viernes, agosto 26, 2005

Vendo mate (presto ventana sin reflejo)


Este mate no es mío, es prestado. Esto que tengo entre las manos, que miro de reojo, que le ofrece calor a la palma de mis recuerdos, no es mío. Me lo cebaron hace un rato, todavía no me lo han pedido. Es cierto, me conocen un poco y saben, saben muy bien (tan bien como sabe este mate) que me tomo mi tiempo. Que me lo tomo con tiempo, me tomo mi tiempo porque es lo único que es mío, el resto no. Ni calabaza, ni yerba ni palo ni bombilla ni termo tengo ni fuego ni nada ni pava, ni porongo. Cada tanto me parece que se olvidaron que en verdad no me pertenece, que se olvidaron de que lo tengo. Mientras se va lavando, me voy dando cuenta que no se olvidaron del mate sino que se olvidaron de mi. Y que lo que se lava no es la yerba sino la memoria, y lo que me tomo no es el agua con sabor a mate sino el tiempo con sabor amargo.

A veces se me rompen los ojos enfrente de la pantalla. De mirar letras mías y ajenas. Se me rompen hasta que me doy cuenta que ya venían rotos. Otras veces los cierro y se me rompen cerrados, como pasa cuando sueño, como si los párpados fueran los corchos de una botella a punto de estallar, con presión o sin presión, ebullición instantánea. Los cierro mientras escribo, y es casi lo mismo, estallan. Todavía no se si estallan porque lloran o si lloran porque estallan. Al rato los abro y el mate ya no existe, ya no está. No se si se lo han llevado, si lo han retirado, o si nunca estuvo. O si estuvo sólo en esta pantalla. No sé. A veces no se si las ventanas en las que que creo escribir corresponden a lo que ellas mismas me hacen creer que son. Alguien me presta su ventana por un rato y yo le presto una ventana similar del otro lado. Entre un espejo y esto hay sólo una diferencia, el reflejo. Lo que pasa es que estas ventanas que me prestan no reflejan, tan solo recrean reflejos que ya existen. Ya no me prestan orejas, ahora me prestan ventanas.

Luciano Galizia 2005

No hay comentarios.: