jueves, marzo 31, 2005

Blanco (1998)

(a la memoria de W.Kandinsky)
"...amarillo,
pincel cuchillo"
Rafael Alberti


Un silencio lo rodeaba ambiguamente, las punzantes peripecias del color emiten su ruidoso chirrido. Los verdes se alucinan como sombras no asumidas, y los rojos van limitandose al estrellato que los amarillos le otorgan. Retrocede un poco, aquel hombre absorto del color que tras el silencio se limita a disparar espíritus. El hombre entonces cierra sus ojos; busca con fuerza imágenes internas que apacigüen la desazón del color sin fondo.
Sin creerlo, o sin creerse, algo encuentra. Una serie de panfletos arrugados de antiguas elecciones del adentro, arrojados a las calles que no se transitran desde hace tiempo. Miles de papelitos de tamaño infinito. Arman y desarman formas impensadas en el medio de la calle; los colores despintan actitudes en remolinos de celulosa imaginaria. Las letras de los afiches se desintegran y vuelven a integrarse en lengujes punzantes que solo el ánima entiende
.
Involuntariamente, los ojos se le abren al confuso hombre y su vision es otra. Los colores rebozantes de aquella tela en la pared, le hablan en otro idioma. Y le cuentan misterios de los que nunca antes habia escuchado.
Ya algo mas contento el hombre víctima explora con su vista cada uno de los rincones de aquella tela que si bien es pequeña parece infinita por instantes. “Como nosotros..” piensa. “ Infinitos por instantes pequeños y pequeños por instantes infinitos ( que han dejado de ser instantes sólo por su extension) ”. La tela lo abriga entonces con respuestas, que si bien no se jactan de ser muy profundas, desconocen cualquier idea de profundidad, por lo cual persisten en respuestas que mientras sean coherentes, son aceptables.

La vista comienza a digerir infinitas dimensiones en un plano que ya no es tal y comienza a hacerse cargo de planos propios, que ya no son tales. El diálogo es entonces entre mundos de infinitas dimensiones cada uno, y cada dimensón que resurge de la otra, arma una nueva en el otro. La negación de tales cosas se van transformando en destrucciones sucesivas de las dimensiones creadas; al punto tal que no hay nada atractivo en aquel plano, pintarrajeado (por brochas y azares).
Algun mecanismo siniestro le deja aquel hombre quedarse frente a ese objeto y le permite plantearse una búsqueda y algún territorio, conocido o no.
El hombre parecia contento ahora con la dimensión a la cual había arribado; una dimension repleta de planos sinsentido y de colores esparcidos al azar y sin ninguna lógica que el pudiera ver, pero que sin embargo a él, lo dejaban contento.
Las ilusiones internas y los universos propios se potencian entonces en un abrir y cerrar de ojos. “Tanto para comprender un mensaje que no existe (al menos no como lo conocemos), tanto o mas es el esfuerzo que hacemos para descubrirnos a nosotros mismos”, piensa.
Contento, él continuaba visitando los rincones de aquel plano invisible, mientras los planos invisibles le convidaban de su olor a él mismo que continuaban deslumbrandose con la cantidad nueva de objetos que aparecían. Al desvestirse de prejuicios que lo hacian no ver nada más que lo que quería ver : “Un cuadro abstracto”.
Le interesaba seguir explorando telas, pero le aterrorizaba el hecho de salir de aquel plano, al que tanto le había costado entrar y tan alegre lo habia hecho. Temía, por sobre todo, no poder entrar en otra tela de la misma forma. En otras palabras, temia encontrarse con un hombrecito distinto en los sucesivos cuadros. Como si eso no fuera demasiado cierto, temía quedarse pegado a mirarse siempre de la misma forma.
Cerró los ojos nuevamente, camino unos pasos a su derecha y los volvio a abrir; temeroso hasta de su sombra, perseguido por cualquier imagen que allí apareciera, o por cualquier viaje que allí se planteara. Abrió uno a uno los infinitos pares de ojos, de los infinitos planos que el mundo anterior le habia formado y se deslumbró ante un plano inmensamente blanco. Blanco sin textura, Blanco sin brillos. Sin pinceladas sin ataduras, sin tela sin elementos, sin mensajes aplastados, sin nostalgias,sin locura. Un cuadro blanco. Tan lleno de blanco, que no lo dejaba explorar. Los infinitos cuadros de aquella galería, parecían para el nimio hombrecito, infinitos enigmas pararesolver. Infinitas ecuaciones en lenguajes dispares que se aprisionaban y gritaban desde distintos planos que convergían en su persona.

El blanco le disparaba silencios demasiado incompatibles como para ser inentendibles. Se le borroneaban sus universos, sus mundos, sus márgenes, en el blanco que nacía. Se
Desesperaba lentamente por no poder encontrarse en aquella forma que nacía. Bajó la vista entonces y huyó de aquel lugar sumergiendose nuevamente en el lugar de donde provenía sin entender demasiado lo que habitaba en sus colores. Sin trabajar demasiado tiempo más en los lenguajes que lo habitaban.

Luciano Galizia 2000

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