jueves, mayo 12, 2005

Naufragio I

No vale la pena que describa. Que te cuente. Que te haga un detallado inventario de las cosas que tenés el rostro (o tras él) y que me agrandan. No hace falta que te relate los naufraugios como de Simbad cuando sueña que navega, cuando me parece que estoy cerca tuyo. No hace falta que me crea que te lo digo, porque justamente lo que te digo es que no hace falta decirlo. Si falta hiciera, probablemente callara, o le dejaría a la barca la invencion del mar, porque navegar vale la pena justamente cuando tu no lo sabes. Por eso quizás ni hace falta que te cuente de que se trata lo que sin dudas es lo que me hace escribirte esto. Una forma poco elegante para decir que no se que decir, una forma de tangente que es elíptica. Y no es la elipsis literaria la que me persigue ahora, porque de contar algo digo, pero no a vos. Por eso no vale la pena que te cuenta que tu rostro desaparece como un latido, cualquier inventario es ineficaz cuando intente decirte, que no se que decirte. Y como lo único que se me ocurren no pasa de las enumeraciones, las ficciones que se hacen elementos que puedo contar con mis dedos o con los tuyos. Como lo único que se me aparece para decir son cositas puntuales discretas, de tu belleza, me parece que no vale la pena.Quizas porque navegar no es lo mismo que naufragar, o quizas porque como para Simbad navegar es invención de la barca, naveguemos.¿Navegar que? No vale la pena que desciba.

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