miércoles, julio 07, 2010

El mapa, el territorio y el después que se halla en el medio.

Soy un territorio vacío, nulo. Eternamente nulo. No hay pisadas que marquen caminos, ni caminos que marquen fronteras, no hay arboledas que contengan amaneceres ni edificios grises y plateados que reflejen ambos ambar atardecederes. No hay después en ese territorio imposible de conocer.
El mapa fue labrado con espanto, con gula como dibujando la tierra imaginada antes que la visitada. A rayones se descubrieron las montañas, los cerros, y a tachones los paisajes urbanos, los rios y los caminos. Se garabatearon las fronteras donde no habìa mas remedio y entondes el territorio estuvo poblado de escombros de certidumbre. Después de esa montaña, ahora sé que me puebla un bosque, porque el mapa lo dice.
Si este territorio viejo, conoce al mapa que lo describe entonces, no hay después mas sobrio para el caminante que lo recorre que dejarse ser llevado por la magia de los senderos.
Cuando somos esos caminantes, somos también el territorio. Si un mapa nos describe, estamos fritos: ¿ que absurdo garabato nos delineará los andares?
Prefiero ser un territorio vacío, una terra incognita que vaya a ningun lado. Que un mapa certero al lugar de siempre. Después, habrá tiempo para aprender a cartografiarse las mañas uno mismo.

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