jueves, septiembre 30, 2010
Deshoja y deshoja.
Deshoja un día nuevo. La pesadilla sin manija y la vuelta de tuerca. Lo deshoja con ganas de que se haga hojas. Y ojo, porque el día no es un arbol que se trepe, ni un arbusto que te cubra: el día es un tallo finito que alberga flores que al final del trayecto, cuando tus manos gastadas lleguen hasta ellas para comprobar que existen, estarán hechas marchitas trizas y no tendrás mas remedio que deshojar lo que queda del día, y ese tallo será la vara con la que medirás el tiempo que te queda hasta que la noche vuelva, como siempre, a buscarte.
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