martes, febrero 19, 2013

Del verbo tener




Tengo que dispararle al silencio una bala de plata que valga la pena de todo su peso en este oro quemado que brilla en la noche.
Tengo que dispararle de pólvora humilde los huesos rotos.
Tengo que dispararle los días de barro,
Tengo que dispararle con senderos que huela a escalofríos, que remonten ideales, que se parezcan a los brazos que ya no tengo.
Tengo que cargar el peso de los cuerpos en un gatillo rancio.
Desoxidar los ayeres y hacerlos mediodía.
Tengo que abrir la recámara y renunciar a la palabra débil,
Tengo que dispararle al silencio una bala de plata que no valga mas que esto.
Tengo que dispararle a la palabra tiempo con lo que no tengo.
Tengo que cargar el peso de las armas que no las carga este diablo.
Tengo que cargar el vientre de esta madrugada y dejarla anochecer.
Tengo que ser la mano, el mango, el gatillo, la mira, la bala, el caño y la pólvora.
Tengo que dispararle al orgullo y ser el viento que ve pasar la carga,
un tren que viaje hacia mañana,
que no se detenga en estaciones
que no sepa de vagones,
que no sepa de caminos.

Que solo sepa que no hay bala sin viento, ni recorrido sin trayecto,
Que solo sepa que tengo que dispararle a los ojos
Para que me sople las palabras
que debo decirle,
antes de que ayer
sea la bala
        que ya ni
        tengo.

No hay comentarios.: