domingo, junio 26, 2005

traslado.

Ingenuidad de viento eterno sin demoras,
la que se percibe en una mirada de subte al paso.
Como una ráfaga de prisa de cosas vanas,
que ahora son las imprescindibles,
pero en la eternidad son la nada.

Ingenuidad de silencio en la parada de un bondi,
masticando del aire sólo el aire y nada más
en la espera onerosa que regala el tiempo,
que el silencio quita, que el traslado da.
En ese tiempo, la ingenuidad de un pensamiento
se hace hombre y bebe muerto, y roza la vida
En ese viaje sólo se ven esos rostros,
los que debilitan la historia, los que denotan el contraste
En ese viaje no demora la ira,
porque la ira es parte del pasaje,
sube a cuestas, no paga peaje
a cococha de un enojo padre.
Ni demora la espera, porque
esa ira de muerte no espera a nadie
Ni al que la hace ni al que la sufre
ni al que la comparte, ni el que la vomita
Ni del que sabe que cuedo termina
nace de la vida el disfraz,
y de la dicha la melodía,
que se silba en ventanilla de quejas,
que después el silencio hace rezongo
Ni demora el asiento, ni la sien pesada
ni la migraña austera, ni la moneda liviana,
ni la parada eterna a mitad del periplo,
de lo ingenuo.


Ingenuidad que no quiere que la despierten,
que se va a dormir en un sueño de sabanas oscuras,
que mira la tele entre sueños,
que devora la pasión perdida.
Ingenuidad de escuchar una radio que cuenta ajena
la historia que se vive de a ratos.
No soporto lo ingenuo de lo que creo vivo,
la magnolia sin aliento desperdigada e
jardines conongelados.
No soporto la ingenua voz de lo que
amo, no la levento ni la hago trizas,
por temor a hacer pedazos el estanque
donde sumergo dia a dia cada día
y lo dejo silencioso en el borde
del agua que no mancha con colores
en la pileta en la que lavos mi caras,
y en la que caigo víctima de un
sueño ingenuo que sumerge
tanto al día como a la noche descalza.
Repleta de goles en otras canchas
en potreros sin barro ni rezongos


Y es inutil pensar que el viaje termina cuando uno se baja
, cuando el pié empbarrado alcanza el piso,
cuando la mano deja la baranda,
y se desplaza el cuerpo hacia adelante,
de un salto se desbanda,
y no conozco la frase que reemplaza
inutilmente aquella última puteada.

3 comentarios:

Dra. Kleine dijo...

Y cuando el viento pasa simplemente deja ese vejo de lo que sucedió...
Bello.

Eva dijo...

Arrabal, que bonito en serio...te mando saludos.

Luc Arrabal dijo...

g.kleine: gracias por pasar y por escribir. Vuelve cuando quieras.
Media_verónica: Me alegro que halla gustado.gracias por los saludos y vuelve cuado quieras.

saludos desde baires.