martes, febrero 19, 2013

Del verbo tener




Tengo que dispararle al silencio una bala de plata que valga la pena de todo su peso en este oro quemado que brilla en la noche.
Tengo que dispararle de pólvora humilde los huesos rotos.
Tengo que dispararle los días de barro,
Tengo que dispararle con senderos que huela a escalofríos, que remonten ideales, que se parezcan a los brazos que ya no tengo.
Tengo que cargar el peso de los cuerpos en un gatillo rancio.
Desoxidar los ayeres y hacerlos mediodía.
Tengo que abrir la recámara y renunciar a la palabra débil,
Tengo que dispararle al silencio una bala de plata que no valga mas que esto.
Tengo que dispararle a la palabra tiempo con lo que no tengo.
Tengo que cargar el peso de las armas que no las carga este diablo.
Tengo que cargar el vientre de esta madrugada y dejarla anochecer.
Tengo que ser la mano, el mango, el gatillo, la mira, la bala, el caño y la pólvora.
Tengo que dispararle al orgullo y ser el viento que ve pasar la carga,
un tren que viaje hacia mañana,
que no se detenga en estaciones
que no sepa de vagones,
que no sepa de caminos.

Que solo sepa que no hay bala sin viento, ni recorrido sin trayecto,
Que solo sepa que tengo que dispararle a los ojos
Para que me sople las palabras
que debo decirle,
antes de que ayer
sea la bala
        que ya ni
        tengo.

miércoles, febrero 13, 2013

Llamada


            Me voy a dormir soñando lágrimas. Me voy a hacer vino blanco de negro desteñido. Amarillo dulce en mis talones. Me voy a dormir con el aliento destemplado.
Esta casa es un sueño vacío. Esta carta fue un sueño despierto. Esta cama es un yo sin los días. Me voy a dormir de vino oscuro. De uvas muertas.
           
            Me voy a dormir sonriendo de lejos.
            Me voy a dormir sonriendo de cerca.
            Me voy a dormir sonriendo de acá.
            Sonriendo de allá.
Una copa de un vino que no existe. No es elixir si no moja las condenas. No es pócima si no alimenta las angustias. Una copa de un vino que no duela.

            Me voy a dormir soñando las gotas que dejan de caer por el vidrio,

            No estoy viendo llover, porque hay un sol amarillo de noche.

            No estoy viendo llover. No estoy viendo.

            Me voy a dormir soñando la espera.

            Me voy a dormir fingiendo la sonrisa.

Para que mañana al despertarme no haya ni parte del sueño que no haya sido en vano.


            Me voy a dormir soñando.

Hubo una vez que no tuve que soñar ninguna causa para este efecto.
Hubo una vez, había.

Hubo una vez en la que no tuve que soñar ninguna casa para este afecto.
Hubo una vez, había.


La libertad tiene a veces el olor a la lluvia. Cae sobre tu cabeza seca, antes de que te moje la tormenta. La libertad sin sol, es una tormenta que no avisa.


Hay que dormirla,

Hay que beberla bien sola para que sepa quien es el que la ha tomado por el cuerpo, y quien la ha dejado respirar sobre este cielo, que no se cansa de llorar.


            Hubo una vez que no tuve ninguna cosa para este defecto.
            Hubo una vez, hubo.

Hay que beberla bien fría para enfermarse de una vez por todas y no despertar más de este sueño que por tonto es pesadilla.

            Me voy a dormir soñando lágrimas. 
Una amistad que suena a escalofrío,
a hermandad intentendida, 
a llamada perdida.




martes, febrero 12, 2013

Dejala ir


           


             Si hay una libertad con olor a encierro,
No te guardes los pedazos de luz para otro día.

Porque de tu oscuridad vendrán los hijos a contarte tus miedos.
Y de tu abrazo saldrán tus flores con pétalos de tiempo.

            Si hay una libertad que huele a cuerpo,
No te gastes en perfumes rancios,
           
Para que el miedo tenga
Su escencia justa,
su voz alerta.

            Si hay una libertad con dolor a hombre
No te elijas por los aires,
Quizás tu nuca nunca sepa que de espaldas a vos,
habrá un tiempo que no espera.

            Si hay una libertad que sabe todo de vos,
dejala libre,
porque ya no es tuya.