jueves, marzo 31, 2005

Relatos breves de madrugadas eternas

De a Ratos

De a ratos, solo de a ratos las sonrisas ajenas se aparecen como extraños,
De a ratos, solo de a ratos aquella libertad que abrazamos parece derramarse en un cuartucho que nos alberga, pero que no nos abriga, y mucho menos nos tiende la mano.


Algunos encuentros, algunos despertares, algunos amaneceres....
No solo suceden sino que brotan del recuerdo....
Algunos recorridos por senderos queridos, algunos caminos desencontrados, alguna imagen de desenfadado,
No solos suceden los inviernos ,los ventarrones y las jaulas,
Las sonrisas a veces desaparecen de nuestro rostro cansado, pero nunca se borran.. siempre estan en algun encuentro esperandonos para abrazarnos con su olor a felicidad. De a ratos parecen fusionarse con otros


Demonios Grises
Demonios grises de los que viven solos en sus casas propias, ajenos a la búsqueda del oro y las emancipaciones eruditas. La melancolía es un puntito detrás de la que bailan los ojos del llanto. Y se le nubla la vista al periodico tiempo cuando no acierta en el blanco errante de la memoria.


Me siento


Me siento, despacio, escucho unas voces, por alla, no importa donde...
Hago un breve silencio (de esos que enmudecen hasta las ruidos mas secretos), hay algunas cosas, alli afuera, algunas cosas que no entiendo... Algunos disfraces algunas palabras, alunos gestos, algunos fines que no entiendo. Sigo sentado aún pero ahora camino por sobre mi mirada, aun soy conciente de que algunas cosas suceden inexplicables.

Migajas

Las migajas de las costumbres se iban aturdiendo con cada esbozo de pasado que me atrevia a revolver. Las estadias erraticas en casas ajenas, repletas de rostros que no recuerdo. Los paseos kilométricos por los paredones de los silencios, las caminatas ausentes por los parques que nunca fueron demasiado mios. Una y otra vez anduve entretejiendo las fauces de la historia con recuerdos que no se evocan sino a ellos mismos. La soledad que castiga, se vislumbra de golpe entre el murmullo extraño de los que son felices. Sus gorros pequeños, moviéndose de aquí para allá. Sus voces seguras sus roncas palabras. Su griterío. La tarde que se niega a caer reparte tristezas varias sobre la placita austera. Poca gente queda ya en los alrededores. La poca que persiste en disfrutar está acompañada. El griterio se hace insoportable para un ser que como yo lo aturden hasta las migajas de lo que no recuerda.
Lentamente las personas de su alrededor se fueron dispersando, y la oscuridad le lamio la cara. Era ya de Noche. LA soledad era total ahora. ¿A quién iba a echrle la culpa si me encontraba tan solo?

Chucherias
chucherias/ uno es debil y eso se sabe, para que ir a buscar a la muerte si viene tan seguido?, para comprobar que huye si la amedrentamos con la busqueda?, para corroborar el infalible hecho que nos delata con la angustia de la soledad al no encontrar ni siquiera la muerte?.Uno es debil y eso se sabe.
No sera esa debilidad la que nos impregna de lucha al desvanecer al infinito por propositos desconocidos?. Uno es debil y la lucha por dejar de de serlo es lo que vale.y eso se sabe./chucherias

Nada
Nada le costaba acercarse donde todos estaban, nada le impedia a aquel sujeto extaraño ser parte de aqeul grupo. Nadie comprendia demasiado bien que lo motivaba a separarse y a quedar expuesto a tal incomprensión de una forma tan frágil. De todos modos, era el el que quedaba pegado a la imagen que daba, no resultaba nada sencillo seguir el juego sin dejar de ser parte de el. No se podria decir que temiera tal situacion; se lo veía distante; ajeno, pero seguro, y conforme. Podia verselo deambular por el recinto como un perfecto extraño al que le interesa poco y nada dejar de serlo. Andaba siempre con su vasito lleno de algo violeta, que parecia bastante rico. A eso de las doce aparecia en la casa sin que nadie lo llamara, sin que nadie le hiciese saber que queria verlo (aunque en realidad lo quisiera) . llegaba y se las arreglaba para no tener que tocar la puerta el mismo, por lo que generalmente se metia detrás de algun grupo de gente..
Poco se sabe acerca de su procedencia, solo se sabe que aparecio tiempo atrás enalguna reunion de las que hacemos a diario y cómo nadie se atrevio a echarlo; él se fue quedando, en los alrededores del grupo.


Un faro oculto


Un faro oculto. Tras las montañas verdes. El mar desierto de marineros sólidos, tenaces. Un faro ausente, que ilumina de a cachos desde el rincón del mundo que puede. Que le dejan,.. Que guia a seres que se pierden en si mismos. En los mares que ellos mismos llevan. Seres como todos que no se acostumbran demasiado a ser, pero tampoco se niegan a serlo. Necesitados de luces que nos ubiquen entre puntos, que nos digan donde esta la costa, donde se puede embarcar. Seres vagabundos, de tierras prometidas, que nadan por sus mares como si fueran ellos. Me pregunto por el farero?, que diminuta sustancia lo hará guiarme desde el interior de la nada, noche a noche, a cada presunto amarradero. Estará solo aquel hombre, barbudo quizá, en tan inmenso edificio??

Me dijeron que lo vieron, cierta noche Bajar de su torre. Vestido de azul, con la barrba gastada, con el pelo revuelto, con la mirada abierta. Se dirigia al valle gritando insultándose a si mismo, quizá. Tardo cierto tiempo en volver, mientras tanto la luz permanecia apagada. Seguramente estaba cansado de que no le hagan caso con sus señales, el hombre. Tal vez Nadie le entendía los códigos y andaba frustrado por ello. Según dijeron reaparecio como a la hora, se lo veia cansado y cargando cosas. Solitario como siempre.

Quién sabe que palabras

“Puente de fierro sobre el pajonal,
creciente como en el mar,
la bajante lo encontraba mirando,
y dele fumar”

El loco Antonio,
Alfredo Zitarrosa,


Alguna vez, algun dia, recordaré ciertas palabras antiguas, cuando cruce algun oxidado puente con mis pies cansados, polvorientas reliquias bajo mis pies, de sudores y de sueños. Recordare palabras sutiles, ceremonias tercas, arroyos sin creces, recordare las caras tibias de la gente tarde o temprano, al cruzar aquel puente.

Ha amanecido detrás de los arboles verdes del horizonte, un olor a rosal se replega de golpe en la esquina añorada, un silencio de zorzales matutinos desconfia de nuevo al inicio de la jornada. Una ilusion, aterradora, te anda mirando de lejos, desde el almacén, o desde la despensa de la otra cuadra, los ojos cansados de la matrona agudizan la hora, sin pensar siquiera en que la madrugada despunta vicios que la aurora tarde o temprano le otorga.

Iba caminando despacio el hombre de rostro parco, con su sombrero grisáceo y sus botas mansas, andaba con las manos sueltas como librándose de culpa extraña al pasar del viento. Canturreaba para sus adentros el hombre, con la idea fija de volverse canto. Miraba con recelo a cada parroquiano que salía de aquel boliche que aun estaba lejos. El trinar sutil de las ocho, le daban a la jornada un aire de los raros, Un jornalero cabrón sacude las ropas en la esquina lejana, y el silbido extenuado de los que cargan bolsas se abriga de su canto. Una vez mas miró la tierra, el hombre, con botas polvorientas con silencios en los ojos con ires de humildad, Camino confiado hasta el boliche, divisando en el horizonte aquel antiguo puente, que llevaba a quien sabe donde. De golpè se paro, y con el los chingolos alegres, y con ellos los alamos gastados, y con ellos se paro el mismo viento, la mismita brisa que acaricia la cara de la mañana. Miró fijo adelante, a donde continuaba el camino, a donde comenzaba el puente, miro el opaco metal que poco y nada brillaba ante el sol, miro su mano, humeda ya por el sudor de la mañana, miro una vez mas la tierra, y cerro los ojos.
Canturreo entonces el hombre de cara parca, alguna copla de adentro de esas que entiende el alma, Canturreo y miro contento, Cerrando los ojos pardos, canturreo al compas del viento, que acompañaba sus pasos.
No faltó tiempo para que se hiciera canto aquel hombre de cara parca, acodado en los mostradores de los boliches, sentado en los almacene silbando palabras mansas,
No falto tiempo para que su canto cruzara el puente, oxidado de tiempo, y cansado de pasos, y llegara a quien sabe donde, y recordando quien sabe que palabras.

La mirada azul


La mirada azul se tomó de la mano, se rió con las ganas que tienen las sombras de escaparse y asaltó el vacío con fuerza descomunal. Recorrió caminos impensados llegó hasta horizontes infinitos y acarició utopias que se le resbalaban entre las manos. Visitó lugares, rincones, escotes, viajó instantaneamente por todo el recinto riéndose mudamente de todo lo que a duras penas palpaba. Rebotó en las texturas extráñas de la incomprensión y de golpe se alojó sola en aquel juguete. Chilló unpoco el niño que jugaba al sentirse visitado tan punzantemente por aquella mirada colorinche. Pareció acostumbrarse, al rato se calló.

Ninguna mentira

Ninguna mentira era inútil en ese momento. Las cosas no estaban claras y de un instante a otro se transformarian, la nostalgia de la niñez reaparece en brotes de llanto. Aparece ante mi vista aquel mundo extraviado de la noche pude nunca pude conocer, el rostro de mi madre quejosa al escucharme preguntarle cosas, aparecen los temores de la adolescencia, cuando no sabia donde terminaría todo. Aparece el enojo de un mundo que no entendia, Aparece el encierro, aparecen las búsquedas frustradas de un entendemiento sincero. Vuelvo a ver cierto llanto cubrirme el rostro. Desaparecen los circunstanciales amigos que merodeaban mi vida. Las ideas de persecución eran cobardes imágenes que aparecian ante mi vista, necesitaba salir de aquel encierro extraño de aquella reclusión sin tiempo, que me obligaba a pensarme inutil. Decidí salir de aquella habitación oscura. Decidí salir de esa rutina aperiodica de no hacer mas que pensar en como pensar. Salí de allí. Encontré a Adela.

Luciano Galizia (2000-2001)

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