sábado, junio 26, 2010

Precipicio

Lanza hacia afuera con todas sus fuerzas aquella soga oscura que permitirá que Rubén se agarre fuerte de ella mientras el vèrtigo le perturba la visión. Escucha nombrar su nombre como si alguien lo llamara para despertarse, y se aferra tibiamente a la tela que se hunde entre sus manos, rugosa y húmeda y transpira el chico mientras da bocanadas entre los rayos de luz y tose y la soga entre sus manos es almohada y despierta, tiritando.

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