sábado, marzo 31, 2012

Casa Pintada II



Giró en derredor aquel hombre mediano. Vió que los taburetes de la sala esperaban que alguno se sentase. Todos se habían ido. Era la hora de la tarde en que los alumnos salían a fumar o emborracharse en la plaza. Sintió un vacío que se completaba con cuadritos en atriles o esculturitas en las mesas o dibujos en papeles. Tinteros medio secos, en vidrios se desperezaban por sentir el cuchillo clavado de una pluma de ganso, para que despues pueda la tinta negra y sangrante, desparramar líneas hacia otros horizontes, y construir la belleza de las caras y lo horrible de los cuerpos, ya muertos, de los estudios de anatomía, tan prohibidos. Tan oscuros, como la tinta que los dibuja. El vacío le dio la pista, y la ventana que llevaba a la plaza de una Florencia con olor a mujer y a aceite, le impregnó en sus retinas de artista una imagen imborrable.
El cuchillazo de la punta de la pluma clavó la calma del tintero. Rayones azabaches llenaron el vacío del papel amarillento. Lineas, puntos y contra frentes aparecieron de la nada. Hubo una geometría que respetar, la de la ciudad fugada. Hubo un infinito que retratar, hubo un vacío que llenar. Se había llenado el taller de pronto : aquella ciudad (con sus voces y todo) entraron por la ventana. Había redibujado el mundo, el hombre mediano. Había inventado la perspectiva. No hubo mas excusa en esa casa, él lo había visto todo.

No hay comentarios.: