jueves, septiembre 30, 2010
Deshoja y deshoja.
Deshoja un día nuevo. La pesadilla sin manija y la vuelta de tuerca. Lo deshoja con ganas de que se haga hojas. Y ojo, porque el día no es un arbol que se trepe, ni un arbusto que te cubra: el día es un tallo finito que alberga flores que al final del trayecto, cuando tus manos gastadas lleguen hasta ellas para comprobar que existen, estarán hechas marchitas trizas y no tendrás mas remedio que deshojar lo que queda del día, y ese tallo será la vara con la que medirás el tiempo que te queda hasta que la noche vuelva, como siempre, a buscarte.
jueves, septiembre 23, 2010
Diminutos diminutivos
Guardó en su valija de viaje varias cosas que usaría. El itinerario era incierto. El boleto decía de forma precisa donde la dejaría el colectivo que se tomaría en un rato. Lo incierto sería sentido que iban a tener algunas palabras ahora. Hay palabras pequeñas que engrandecen al nombre, dandole una vida que nunca hubieran tenido. Como si achicar el sustantivo, hacerlo diminuto, fuera cargarlo de humanidad. Un objeto dicho en diminutivo, es más humano, pensó. El bolsito le quedaba grande para guardar su humanidad esas vacaciones.
miércoles, septiembre 22, 2010
Órbita
En el amanecer y algún otro período del día en el cual, a veces el sol se esconde por temor a ser pescado infraganti, se despabilan algunos intentos por acercar la tierra a su órbita. En algunos de esos intentos, entre giros y giros, el tiempo se detiene y todo vuelve a ser como fue alguna vez. No es la oscuridad antes de amanecer la que impulsa los giros, sino la luz que enturbia el aire mientras miro la neblina a traves de una ventanilla que con rocío y todo, es translúcida como la noche.
domingo, septiembre 19, 2010
Siesta a la sombra
Luna de piedra entre dos macetas,
Siesta de sombras diminutas.
Pasea sola la vida cercana a si misma.
Riega los días con aguas de ojos.
Sabe que lo que sueña es lo que viene
Sabe que riega lo que se pudre.
Luna de piedra entre dos macetas,
marchita la niebla y ríe sin ver.
Sabe que lo que sueña no es lo que puede.
Sabe que niega lo que se quiere.
Siesta de sombras a su sombra diminuta.
Siesta a la sombra de la luna de piedra,
a la sombra de la vida.
Siesta de sombras diminutas.
Pasea sola la vida cercana a si misma.
Riega los días con aguas de ojos.
Sabe que lo que sueña es lo que viene
Sabe que riega lo que se pudre.
Luna de piedra entre dos macetas,
marchita la niebla y ríe sin ver.
Sabe que lo que sueña no es lo que puede.
Sabe que niega lo que se quiere.
Siesta de sombras a su sombra diminuta.
Siesta a la sombra de la luna de piedra,
a la sombra de la vida.
Tres-sientos-textos
Son trescientos los textos que publiqué acá desde que decidí tiempo atrás, abrir este blog. Gracias por la lectura silenciosa de todos y todas las que han pasado en estos años por aquí. El arrabal nunca deja de crecer.
La Ciudad Desnuda III
A veces los viajeros, en auto en moto o en micro, huyen despavoridos hacia nuevos horizontes con tal de no dejarse desvestir en penumbras por los frentes de los caseríos que los ven pasar mientras comprenden que una ciudad no es mas que una forma de habitar el tiempo. Y que mañana, aunque no viajen, se habrán ido de todos modos. Porque ninguna ciudad viste ropajes que alcancen a cubrir a los que la habitan. Los que la viajan, también son habitantes, y también se desnudan con ella.
Ciudad Desnuda II
Y es impredecible el recorrido que cualquier animal suelto hace para llegar hasta nosotros, desprenderse de sus ropas humanas, hacerse bestia y devorarnos en medio del viaje hacia cualquier otro rincon del tiempo que no sea nuestro. Los viajeros se quedan pensando si podrán o no desnudarse o dejarse desnudar por la ciudad que viene. Esa bestia que les comerá la carne dulcemente cuando se den cuenta, de que han llegado a un nuevo sitio.
Ciudad Desnuda I
Los techos de la ciudad que pasó, esa que dejamos hace unas horas atrás en el tiempo, quedaron diminutos barranca abajo en el camino. La carretera era un zigzagueante desliz de velocidad. Y nos preguntamos sin mirarnos, ni mirar aún lo que habíamos dejado, si alguna otra ciudad de nuestro itinerario tendría el mismo aroma a aquella ciudad desnuda.
miércoles, septiembre 15, 2010
Almacenes de retazos generales
Se desprende de una palabra a la otra y rima oraciones que fluyen. Sólo lo detiene el chistido, el sonido debil de un pensamiento que lo devuelve a la no palabra. Almacena pedacitos de telas de ropas que usó de niño. Las viste, lo visten como si fuera una coraza. No es un remiendo, no es un colage. Ese cuerpo que dice palabras almacena trajes para desvestirse siempre y cuando la coraza no lo detenga. Se desprende de una prenda a la otra y lo retrata un retazo de jean que lo cubre cuando una vez viejo, quiere ser de nuevo aquel joven. Sólo lo detiene el olvido ahora que puede darse el lujo de salir a la calle sin mas recuerdo que ese vestido que es su piel avejenteda, gastada y arrugada. No es una piel. Es un almacén de retazos hechos carne.
lunes, septiembre 13, 2010
Eco seco
"De un sueño lejano y bello,
soy peregrino"
A. Y., Piedra y camino, canción.
Arroyo seco y revelación. Diáspora de tierra. Pedregullo y ollín. Humo en el horizonte. Una mano inquieta juega en la lejanía, detrás de la mano el cuerpo que la comanda. Corazon de tripa y cancionero de niños. Vislumbramos unas melodías que llegan a nuestros oidos mientras caminamos, cada uno en su sendero mirando que la piedra no se haga camino y que el camino no obstruya el sendero. Nunca volvimos de ese viaje ni conocimos al niño que jugaba con su mano. A ese sendero lo siguieron otros. La tierra se hizo barro hasta que nuestra piel fue parte del paisaje. Ahora somos nosotros los que le silbamos al oído melodías a los viajantes. Los cantares del arroyo no son arrullos. Son ecos secos de los caminos caminados. De las diásporas del viento. Son ecos nuestros, los arroyos
martes, septiembre 07, 2010
Pelota de atrapos
Juega con la trompa sucia y tras el zapatazo con el empeine mordido, le rebota la bola mansa sobre la rodilla y después de picar entre el barro y la tierra, va a dar a las manos del pibe que asustado y con la fe de no creer que lo que tiene en la mano hace dos segundos estaba en aire, y con el corazón que le late bien fuerte, se arroja al piso embarrado y retiene el instante entre los dedos. Para que agarrar lo inasible, barroso, espeso y preciado dure al menos un poquito más
lunes, septiembre 06, 2010
Guardados
Cigarro al aire, una pitada se arma sobre su boca pálida. Agarra unos papeles que en su cartera guarda y los mira mientras camina. Hace un ruido bárbaro cada vez que pisa, sabe que pisa fuerte y el clap clap que no necesita mirar es el sonido de la confianza. No mira mas allá de los papeles que saca uno a uno de su cartera. Algunos son letra suya, otros no. Los revisa todos, como si buscara. Mientras camina, mira su futuro en papeles pasados. Escucha sus pasos pero no los ve, ni ve lo que pisa, ni escucha lo que lee, ni piensa lo que quiere, ni quiere lo que piensa, ni huele lo que al tacto se parece al dolor y es un cigarro. Despues de esa pitada, los papeles fueron a parar junto con la colilla aplastada a un cenicero. Esos papeles no merecen ser quemados. Guardados queman.
miércoles, septiembre 01, 2010
Misterios I
Aparecer tras la reja y mas allá el vidrio y quizás a través del ligustro es hoy como todo los días una aventura. Aquella casa guardó misterios que no puedo develar, pero que se aparecen a cada paso que doy cuando intento entrar. Una vez que me ido, de nuevo a la calle y allende la vida, entonces los misterios me piden permiso para entrar, hasta ahora no los dejo. Quizás la aventura sea dejar que me visiten.
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