domingo, junio 05, 2005

Un color no nace

Si hay un color que no nace, entonces el tiempo ha detenido sus enormes paráfrasis del cuerpo sobre mi cara, y me ha dicho entre otras atrociddes mundanas que el acromatismo de los árboles que nacen en la vigilia desesperada se encantan con el canto solo de la sorda vuelta a mirar aquellos espejos solo como espejos y no como imagenes repetidas de mi mismo, años y años guardando cicatrices de la burla y los paisajes.
Si hay un color que no nace, la guitarra en su llanura y su ruido y su tinte y su color a aguas solas, sabe de lo que hablo cuando los dedos no caminan sino que reptan por el engaño de saberse inútil en una atonalidad que no entiende la costumbre de escuchar la repeticion en los espejos ni en las sinceridades que nuestros ojos nos ofrendan cada mañana. Luego de ver de nuevo un color distinto al de los sueños.
Si no nace él con su temible alforja de los ojos enlutados, ni su vuelo fantasmal del ansia. Si es que la mitad de los latidos florecen en un ruido de virtudes solas. Nosotros habremos dejado de mirar las estrellas con la misma burla que Prometeo a sus tripas o que la distancia a los astros. Se le caían los ojos y las fauces de las lineas de los pasados, cuando uno de los aromas cotidianos del vicio, le apesadumbraba la rutina con la tremenda huella de aquellas horas. Huellas de lo que hay en una jarra en el centro de una mar antigua. Huellas que con la perfidia sólida y geronte de la caminata por los años, dejan de mirar con los arroyos de cristal endebles y ahora regodean de ira un poco de las horas que pàsan solas. A solas color. Si hay un ruido, aparecerá un espia sólo sin los rencores pávidos de los ecos, o arrimará con las vivaces auroras los encantos del temor. Y dirá con sus estrellas en los deditos agotados de asustar estrofas, que la sola mirada al infinito basta para entretener los estrépitos o las inefables quietudes de los colores, cromos, cronos. Y al fin sera un dueño cansado de facetas solas la melodía que de colores nada sabe, pero que frecuenta las alcantarillas de las bocas mansas para dejarles algo de lo que nunca se piensa. De aquellos bares con forma de encaprichado voiture de pequeñas muertes, aparecerán los mitos con fantasmas y todos.

Hay ruidos para decir enojos y hay epifanías para pasar el rato. Y si la sinécdote de las formas a lo largo de los años no es mentira, aquella vida donde el color no se ríe ni con el martirio, ni con la letanía. Es una de esas mentiras que no conoce el misterio de la falacia ni de la estirpe a troche y moche, pues no hay encanto en un algo de esto que por todo sehace un poco, y no sabe de la verdad de que lo poco no detiene ni enmaraña, más bien se agarra de los ojos para alertar la pausa de una historia que si se repite, es por costumbre y no por intriga.

El todo de las lineas que se miran solas cuando se escucha o se piensa en un rio o en una manta que abriga al aire, no es un todo ficticio, no es una corazonada de el pulso que aparece entre la ritmica, no es nisiquieraun cuchillo que corta al aire con el soplido de una flauta. Es una de esas ideas recurrentes que se suman al pasado como solemnes cachitos de memoria que te pululan. Es una heterodoxa mezcolanza atroz de risas y grafito etéreo.

Lcg 2003

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