sábado, agosto 27, 2005

Las pelucas

La peluca de la nada

“El que te ama no te nombra,
corazón de luz y sombra…”
Jorge Fandermole

No tenés excusa- le sugirió ella. Ya no tenés más excusas. Después de todo, la única excusa que te viene bien es la que nunca cumplís. Al instante revolvió una vez más el café y sacó un álbum de fotos con imágenes de sus viajes a la provincia de Santa Cruz . Hurgó un rato, con la mirada fija en los paisajes, dando vuelta las hojas una a una, con la velocidad justa y el tiempo preciso como para que se le imprima en la boca una sonrisa, que persistía por un par de fotos. Miró fotos hasta que se le petrifico un segundo la cara y luego reaccionó. Se peinó como para disimular. Ya no tenés excusa, volvió a decir. ¿Qué le vas a decir? ¿La vas a llamar algún día?
En la foto se veían tres personas adentro de una carpa azul. Se les percibía el frío en la cara, sin embargo todavía se reían, todavía estaban contentos.
¿Es raro vernos sonrientes, no?, preguntó ella insistente. Acá habíamos vuelto del cerro ese que vos querías escalar y se nos había hecho de noche. ¿Nos cagamos de frío, te acordas? Ni se de que nos reíamos, pero la pasábamos bien. A veces me parece falso, como una foto que le pasó a otro. Como si no tuviera sentido que nos riéramos de nada. Pero se vé que en ese momento no nos dábamos cuenta, no sé. Se volvió a peinar, todavía tenía humedo el pelo negro. Se lo ató hacia atrás, haciendo un gesto con los labios, con sus brazos extendiéndose y doblándose para alcanzar las mechas de palo negro que se iban intrincando en la gomita de pelo que seguramente iba sacando, en una maniobra casi única, imaginando de memoria la forma de su cabellera, haciendo el gesto irrepresentable de girar los ojitos un poco y entrecerrarlos para imaginar mejor lo que pasa allá atras de su cabeza. Te queda muy lindo el pelo así, recogido, se te ve más la frente, se te notan más los ojos ¿No te lo dicen?, preguntó el. ¿Quién? Quién me lo va a decir? No se, piba, vos sabrás. Vos tenés quien te lo diga. El que me lo tiene que decir no me lo dice. A decir verdad, dice muy poco. Dice Hola, dice Chau. Más Chau que Hola. ¿Te diste cuenta que no sabés volver al pasado de la misma forma que volvés cuando charlás con una persona que hace siglos que no ves? ¿A vos no te pasa, negro?.
Así que el que te lo tiene que decir no te lo dice. Se rió espásticamente, volcando el vasito de agua casi vacío que acompañaba al café. Se rió mezcla de nervios y de pensar que el también era el que tenía que decir algo a alguien. Tocado por una frase rota. Desvalijado. Preso el negro de tener. Así que el que te lo tiene que decir no te lo dice... suena gracioso. Aclará, ¿Por qué "tiene" que decirlo, porqué es "él" el que tiene que decirlo y no otro u otra? Negro, no jodas, hará mucho que no nos vemos, pero nos conocemos, esas cosas no se explican. Yo quiero que me diga él y no otro. ¿Lo de los otros no cuenta, entonces? Todo es el, y la nada ehh? Que triste -remata el Negro mirando hacia abajo con el cuello torcido sobre la mesa y haciendo que no con la cabeza.
Cuesta acostumbrarse, contesta Lucía. ¿Al pelo? bromea el negro. Al pelo también, responde ella haciendosé la que no entiende el chiste. Viste como cuando te cortás el pelo que algunas mañanas te levantás y te querés peinar, y te das cuenta que no hay nada. Con él es lo mismo. Te levantás unas mañanas, lo querés abrazar y al rato te das cuenta que no hay nada para abrazar, el tipo está, ahí, pero corto, no lo podes peinar. Y más te pasa y más bronca, entonces más él se hace todo. Hay un momento en el que es todo él, pero despues una tiene que acostumbrarse. Igualito que el pelo.
Al negro se le cortó el chiste de un tijeretazo. Se dio cuenta que a él le pasa lo mismo. Que su ella, está bien lejos de ser su ella.
Lucía le pidó un segundo para ir al baño. Él la vio irse por el pasillito hasta que doblaba hacia el baño del bar de Lavalle.
No tenés mas excusa, negro. Se dijo, por lo bajo. Tendrás que llamarla. Pensó, mientras revolvía pasado corporizado en fotos de una vida, ya ajena, tan ajena como ella. Como una peluca.



Luciano Galizia 2005

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