El griterío llegó a una cuadra de casa. Había niños que disimulaban una reunión en la vereda. Los juntaría las ganas de ser ellos mismos allí afuera. Desde las casas, algunos de los vecinos, miraban desde las ventanas esperando entender o esperando que se fueran. Cuando los ojos de los vecinos se quedaron pegados en otras ventanas vidriadas para mirar. Los niños, se habían esfumado. No sin antes dejar en la pared un berrinche o una frase o una declaración de principios con olor a aerosol, y chorreando al sol.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario