miércoles, agosto 11, 2010

A-Ficción

Hasta que no lo vió llegar por esa puerta no supo si aún tendría el aspecto que guardaba en su memoria. Aquel actor de reparto de su infancia, que por las tardes lo entretenía desde la pantalla de Teleonce, era hoy un humano más entre todos los humanos. Hector Ricardo Sosa entró por esa puerta donde Magda esperaba con un cigarro en la boca, y así como pasó,  se dirigió directo al ascensor. Apretó el boton para que repentinamente las puertas automáticas se abran, y el desaparezca fugazmente de la vida de Magda, que esperó un rato más y se fue por donde vino. A su casa, a mirarlo por la tele, donde siempre podrá reconocerlo.

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