jueves, febrero 10, 2011

martes, febrero 08, 2011

Las cortinas

Detrás de una cortina con olor a perro (sucio) ,se escondía ella los
martes a la tardecita, después de volver del trabajo, cuando el sol de
enero aún se le metí en las pupilas y cuando aquella casa, repleta de
libros, aún no era su casa. Llegado el caso, después de mirar por la
ventana hacia la calle, pasaba un rato con el rostro pegado a la
cortina. Ya no percibía el amargor entrándo por sus fosas nasales. Lo
que la llevaba a refugiarse en su escondite era mas poderoso que ese
olor.
Los martes, a esa hora de la tarde mas o menos, pasaba Braulio por la
casa. Tocaba la puerta, y sinó insistía por el timbre llegado el caso
de que nadien le respondiera, aplaudía, chiflaba, y vociferaba, en ese
orden. Eso sí, de la puerta no se iba. Alguien debìa abrirle, y la que
lo hacìa, era siempre mamà. Tardaba porque querìa acomodarse un poco,
ella tambi÷en llegaba de trabajar mas o menos por esa hora, venìa con
ese espantoso uniforme del trabajo, y llegaba tan desplomada que no
tenìa ni fuerzas para cambiarse. Ahora sì, al primer toctoc, ya estaba
cambiandose la camisa, y para cuando llegaban los chiflidos, él
peinado sabìa que no pod÷ia pasar de los gritos, porque Braulio se
irìa, entonces toda la labor quedabasinsentido. Al primer esbozo de
grito, Berta abrìa la puerta, y ahì estaba, sentadito, vestido de
traje y corbata, Braulio.

Pero la muchacha que, todo lo oìa desde el otro lado de la casa, no
querìa oir nada mas y por eso se refugiaba en la cortina.