lunes, octubre 25, 2010

Ropero

Tres veces dijo un nombre en voz alta. Fuerte. No los gritó. Se la vio reirse, sóla. Como si imaginara que la estaban viendo a traves de esas puertas.  La dara arrugada vendría con el tiempo. Ahora era una tenue arruga su alma cuando vestía el pasado en forma de trajes. La dama antigua no es una leyenda.  Se despereza en un santiamén cuando piensa que para vestirse de presente debe usar los trajes modernos que se usan hoy.  Abre el armario, y el ropero guarda añejos trozos de la vida de otras. Esas otras que no se han ido del todo. Pues viven a dos pasos, abrir la puerta. Si fuera viejo tendría olor a naftalina. No tengo palabra para hablar de ese olor. Hay olor a locura en ese cuarto, y hay otra vida en el ropero.
Se calla la boca y hace silencio. Se da cuenta que está sola.

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