jueves, mayo 31, 2012

Chin Chin

Tres copas de vino se duermen embebidas.
Las detienen de caerse, estrepitosas al piso y quebrarse en llantos, una mesa y tres manos.

Tres manos de vino se durmen embebidas
Las detienen de caerse, frágiles en baldosas y fracasar en heridas, cuatro patas y tres codos.

Tres codos de vino se apoyan enseguida.
Los sostiene de esconderse , doblados en abrazos y demorarse en flaquezas, esa luz y estos brazos.

Una luz devino y les iluminó los dientes. Chirriaron de brindis, los paladares.

Saborear lo oscuro no es brindar chocando vidrios.
Reirse a las copas no es cumplir deseos.

Tomarse las copas no es tomarse la mano
Chocarse los codos no es chocarse los labios
Brindar por la vida no es brindarla.

Hay que romper los mitos para que los dientes te brinden a la boca lo que los labios partidos de deseos 
no le dicen a las copas que por no tomar de las manos y no dejar que estallen, nunca habrán sido polvo de un vidrio que no has mordido.
Hay que romper los vidrios y brindarse en pedazos, 
para que no haya deseo que no quiera cumplirse,
una vez roto
quien lo contiene.

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