quema un sonido sincero
la cabeza.
Se ampara ante el sol de esperara desastres.
Espera y espera y se frustra.
Se asusta la hoguera y no encience.
Es aquella voz, la del grito, la que sacude.
Y se consulta al oido el disfraz del olvido,
¡Que soy y que he sido¡ Que fui y que se yo.
Y en el vomito del sueño herido, despide un mensaie sin vida harto de la simpleza de un cuerpo ido
que lejos se ha ido, que se yo a donde. A buscar el sonido. Muerto.
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