sábado, julio 17, 2010

Lista y pronta

Ajena ella distante en un recuerdo, es una seguidilla de escrituras sin rostro, es una especie numerada de objetos que nesecitan ser tenidos. Adquiridos. Unos ojos tristes, una boca fresca, unas manos ásperas, el silencio eterno, un pelo heroico, un aliento a miedo, unas piernas sobrias y algún gesto austero. Prefiere recurrir a un conflicto sin silencios para quedarse quieta y reirse de ella misma. Porque no conoce que alrededor suyo hay otras listas para ser completadas.  Recuerda otras listas, pasadas listas que quedaron ajenas. Prontas esperas que quedaron listas y cocinadas como un plato para devorar en soledad. Pero no se acuerda que en su soledad hay un elemento que falta. Ni se percata de que en su lista falta  la soledad. No es lo mismo, le dicen. No no es lo mismo. Hoy no la esperan. Nadie la espera. Ni si quiera ella se espera a si misma. Escribe un cuento de madrugada al cual no le puso nombre. Tal vez sea el último. No tiene nombre. Ella no tiene nombre. Su nombre falta en esa lista. No va a comprar nada. No va a cocinar nada. Solo va  a escribir hasta que se canse de ser ella la que siempre escribe lo que hay que hacer. Es una seguidilla de escrituras sin rostro. Es una descripción osada de lo que no pasa. A fin de cuentas la libartad no tiene precio, pero cuesta y no se paga. Tal vez por esa idea, la lista empieza con una palabra que comienza con la letra A. Tal vez por eso, la lista culmina con una voz que finiquita con la letra O. En el medio un abecedario de cosas sin rostro pero con nombre, que nunca serán compradas porque como la libertad no tienen precio. Azucar y Orégano. Amor y Odio. Pimienta y miedo. Libertad y limón.

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