Los ojos llenos de sal, la vida que te pegás, la sonrisa de los viejos días. Quizás no quieras saber que atrás de todo está él, escupiendo lo que no te obliga. La cicatriz es mortal, el hombro quiere sangrar, escupe el valle y se olvida todo. Luchó amó y fue felíz; rió, sangró y siguió al fin, mirando el mundo desde su herida.
Acarició los yuyos bravos, rojos sangre. Curó sangrantes hombres rojos y soldados. Miró una guerra ajena herido de vida. Aplicó su medicina en viejos casi muertos.
Una bala lo atrapó, cuchilla en mano mató, su sangre verde brota roja. El destinó lo olvidó, el viejo lobo del sol, quedo agarrado a su yerba rota. Aquel recuerdo voló como en un trago de alcohol, llorando las penas sólas. Mañana será mejor, amargo el verde dolor, después de toda la yerba herida.
Acarició los yuyos bravos, rojos sangre. Curó sangrantes hombres rojos y soldados. Miró una guerra ajena herido de vida. Aplicó su medicina en viejos casi muertos.
Mañana será mejor, amargo el verde dolor, después de toda la yerba herida.
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