martes, mayo 24, 2005

A veces parece cierto, eso que sueño, eso que se presenta como una manifestación de odio, hijo de los laberintos, edredones de rufianes, guardias a los costados del imperio, la piedra que bebe el agua de luna de noche fria de desierto muerto.
Otras veces, las menos. Todo parece no sólo no ser cierto, sino parecer ajeno, extrvagante, extraviado, de otra persona, de otra historia. Los laberintos son entonces ya no esas construcciones edilicias con fines lúdicos o carcelarios, o sádicos, o tributarios, o de sacrificio, sino las obsesiones mas puras por hacer de la piedra un cuerpo del desierto una sábana y de la luna el agua que se bebe a si misma, en otro cuerpo, que ya no es el mío, porque como dije, esas veces, las menos, eso que sueño me es ajeno.

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