domingo, agosto 28, 2005

La isla: dando vueltas

Hace algún tiempo llegaron de viaje a la isla, de visita digamos, un par de amigos que hace mucho tempo que no venían aqui. Vivieron con nonsotros de manera intermitente, pero nunca fueron oriundos de acá. La vida en la isla ha seguido de maneras diversas para muchos. Sin embargo muchos de nosotros dejamos de escuchar algunos tonos de voz durante casi diez años.

No poder imaginar el rostro que tendrán cuando bajen de esa lancha, después de hacer el transbordo en el río Grande; ni poder figurarse las dos primeras palabras o sonidos que saldrán de sus bocas cuando una vez pisado el puerto, sus cuatro ojos se posen sobre la bahía y miren como todo ha cambiado. Este que narra está cansado de pensar que la vida cambia para un solo lado.

Está cansado de esperar que lo intermitente se haga constante, está cansado de que lo constante se haga agotador, y lo esporádico, silencio. En realidad prefiere sumergirse en el olvido mas impensado, para no necesitar atarse de un poste una noche de sábado en el Puerto Central y no moverse nunca. El que narra esto necesita más que nunca algunas excusas para darse cuenta que la soledad de la isla no es ilusoria. Así como al mirar el rostro cambiado de los que nos visitan no puedo reconocer mas que un par de facciones y se me escapa un "no cambiaste nada" o un "estás igualito"; al mirar alrededor no puedo reconocer que me voy quedando solo y que tengo la necesidad de decir que todo está igual.

No me quiero perder en frases que no me van a conducir a nada. Lo único que necesito es empezar a ver que realmente la isla se me está vaciando alrededor, una bomba de vacío que me chupa. No se cuantas veces necesito pensar en viajar de este lugar par mirarlo desde afuera. Pero la excusa es siempre crecer en el lugar donde uno nació. La isla no es ni mi casa ni mi cárcel.

Tres de la mañana. Viento afuera. Hubo tormenta hace un rato. Doy vueltas en la cama. Me transpran las manos. Pienso en salir a fumar un cigarro al jardín, pero me imagino la corriente de aire frío que entra por la bahia, y prefiero quedarme quieto, dando vueltas.

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