miércoles, julio 14, 2010

Respetos propios, esputo ajeno

Bajó de un escupitajo de los aires como quien baja de un tobogán creyendo que llegaría al piso en un instante. Amaneció sin dudas acostado debajo de un amor con olor a cigarrillos negros y barba blanca. Lo abrazó para no caerse de espaldas al miedo y sin embargo cayó desnudo como vino al mundo. Se vistió de trompeta eléctrica, estridente en sorpresas. Sonó desafinado un poco y luego un mucho, y luego no sonó.
Escupió de bronca porque lo dejaron solo, y fue en busqueda de un abrazo macho que lo contega. Nadie sabe si busca un padre, o un respeto. Nadie sabe lo que nadie busca en un amor que no entiende. No hay moldes para edificios prefabricados. El amor no es una ciudad vacía, hermano. Es una ciuidad llena de los que escupen al cielo, abajo, afuera y adentro.
Cuando estuvo solo, supo que sería lo que querría. Un amor. Un cielo y un respeto. No escupas al cielo. El respeto no viene solo. ¿Porque tengo que ir a buscarlo? ¿Por que?

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