sábado, julio 10, 2010
Del abrazo de los ojos, al ojazo de los brazos
Lanza un grito desnudo, sin vida, mientras se desploma en el adoquinado que reviste la calle. Todos alrededor miran ese cuerpo que, primero erguido, ahora se desploma como bolsa llena de papas en el piso. Y hace un ruido, como de piedra. Y los ojos detenidos de la noche no alcanzan a extenderle la mano porque en su busqueda solo han encontrado la sorpresa y la parálisis. Esos ojos son como esos brazos, la mirada de los brazos nos sirve para abrazar algunas cosas en determinados momentos, pero son inútiles en otros. El abrazo de los ojos carece de sentido, porque a fin de cuenta, se sienta o no se sienta abrazado por las miradas echadas, ese cuerpo se desploma lo mismo, y nadie lo agarra.
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