Desnuda la vida ante la vida. Sonrie la vida ante la vida. Simula la vida ante la vida. Hace la vida ante la vida. Descubre la herida ante la calma. Despierta lasciva la sorda agua. Transcurre de día la otra cara. Despide en silencio al cuerpo ausente. Deshace convenios con los que sienten. Anuda los ojos con tristes lentes. Simula vida y siente muerte.
Desnuda el arbol de cuerpo esbelto. Recinto de espesos ocres nuestros. Despues no hay otra mas que la tuya. La de los otros días, la lluvia. Transforma el secreto en reunión de soles, alumbran segundos sin desazones. Porque quizas antes que nada este cuerpo que ves irse tras el infinito mundos de recuerdos, no sea el de un muerto sino el de uno que se niega a vivir, que no es lo mismo. Si he de esperar que me lo digas. Si voy a esperar que me lo digas, me espera a mi el tiempo de la espera desnuda sin sonrisa, simulacro, sin acto. Me espera esperar decirme la palabra que odio para que me de cuenta de que lo que odio no es la palabra sino la madre de ella. Se muere el cuerpo de una madre si muere una palabra, se queda quietita como palpitando el pasado que no recuerda. Con los ojos de letras enormes y puntiagudas. Se muere sola sin que nadie la diga la nombre ni la sepa abrazar. Desnuda la palabra, guacha y todo se muere sin madre ni nido, ni arbol. No es un ave que enseña a volar porque no vuela. Ni nos deja volar a nosotros porque no la nombramos. Desnuda la palabra la vergüenza de decirla, la sonroja y se muere su padre también. No hay paternidad ni maternidad en palabras que se mueren antes de ser dichas. Desnuda la palabra ante la vida. Sonrie la palabra ante el acto. Actúa la palabra ante nosotros. Huerfana palabra sin rumbo que de a poco se queda con otro cuerpo, que no es suyo. Asi la nombramos. Asi la queremos. A la palabra, a rajatabla.
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