabor a eso. Es un oceano de seres que espera ser liberados de vez en cuando cuando los diques de la tristeza o de la alegría rebalsan y no sabe más donde contenerlo. Hay una llave de compuerta para tanto oceano de tiempo, pero solo es abierta en algunos tibios momentos, cuando ya no da más o cuando ya no le importa. Hace fuerza pero no le importa. No puede esperar, han intruducido la llave, han abierto la puerta, han dicho ese nombre. Ha llorado.

La espera 2

El gato negro junto a la parrilla que despedìa olores a carne asada relojeaba los manjares en forma de vientres y de achuras despanzurradas que despedìan chispazos al aire de tanta grasa que expelían. Se lamía la entrepierna miraba de rojo, jugaba con una hoja, entrecerraba un ojo, entrecerraba el otro y miraba al parrillero pidiendole quien sabe que delicia.
Omar, el hijo de nora se reìa desde el otro lado del patio, y si bien no podía ser visto por el gato negro, su risa le provocaba desconcierto, paraba sus orejas cada vez que el pequeño Omar largaba una carcajada. Sin embargo esa distracción no le provocaba dilema alguno a la hora de pispear como guardian de turno, las achuras que reposaban a la parrilla.
Entre idas y vueltas, Omar que iba y venía con una pelotita azul. Se fue de boca al piso, y ya la carcajada era com un llanto felino amplificado y distorsionado. Después del paff, el parrillero miró primero al gato, que no se había dado cuenta de nada porque se había cansado de esperar, y el gato negro estaba remoloneando con sigo mismo, la segunda mirada la echó el parrillero mas allá del patio donde yacía su hijo tumbado y Nora, corriendo atrás despuès de gritar y asustarlos mas a todos. Pero no al gato, que solo se asustaba por las carcajadas y no por los gritos de llanto y de desesperación. Ni bien el parrillero fue padre de nuevo, ty corrió al auxilio de su hijo. Entonces el terreno de las brasas había quedado libre y la espera habìa terminado, porque el gato tuvo todo el tiempo del mundo para saltar  y cual fakir gimnasta acróbata olímpico, hacerse de su achura predilecta, llevarsela puesta con la boca y saltar hacia el otro lado para nunca mas ser visto. Cuando el padre volvió a ser parrillero, notó que algo faltaba, pero no se acordó del gato, que a esa altura ya estaba a la espera de un descuido de padres de cualquier especie a la cuida de sus hijos.

La espera 1

Esperaba sentada detrás del umbral de la casita de sus padres. Se la veía cansada, despeinada y no se le asomaba ni una pizca de sonrisa por encima del rostro. Hacía su típico tic nerviosa de mirar hacia los costados a la búsqueda de eso que vendría, pero sabiendo que eso no vendría. Eso tiene nombre, claro. Nombre, apellido, Libreta Cívica, partida de nacimiento y fecha de vencimiento. Todo lo que tiene que tener lo tiene eso. No tiene partida de defunción, no por ahora. O al menos ella, que espera esa tarde hermosa, la tarde y ella sentada en el umbral de la casa de los padres, no lo sabe. Tal vez por eso espera con la dudad de que ella vendría a verla.

Las historias (Parte 1- recitado de la canción "El contador de historias")

"Las historias nacen solas, nadie hace y todos las cuentan, crecen al borde de los ríos, bajo la sombra de los arboles, por entre las antenas y las veredas. Entran sin gloria y con pena a ser parte de nuestras cosas. Brotan y brotan enteras. Mueren de viejas y añosas.
Y cuando ya  nadie las recuerda y casi nadie las hace propias, un desvelado las despierta, las envuelve en nuevas ropas y las hace crecer de un golpe, con las palabras en la boca." 

Sin titulo Numero 2

Tangente en la siesta no sabe el olvido si dormirse a si mismo o acunar lo que ha sido. Mas le vale acordarse de ser él quien festeje con sus manos el rito cobarde de acercarse a mi destino, o de lo contrario me veré obligado a dejarme llevar por la pausa triste de recordar lo que he querido y ya no quiero o lo que es peor. de olvidar lo que sido y he querido. Perpendicular al destino me espera lo que no viene, normal y anormal en la recta de esa vida que no es otra cosa que un eterno olvido tangencial a la memoria, de lo que queriamos ser, y nunca fuimos.

lunes, julio 19, 2010

Sin titulo Numero 1

Ceremonia de brazos abiertos. Ojos desnudos despiertos deseos. Retaguardia de agrias especias sudandose en los recodos. Brebaje de salivas viejas hermosas de vida ausente. Ritual de muchos. Vergüenza de tantos.

Perder o caer (Canción de tumba)

Silencios: son escencias de voces que se han ido.
No hay naturaleza en sus caminos si no nos dimos cuenta
Y antes de perder, ganarás confianza,
y previo a disolver, dibujaras calma.

Secretos: palidos recuerdos de lo que has sido
No hay ninguna historia que te los borre ahora.
Y antes de perder, seras elegancia,
no caerás de pie, sostendrás tu espalda.

Lejos de cavar, pozos en el cielo
te dejas caer y ves que te agarran
manos en los pies, sostendrás tu espalda.
Lejos de caer, estás aferrada
Y antes de caer, dibujarás calma.

Mas vale saltar que clavarte al agua
que nunca verás flotar en tu espalda.

Y antes de caer, dibujaste calma
soy el que la ve,
soy la que la nada,
soy el que cayó, antes de caer
soy secreto y sé,
que estás por caer.

Lenguaje desabrido

Un arroz insípido, separa la lengua del resto de los sentidos. No es una metáfora. Las metáforas sobreviven al hecho que las gesta y esta no. Es un plato el que enfrente de sus ojos, parece humear con desencanto y firmeza, y tenemos ganas de comerlo los dos con los ojos, pero no lo hacemos por cortesía.  La lengua siempre tiene la culpa. Siempre nos separa de los decires y de los sentidos. La lengua, siempre al borde del colapso, buscará ser libre de toda culpa y hurgará las texturas de los oidos de los otros. Se interrogará en silencio y se dará cuenta al fin de que lo sabroso, no sabe de si mismo. Necesita una lengua que lo hable lo escuche, lo mime, lo saboree y lo haga existente. Soy un arroz insípido, buscando una lengua. Soy una lengua muda buscando alimento para saber mas de mi.

Ida y vuelta.

Cómo llegó,
se fué.

Nunca había estado allí,
nunca podra irse.

domingo, julio 18, 2010

Sonido I

quema un sonido sincero
la cabeza.
Se ampara ante el sol de esperara desastres.

Espera y espera y se frustra.
Se asusta la hoguera y no encience.

Es aquella voz, la del grito, la que sacude.
 Y se consulta al oido el disfraz del olvido,
¡Que soy y que he sido¡ Que fui y que se yo.

Y en el vomito del sueño herido, despide un mensaie sin vida harto de la simpleza de un cuerpo ido
que lejos se ha ido, que se yo a donde. A buscar el sonido. Muerto.

Dia de rota vida

Oyó un ruido debajo de sus zapatos, esto tengo que escribirlo pensó en silencio. ¿Pero cómo? Como darse cuenta de que su zapato aplastaba que insecto. Como distinguir si era él mismo el aplastado por su propio pie, o tal vez por uno ajeno.
Al levantar la suela mirando con asco hacia abajo, alli estaba la criatura, desnucada, rota, barrida por la muchedumbre en un shopping, deshauciada por debajo del zapato, emitiendo sonidos deshidratados. Miró de golpe sus manos, y miró hacia arriba, y allá casi cerca del techo, estaba su propia cabeza enorme que se sonreía. Se veia ese bigote laqueado por la nicotina, esos lentes tristes de mirar fijo, esa calva manta calma de pelambre envejecida. Y ahi estaba el pisoteado por el destino que el mismo se impuso, a paso firme no se vió ni a el mismo revolotear por su vida.


Al rato se encontró en su computadora, en la falda garabateando ideas para escribir eso que se había propuesto escribir. Pero le costaba. No sabía por donde empezar. Tenia miedo de terminar escribiendo algo que ya haya sido escrito, y encima, que sea muy conocido. Se preguntó si eso sería posible. No se contestó, pero empezó a garabatear ideas, sin forma. Iba y venia, borraba. Deshacía. No puedo escribir sobre esto, pensó. Dejó algo en la pantalla, le puso un nombre a ese archivo lo guardó apagó todo y se fue a dormir.
El día de mañana lo esperaba en el hospital de insectos que se dejan ser aplastados por sus propios actos. 

sábado, julio 17, 2010

Edad y Sol

Hundido.
El.
Olvido

.
Ella.

Los días.

Sol





 Son dos. Los dias. Sol. El y ella, Sol. Dos.


Suelo y Sien.  Son dos dias, son. Sol dos días. Son. Son los dos. Sol de son. El y ella, son Sol.


Suelo el mar. Sol son dos. Son Sol Paz. Paz y son.  Sien sol Ser. Paz y Pez. Suelo ser, ella y el.


No siempre el demonio parece ser rojo como sol al sol.
A veces es un cuerpo hundido en brechas magras.
No es esclavo de los daños el cuerpo que te apaña,
pues no conoce el que te canta o el que miente.

No fui solo un cuerpo y ahora tampoco.
Suelo serlo al caer de voces. La cucharada despiada la sopa. La culpa bebida en rosada angustia,
Sol no quiero sol te quiero. Soy el cuerpo duermo lento. Ella mas que él, el mas que mañana, será un sol que te mime cuando te despiertes naufrago de un  cuerpo que te ha herido.




Hundido el olvido hay un sol, el y ella los dos, solos en el suelo. No lo saben. Se han herido. Son dos cuerpos que se pierden los días, de sol y edad.

Lista y pronta

Ajena ella distante en un recuerdo, es una seguidilla de escrituras sin rostro, es una especie numerada de objetos que nesecitan ser tenidos. Adquiridos. Unos ojos tristes, una boca fresca, unas manos ásperas, el silencio eterno, un pelo heroico, un aliento a miedo, unas piernas sobrias y algún gesto austero. Prefiere recurrir a un conflicto sin silencios para quedarse quieta y reirse de ella misma. Porque no conoce que alrededor suyo hay otras listas para ser completadas.  Recuerda otras listas, pasadas listas que quedaron ajenas. Prontas esperas que quedaron listas y cocinadas como un plato para devorar en soledad. Pero no se acuerda que en su soledad hay un elemento que falta. Ni se percata de que en su lista falta  la soledad. No es lo mismo, le dicen. No no es lo mismo. Hoy no la esperan. Nadie la espera. Ni si quiera ella se espera a si misma. Escribe un cuento de madrugada al cual no le puso nombre. Tal vez sea el último. No tiene nombre. Ella no tiene nombre. Su nombre falta en esa lista. No va a comprar nada. No va a cocinar nada. Solo va  a escribir hasta que se canse de ser ella la que siempre escribe lo que hay que hacer. Es una seguidilla de escrituras sin rostro. Es una descripción osada de lo que no pasa. A fin de cuentas la libartad no tiene precio, pero cuesta y no se paga. Tal vez por esa idea, la lista empieza con una palabra que comienza con la letra A. Tal vez por eso, la lista culmina con una voz que finiquita con la letra O. En el medio un abecedario de cosas sin rostro pero con nombre, que nunca serán compradas porque como la libertad no tienen precio. Azucar y Orégano. Amor y Odio. Pimienta y miedo. Libertad y limón.

Fisuras de sudar aspas.

Humedos dias sin trompear árboles de rio al otro lado. Lluvias que rezan pedazos de hojas que escribimos entre varios, y ahora son rotas por  uno. Entre las hojs hubo aspas sin giro ni viento que las levante. No hubo molinos para extraerle nada de nada a la tierra sorda. La fisura de una madera quebrada dio origen a la rotura de las aspas cluecas. Sudando hilos de dias, mojé heridas sin vuelta, ni ida. Porque al final no hay arbol que no haya sido hecho por el viento ni para beber agua, ni para extraerla de la tierra aun muerto, soplado por el mismo viento que lo parió. A veces somos molinos, las menos arboles, a veces estamos vivos a veces no. De todas maneras, seguimos cumpliendo el natural ciclo de vivir del aire y de beber el agua, porque a fin de cuenta es esa fisura extraña la que nos recuerda que no podemos alterarlo. Con o sin aspas, con o sin hojas, habiendo escrito, o habiendo girado. Habremos sido derribados por lo mismo que nos trae al mundo. El agua que cría, la que te hace, es en la que te pudrirás, tarde o temprano.
Humedos dias sin trompear arboles al otro lado del río. Madera podrida. Como la vida nuestra. Hermosa.

Rostro hondo

Sentencia en el rostro. Quizas se anude a otro paso de la voz que grita. O que susurra sin temer. A quien le dice algo. A quien se lo oculta. Se le retuerce un ojo y no mira allá mas que a donde nunca, y se olvida que te tiene, tal vez porque no te tiene. O porque no lo sabe. Tener en la palma de la mano, no es tener, sino agarrar. Tener es tambien deberse a lo que creés que posees. Paradoja. Le debes, no lo poseés. Si le debés, ¿Quién tiene a quien? En el rostro una mueca devela que te han herido. Hondo.  La tapás con una carita que no alcanza, con un gesto que se vuela. Quizas se anude a otro paso de la mirada que devuelve. O que se limita a a temer, de una vez y para siempre, todo deber. Sentencia en el rostro, el otro, de los que me escondo.

viernes, julio 16, 2010

Palabra a rajatabla

Desnuda la vida ante la vida. Sonrie la vida ante la vida. Simula la vida ante la vida. Hace la vida ante la vida. Descubre la herida ante la calma. Despierta lasciva la sorda agua. Transcurre de día la otra cara. Despide en silencio al cuerpo ausente. Deshace convenios con los que sienten. Anuda los ojos con tristes lentes. Simula vida y siente muerte.
Desnuda el arbol de cuerpo esbelto. Recinto de espesos ocres nuestros. Despues no hay otra mas que la tuya. La de los otros días, la lluvia. Transforma el secreto en reunión de soles, alumbran segundos sin desazones. Porque quizas antes que nada este cuerpo que ves irse tras el infinito mundos de recuerdos, no sea el de un muerto sino el de uno que se niega a vivir, que no es lo mismo. Si he de esperar que me lo digas. Si voy a esperar que me lo digas, me espera a mi el tiempo de la espera desnuda sin sonrisa, simulacro, sin acto. Me espera esperar decirme la palabra que odio para que me de cuenta de que lo que odio no es la palabra sino la madre de ella. Se muere el cuerpo de una madre si muere una palabra, se queda quietita como palpitando el pasado que no recuerda. Con los ojos de letras enormes y puntiagudas. Se muere sola sin que nadie la diga la nombre ni la sepa abrazar. Desnuda la palabra, guacha y todo se muere sin madre ni nido, ni arbol. No es un ave que enseña a volar porque no vuela. Ni nos deja volar a nosotros porque no la nombramos. Desnuda la palabra la vergüenza de decirla, la sonroja y se muere su padre también. No hay paternidad ni maternidad en palabras que se mueren antes de ser dichas. Desnuda la palabra ante la vida. Sonrie la palabra ante el acto. Actúa la palabra ante nosotros. Huerfana palabra sin rumbo que de a poco se queda con otro cuerpo, que no es suyo. Asi la nombramos. Asi la queremos. A la palabra, a rajatabla.

Antimundo perpetrado, regla de oro : corazón rancio.

Desde las colinas puras lejanas y nobles de lo que él, ella, ellos, todos nosotros siempre hemos querido, se ven unas luces, se han dejado de temblar las lejanías y se tornan de disfraces macabros las estrellas que invitan a dormirnos por la noche. Hemos encontrado un desvío de barro por entre una montaña y un arroyo, y aunque al a arruyo del yuyo sólo, no se pueda enemistar la apuesta, existen otras respuestas para tamaño asombro. No recorrimos los arrabales de la ciudad buscando hombres o mujeres para que nos diviertan, recorrimos las afueras de nuestro propio munod para desconocernos entre nosotros y darnos cuenta que no sabemos donde hemos estado, donde hemos sido, donde estamos, donde somos. Hemos encontrado un desvío y al barro que barre al sol, le hemos puesto cara de esperpento, porque aún somos niños que no se cansan de serlo y entienden de la poesía del amor lo mismo que de la vida de los otros, nada. Hemos encontrado a otros que como nosotros se niegan a crecer sin escribir en las pieles que estan vivos. Y dejarlas marcadas con la ternura que la revelación le añade al silencio. Hemos jugado en baldíos mas non balde en potreros corrimos tras balones eternos de manos ajadas. Nos hemos cansado de reirnos de nosotros y hemos llegado hasta aquí queriendo ser hombres y mujeres que juegan a ser hombres y mujeres, y desde las colinas puras lejanas y nobles de lo que él, ella, ellos, todos nosotros siempre hemos querido, es que nos vemos envejecer jugando a percibir en una cicatriz, la marca del terreno que nos camina. En ese desvío nítido al borde del barro, sin carteles que deparen mandatos, encotraremos malos ratos para descubrinos en silencio y hacer de la tierra las lágrimas que amamos, porque tras el río que ríe habrá un llanto que en llantas ralla las rayas que en el corazon nos quedan. En ese desvío se nos pudrirá el corazón, rancio como esponja de mar añeja, caduco como alga en la costa relegada. En ese desvío encontraremos nuestro mundo, ese antimundo que no nos querrá afuera, con el corazón rancio, la piel escrita, las manos embarradas, y con cara de niños que juegan a ser hombres.

miércoles, julio 14, 2010

Respetos propios, esputo ajeno

Bajó de un escupitajo de los aires como quien baja de un tobogán creyendo que llegaría al piso en un instante. Amaneció sin dudas acostado debajo de un amor con olor a cigarrillos negros y barba blanca. Lo abrazó para no caerse de espaldas al miedo y sin embargo cayó desnudo como vino al mundo. Se vistió de trompeta eléctrica, estridente en sorpresas. Sonó desafinado un poco y luego un mucho, y luego no sonó.
Escupió de bronca porque lo dejaron solo, y fue en busqueda de un abrazo macho que lo contega. Nadie sabe si busca un padre, o un respeto. Nadie sabe lo que nadie busca en un amor que no entiende. No hay moldes para edificios prefabricados. El amor no es una ciudad vacía, hermano. Es una ciuidad llena de los que escupen al cielo, abajo, afuera y adentro.
Cuando estuvo solo, supo que sería lo que querría. Un amor. Un cielo y un respeto. No escupas al cielo. El respeto no viene solo. ¿Porque tengo que ir a buscarlo? ¿Por que?

Una música sin música.

Hay una música para una noche callada. Un solsilencio un vasorima. Hay un ritmo para queda entonces, un asomo para cada espera, un ostinato avaro para cada resplandor. Tambien hay noches en las que no hay musica que se banque tanto silencio. Aquella música se sienta al piano con cara de perder mil trenes y retuerce teclas de marfil madera y estaño como si fueran plastilinas en sus desdos, y las notas de un color sincero se le van despedazando una a una mientras deja de escuchar lo toca y mientras ejecuta escucha lo que quiera tocar y lo imagina y entonces esa es la música que escucha la música. Ella sentada al piano, en una habitación del barrio de Boedo, teclea sola en la inmediatez del día que va a venir y que la espera senatada en silencio. La música que escucha la música es la que se imagina cuando se lo imagina a él, a ese él que la espera de dia en silencio, diciendole con los ojos que todo se ha terminado.
Ay, una música para una noche callada, es un simbronazo sin ruido para despertarse a tientas de la pesadillahorrible de la noche eterna.

martes, julio 13, 2010

Autofagia

Si hiciera un gramo de falta saber lo que se sabe y lo que no, necesitaríamos kilogramos de escombros de nosotros mismos para llevarnos a cuestas nuestras costumbres como se lleva Alicia en su bolso de mano sus petates para maquillarse. Luis devora un escon con la mirada mientras se lleva puesto un cordón en la calle y piensa en volver a ser lo que era. Pedazos de él. Miradas de ella. No hay una historia de desamor que no se parezca a otra. A fin de cuentas se trata de ser escombros a regañadientes y limitarse a cargarse a uno mismo por la calle como si estuvieramos seguros de que lo que llevamos es algo tan liviano y perceptible como un perfume o un maquillaje. Si le hiciera un gramo de falta saber lo que se sabe de el mismo, el denso perfume que lo baña y por lo que es recordado, sería un escombro mas que como escon devora y es devorado. ¿ Sera f{acil darse cuenta que la mejor forma de cargarse luego de estar roto y seguir camino para no caerse es comerse a si mismo? Eso si. Perfumado. Maquillada. Porque lo que se devora con la boca se estornuda con el olfato y se pinta con esos ojos

lunes, julio 12, 2010

LOS DOS

Azul despierto en la sangre.  Se diluye de tensión la alcoba púrpura. El cuerpo es una nave extraña. Con capitanes sin cabeza y marineros sin corazon. Naufragamos como supimos hacerlo, naufragamos en un simulacro para no quemarnos los ojos cuando la batalla realmente ocurra. Naufragamos tanto que nos creímos naufragos, y luego acostumbrados al mar adentro, desaparecimos de nuestra vistas. Ya no eramos los que partimos de ese puerto sin palos, eramos otros, los dos.

domingo, julio 11, 2010

Santi-Amén

De la contemplación al hartazgo en un solo tranco.



 De la búsqueda al desencuentro en dos santi-aménes.


Del letargo al olvido en una transición sin risa.


De querer todo a no querer nada en dos patadas


     De olvidarse a ser olvidada en un segundo.


 De quererse a ser querida en un principio, sólo la lejanía te hace mas pura, indeleble irreal. Solo el conflicto te hace mas humana mas viva, mas cuerda. La distancia te enloquece por irreal. La locura no siempre es el desamor de nosotras, a veces se rie de quien la mira como una ruta lejana que no llega.

Cuando el micro se detuvo, y  la madrugada y el desafío y el vacío de la novedad de la madrugada de escarchas y despoblado, y el cartel nombraba un destino de dos palabras. Entonces Olivia llegaba.

Y era humana,


Había dejado de serlo. La distancia asi lo hizo.


De tenerse a no tenerse en un acelere.
Es tal vez un cristal partido la vida que hay qye recoger de a trozos antes de que valgan ellos menos que nosotros. Porque nosotros rompemos cristales para saber cuanto valen, y después tenemos toda la vida para ver que haremos con ellos.

Su bolso, su amiga, un departamento vacío en el medio de la distancia. Asi lo quiso. Asi lo quiere. Asi.
 Que asi sea, entonces un Santi-Amén

Descielo

Desvío. Destierro de ruta llena.
Al costado del mar un río,
por encima tuyo, la pena.

No recorre el cielo el que lo encuentra sin buscarlo
ni se hace de demoras quien lo anhela sin tenerlo.
Te sacan de la tierra, como si te sacaran del cielo.

Desvío, destierro, descielo.
Al costado del mar hay un hombre
que nada a contra corriente.
Lo han hechado de la tierra
Y busca el cielo en el mar.
Anhela. Descielo

Leones

Ningún dios te insultaría en minúsculas. Las minúsculas gotas de sangre, diminutas palabras reptando tras el sermón, esperan ser dichas en cualquier lenguaje. Para cada piel hay un azote. Para cada vínculo un desmiembre. Por si dudás de tu carne, allá, allá, bien allá afuera hay tres razones para dejarla en el camino y que se pudra. Pero no dudes, haceme caso. No hay mas vos que tu carne que se lastima y siente lo que siente. No hay mas vos alla afuera que los leones que te comen, como dioses buscando castigar las pieles que lo han herido. No le creas, ese león te miente. Se come tu carne cruda porque cree que su dios tiene en contra a tu carne.

sábado, julio 10, 2010

El canto del grillo

Alrededor de la ronda circular en la que algunos de los nuestros vociferaban y cantaban sones a ritmos distintos cada uno entre ellos, pero todos al unísono en el sentimiento de sacar hacia afuera esas voces que calaban hondo, cantábamos canciones a guitarra pelada y corazon hervido. A metros de la ronda, ya fuera del resgurado del fuego que nos convocaba un grillo emitía sus sonidos monótonos en timbre pero rítmicamente impredecibles.

Al finalizar la canción, el grillo seguía pidiendo ser acompañado en su canto. La luna hervía lejana, en silencio. Y nosotros nos quedamos en absoluto silencio interior, devanando el fuego con la mirada y escuchando el susurro del grillo que nos disparaba hacia otros incendios, hacia otros fogones, hacia otras quemas, hacia otras vidas.
Al amancer, ya no eramos nosotros mismos los que nos mirabamos las caras en la luz del día. Eramos grillos que buscaban ser cantados en la noche. Bajo la luna, vociferando.

Del abrazo de los ojos, al ojazo de los brazos

Lanza un grito desnudo, sin vida, mientras se desploma en el adoquinado que reviste la calle. Todos alrededor miran ese cuerpo que, primero erguido, ahora se desploma como bolsa llena de papas en el piso. Y hace un ruido, como de piedra. Y los ojos detenidos de la noche no alcanzan a extenderle la mano porque en su busqueda solo han encontrado la sorpresa y la parálisis. Esos ojos son como esos brazos, la mirada de los brazos nos sirve para abrazar algunas cosas en determinados momentos, pero son inútiles en otros. El abrazo de los ojos carece de sentido, porque a fin de cuenta, se sienta o no se sienta abrazado por las miradas echadas, ese cuerpo se desploma lo mismo, y nadie lo agarra.

jueves, julio 08, 2010

Tres fracasos sin respirar

Ayer el día cálido de verano, ese que puedo recordar mas en la piel que en la memoria, parecía irse. Recuerdo los viajes en tren a cualquier lado, los fogones interminables y la renuncia de la vida. Pero ayer, ese día se fue. Terminó hace tiempo, claro, pero nunca se había ido del todo. Siempre volvía a vuelo de pájaro, ese dia, digo a recordarme que estaba vivo, pues si estaba vivo el recuerdo, estoy vivo yo. Pero ayer, ese día, digo, se fue. Y con el, yo.
Solo hay tres fracasos dignos de mención cuando ese día que a veces vuelve ya no lo hace mas. El primero, haber sido alguna vez ese dia que brillaba; el segundo, haber dejardo de serlo; y el tercero y último, seguir deseandolo cuando se sabe imposible.
Los tres fracasos al mismo tiempo. Pero se demoran en hacer presentes, se regodean con sus pezuñas y me miran de reojo desde esa taza de café, rabia de espuma vaporosa, mientras espero que el futuro llegue en forma de otra vida a esta vida que ha fracasado sin respirar.

miércoles, julio 07, 2010

El mapa, el territorio y el después que se halla en el medio.

Soy un territorio vacío, nulo. Eternamente nulo. No hay pisadas que marquen caminos, ni caminos que marquen fronteras, no hay arboledas que contengan amaneceres ni edificios grises y plateados que reflejen ambos ambar atardecederes. No hay después en ese territorio imposible de conocer.
El mapa fue labrado con espanto, con gula como dibujando la tierra imaginada antes que la visitada. A rayones se descubrieron las montañas, los cerros, y a tachones los paisajes urbanos, los rios y los caminos. Se garabatearon las fronteras donde no habìa mas remedio y entondes el territorio estuvo poblado de escombros de certidumbre. Después de esa montaña, ahora sé que me puebla un bosque, porque el mapa lo dice.
Si este territorio viejo, conoce al mapa que lo describe entonces, no hay después mas sobrio para el caminante que lo recorre que dejarse ser llevado por la magia de los senderos.
Cuando somos esos caminantes, somos también el territorio. Si un mapa nos describe, estamos fritos: ¿ que absurdo garabato nos delineará los andares?
Prefiero ser un territorio vacío, una terra incognita que vaya a ningun lado. Que un mapa certero al lugar de siempre. Después, habrá tiempo para aprender a cartografiarse las mañas uno mismo.

martes, julio 06, 2010

Retos de agua que se escapa al llorar la última de las inocencias

La inocencia es un reto oscuro. Destinado o destinada a fracasar, se viste de sombra rancia y se mece en cunas rígidas, para despues dormirse antes de que sea otro día. Cuando me incorporo, de espaldas al sol, con la piel marcada por el tiempo, la veo hermosa, radiante, con una piel similar a las que no han tocado nada. Una piel como de agua. La toco con las dos manos y no la toco con ninguna, porque no es como de agua la piel de esa inocencia, ni es niña ni niño ni llora en mis brazos, quiero abrazarla como si fuera la última vez que abrazara a mi padre, y no se si es del llanto pero del abrazo termino con el pecho mojado y es la inocencia que se ha ido, entre otras cosas, como agua entre las manos.

domingo, julio 04, 2010

Si se me ocurre

Si se me ocurre decir que la soledad no es un estado, sino una decisión, entonces será lejano el momento en que pueda entender que no decido en que estado me encuentro. Yo decido, tu decides, el decide. Como a regañadientes observo unas palomas pasando a traves de la cúpula. Se anidan, hacen sus ruidos, revolotean y se pelean. No están solas, se pelean. Un palomo herido dibuja de espaldas con su plimaje repleto de mugre una imagen en el cielo del edificio. Es una cúpula antigua que albergó miles de solitarios en busca de paz. Camino un par de pasos y el eco me recuerda que estoy ahi, te juro que ya lo había olvidado. Una sustancia blanca y negra con cossistencia de tempera y olor a amoníaco cual lava caliente me toca los pelos grises, cae por mi frente, se incrusta en mi anetojo, y me toca los labios.
- Mierda ! - digo.
Y la mierda retumba en esa soledad.

sábado, julio 03, 2010

Una forma fácil de dejar atrás el recuerdo

Mirar con ojos de destino, tomarlo con maños de niño, besarlo con boca de mujer, lamerlo con lengua de perro, acariciarlo con oidos de músico, acogotarlo con dientes de asesino, desvirgarlo con ansias enormes de que nunca vuelva a gritarte como te gritó, de placer o de lo que sea porque un recuerdo virgen es el peor de los suplicios para quien quiere meterse en la cama a olvidar lo que ha hecho.
Dije que es fácil. Miento. Hay recuerdos que no se destierran, se acumulan bajo las sábans o se hunden unas leguas bajo el cesped, pero persisten en la memoria tajante del quien los hace vivos. Los recuerdos, como los amores, se hacen y no se olvidan.

Herida de vida (Cancion de desamor)

Azul. Roto, un hilo sin vueltas es río en la sonrisa de ella. Descansa una mañana como muchas, muchacha pálida de voz tangente que imagino lejana mar adentro. Risueña eterna de pies de niña, adorada la sombra que te envenena.
Azul. Despierto, el olvido juega con nosotros, los viejos hombres. Palabra de honor, honor de la vida, la vida herida. Risueña de pecas sonrisa de hombre interior. Descalza repite y mdelira de fiebres y tose la muerte que se viene, delira y me llama por nombres que no puedo ser nunca. La imagino vieja y me imagino viejo. Y no quiero que ella sea vieja ni quiero ser yo ese viejo. La vida es una herida a punto de morirse. Los puntos del alma no tienen sutura, a esta altura, yo ya he perdido. Seré viejo. Pero sin ella, que se muere entre mis brazos. Herida de vida, después vendrán otras. Y esas otras, traerán mas vida herida.

Herida de yerba (Cancion de amor)

Los ojos llenos de sal, la vida que te pegás, la sonrisa de los viejos días. Quizás no quieras saber que atrás de todo está él, escupiendo lo que no te obliga. La cicatriz es mortal, el hombro quiere sangrar, escupe el valle y se olvida todo. Luchó amó y fue felíz;  rió, sangró y siguió al fin, mirando el mundo desde su herida.

Acarició los yuyos bravos, rojos sangre. Curó sangrantes hombres rojos y soldados. Miró una guerra ajena herido de vida. Aplicó su medicina en viejos casi muertos.

Una bala lo atrapó, cuchilla en mano mató, su sangre verde brota roja. El destinó lo olvidó, el viejo lobo del sol, quedo agarrado a su yerba rota. Aquel recuerdo voló como en un  trago de alcohol, llorando las penas sólas. Mañana será mejor, amargo el verde dolor, después de toda la yerba herida.

Acarició los yuyos bravos, rojos sangre. Curó sangrantes hombres rojos y soldados. Miró una guerra ajena herido de vida. Aplicó su medicina en viejos casi muertos.

Mañana será mejor, amargo el verde dolor, después de toda la yerba herida.

viernes, julio 02, 2010

La luz apagada

Una sospecha es algo invisible, pero no impalpable. Los dedos la acarician con sus yemas y la palpan en la oscuridad del silencio de no querer decirse a uno mismo que hay algo de lo que se sospecha. A veces esos dedos son propios, son nuestras propias manos las que en un lapso de inseguridad acuden al grito silente de no saber que tocar para saber si ahy algo alli dentro o si es todo una fantasía. Otras, esos dedos no son nuestros, la mejor de las veces somos tocados por yemas cuyas manos pertenecen a seres que reconocemos como parte de nuestra vida. Entonces dudamos, nos ponemos colorados, sudamos y tememos, pero estamos cuerdos y el temor que naufraga en esa sospechaes un temor que lejos de dañar, realimenta la constante búsqueda de la cordura. Pero a veces esos dedos son de seres que no conocemos, o peor aún. Pertenecen a manos de aquellas personas que no sabemos si en verdad existen. La sospecha de que exista una sospecha se transform,a en la sospecha de que existan esos dedos que papan en la oscuridad, porque no podemos ver a ese ser que imaginamos monstruo o quimera pero sin embargo le dejamos la sospecha abierta para que palpe nuestras fauces. La locura es cercana, al prender la luz se habrá desvanecido toda fantasía y toda sospecha. Me imagino que la oscuridad es la mejor de las costumbres para deshacerse de certezas que nos hacen desvanecer en la sospecha de que ya hemos nacido, pero de que todavía estamos muertos.