viernes, diciembre 30, 2005

Una chica de muza



Levanto la vista. Ella duerme. Me pongo a escribir esto con la cabeza en blanco. Cualquier oportunidad perdida se transforma en tragedia, entonces prefiero ser inoportuno y no despertarla. Hace horas que duerme, ella que casi nunca puede dormir óla, que casi nunca apoya su cabeza en una almohada vacía. Todavía tiene humedo el pelo, pesado que cae sobre una de sus orejas, la que escucha los ruidos de la calle, y de mis dedos escribiendo rápido y agil sobre el teclado.Me pregunto si puede la musica de las palabras despertar a alguien de lo mas profundo de sus sueños. Bajo la vista, nada parece haber cambiado. sin embargo escucho (mientras hago una leve pausa en mi teclado) el sutil rozar de las sábanas contra la piel cansada, contra la ropa arrugada, contra la piel arrugada por la ropa arrugada, contra la ropa cansada por las sábanas cansadas.Se mueve un poco mas, una pierna, un brazo, tuerce la espalda, cuatro uñas de mano derecha arañan una region de jean, una parcela de piel, el brazo cae en peso muerto sobre el colchón.Se detiene, ya no hay roces, pero aún emergen ruidos de las sábanas. Levvanto la vista y ya no la veo. Son ahora sábanas nada más. Dejo de escribir, me distrae.Esos ruidos no son ni puntos ni comas ni onomatopeyas, no los puedo escribir, no son nada.
Miro alrededor, no veo nada, miro la página, nada.
Me voy a escribir a un bar- pienso-. Mi musa me distrae.

Beso la sábana.
Salgo por la puerta.
Me voy a pedir una muza chica -medito, bajando los escalones.



L:G: 2005