Me voy a dormir soñando lágrimas. Me
voy a hacer vino blanco de negro desteñido. Amarillo dulce en mis talones. Me
voy a dormir con el aliento destemplado.
Esta
casa es un sueño vacío. Esta carta fue un sueño despierto. Esta cama es un yo
sin los días. Me voy a dormir de vino oscuro. De uvas muertas.
Me voy a dormir sonriendo de lejos.
Me voy a dormir sonriendo de cerca.
Me voy a dormir sonriendo de acá.
Sonriendo de allá.
Una
copa de un vino que no existe. No es elixir si no moja las condenas. No es
pócima si no alimenta las angustias. Una copa de un vino que no duela.
Me voy a dormir soñando las gotas
que dejan de caer por el vidrio,
No estoy viendo llover, porque hay
un sol amarillo de noche.
No estoy viendo llover. No estoy viendo.
Me voy a dormir soñando la espera.
Me voy a dormir fingiendo la
sonrisa.
Para
que mañana al despertarme no haya ni parte del sueño que no haya sido en vano.
Me voy a dormir soñando.
Hubo
una vez que no tuve que soñar ninguna causa para este efecto.
Hubo
una vez, había.
Hubo
una vez en la que no tuve que soñar ninguna casa para este afecto.
Hubo
una vez, había.
La
libertad tiene a veces el olor a la lluvia. Cae sobre tu cabeza seca, antes de
que te moje la tormenta. La libertad sin sol, es una tormenta que no avisa.
Hay que
dormirla,
Hay que
beberla bien sola para que sepa quien es el que la ha tomado por el cuerpo, y
quien la ha dejado respirar sobre este cielo, que no se cansa de llorar.
Hubo una vez que no tuve ninguna
cosa para este defecto.
Hubo una vez, hubo.
Hay que
beberla bien fría para enfermarse de una vez por todas y no despertar más de
este sueño que por tonto es pesadilla.
Me voy a dormir soñando lágrimas.
Una amistad que suena a escalofrío,
a hermandad intentendida,
a llamada
perdida.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario