sábado, junio 26, 2010

Muerte I

El cuerpo sin vida. Imagen pura de un deshielo atroz, sonrió desde la nada. Desde la misma nada sonríe un cuerpo muerto, que no es lo mismo que un cadaver. La cara blanca resplandeciente de uno que recién acaba de dejar su óbolo al mismo Hermes y que recién ha naufragado como balsero del Hades. Me sonríe el cuerpo del otro lado del vidrio. Me sonríe a mi mismo que no tengo nada de que reirme. No: No soy un degollado. Aca el muerto no se ríe del degollado. Acá no hay un muerto, hay un cuerpo muerto. Leer estas palabras, las últimas que el me dijo que transcribiera, es entrar de a poco en su terreno, de a poco en su oscuridad que encandila. La palabra se queda quieta en ese rincón oscuro del silencio. Se queda fría helada, la palabra duele por eso hago silencio. Y si la palabra duele es porque hay un cuerpo que ya no quiere sentir nada. Nada. Yo no lo entiendo. Solo transmito de a poco y casi telegráficamente sus palabras. Las que el me dijo.
No lo enttiendo, pero las ganas de llorar me vienen igual. Me pregunto si abrazar a un muerto es abrazar a algo o a alguien. Pero repito. El no es un muerto. El es un cuerpo muerto, que no es lo mismo. Pero sonríe. Lo abrazo y sonríe. Me lo imagino. Tanto repetí estas palabras que me lo imagino. El, lo ha visto. Yo no. Yo no entiendo. Solo soy un escriba, el medio por el cual sus palabras van y vienen.
No lo entiendo. No entiendo nada pero repito, como un lorito, asi me acostumbro. El sabe de estas cosas. El quemacuerpos con los ojos tristes, mataganado y perdido con un destello de dedos calmos. El es la misma bestia que ahora, está muerta y mira tras del vidrio.
No. No es vitrina. No es un bestiario de sueños descangayados o un zoológico de almas en pena. Es la vieja y querida muerte que nos va matando de a poco a todos.
Si no queres que entre en tu vino, no sigas leyendo.
Ni te preocupes por mi.
Yo ya estoy muerto.

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