jueves, mayo 12, 2005

Descanso

Es esa voz ajena la que descansa detrás de él, detrás mío. Voz de niño, de miedo. La que relata la historia, la que llora a veces, la que cuenta las cosas. La que decide que decir y que no, sobre esta y sobre otras historias. Historias de viajes, paisajes que ha visto, sueños que ha tenido, am,ores que ha perdido. Descansa como desacnasa él ahora en si silla, en su cama, en su alfombra, en su almohada, cubierto por las frazasdas que el invierno le obliga a usar y que su madre le compra. Por las noches el niño duerme y sueña, adivina cosas, piensa en mañana, en los juegos que tendrá mañana, en el día de mañana.Sortea la noche, rápido, como si no pasara, y vislumbra en el pasado parte del esceptisismo que lo perseguira cuando crezca, cuando se enamore, cuando pueda amar, cuando pueda hace del amor su amor. Cuando pueda hacer el amor. Por ahora solo piensa en mañana, que no es poco.Como toda adolescencia, dejar de creer es una de las crisis, dejar de creer, enfrentarse a la libertad, en ese barrio, creer era más que confiar, era proyectar. De eso se daría cuenta tarde ese niño, ni cuando le lleguen los aterdeceres a los ojos púberes ni con la urgencia del bello púbico entre las piernas. Se cuenta una tarde, cuando al volver de la escuela descubrío la maravilla, la palabra despojada del gesto el aromadespojado del gusto. La forma despojada del contenido, el accidente sin sustancia. La maravilla.

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