martes, julio 20, 2010

La espera 2

El gato negro junto a la parrilla que despedìa olores a carne asada relojeaba los manjares en forma de vientres y de achuras despanzurradas que despedìan chispazos al aire de tanta grasa que expelían. Se lamía la entrepierna miraba de rojo, jugaba con una hoja, entrecerraba un ojo, entrecerraba el otro y miraba al parrillero pidiendole quien sabe que delicia.
Omar, el hijo de nora se reìa desde el otro lado del patio, y si bien no podía ser visto por el gato negro, su risa le provocaba desconcierto, paraba sus orejas cada vez que el pequeño Omar largaba una carcajada. Sin embargo esa distracción no le provocaba dilema alguno a la hora de pispear como guardian de turno, las achuras que reposaban a la parrilla.
Entre idas y vueltas, Omar que iba y venía con una pelotita azul. Se fue de boca al piso, y ya la carcajada era com un llanto felino amplificado y distorsionado. Después del paff, el parrillero miró primero al gato, que no se había dado cuenta de nada porque se había cansado de esperar, y el gato negro estaba remoloneando con sigo mismo, la segunda mirada la echó el parrillero mas allá del patio donde yacía su hijo tumbado y Nora, corriendo atrás despuès de gritar y asustarlos mas a todos. Pero no al gato, que solo se asustaba por las carcajadas y no por los gritos de llanto y de desesperación. Ni bien el parrillero fue padre de nuevo, ty corrió al auxilio de su hijo. Entonces el terreno de las brasas había quedado libre y la espera habìa terminado, porque el gato tuvo todo el tiempo del mundo para saltar  y cual fakir gimnasta acróbata olímpico, hacerse de su achura predilecta, llevarsela puesta con la boca y saltar hacia el otro lado para nunca mas ser visto. Cuando el padre volvió a ser parrillero, notó que algo faltaba, pero no se acordó del gato, que a esa altura ya estaba a la espera de un descuido de padres de cualquier especie a la cuida de sus hijos.

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