domingo, febrero 26, 2012

Sobre puentes fantasmas





"Pisamos descalzos esta certeza absoluta de puente y risa
de que te vas a meter en mi ombligo para inventarme prisas
vendrás a poblarme el cuerpo y a robar mi noche"
Eva, Ser Puentes,




             Caminabamos mirando las piedras molestas interrumpir nuestras pisadas. Un pedregullo de granitos y basaltos huérfanos desperdigados por entre la mata de pastos, coirones y otros yuyos. Mirabamos hacia abajo para no extraviarnos en las pisadas y para no dejar que la huella dejada por nuestras suelas o nuestros cuerpos, sigan su propio camino. No queríamos, ninguno de nosotros, extraviar nuestra propia huella. La planicie nos llevó a un claro, y luego a un río correntoso, grisáceo y rumoroso.
-Mirá el río- escuché. Ese río no está en el mapa a esta altura del camino, dijo.
            Efectivamente, nos  habíamos extraviado. El viento soplaba desde el oeste, y desde la la lejanía podía observarse la nublada y excelsa espina dorsal de América. Algo teníamos claro, tan lejos no nos habíamos ido.

           Los relatos de los baqueanos, y pobladores antiquisimos, retornan a la memoria en circunstancias del viaje en las que a veces sospecho de si no es el mismo camino el que las rememora junto con nosotros. Sin pretender burlar la historia con solo una intuición, recordé lo que viejos viajeros de aquellas montañas mencionaron alguna vez acerca del cruce del río Picheuta.  Un viejo puente del siglo XVIII, encorvado en medio punto, primitivo monolito como de la edad de piedra, rehecho de rocas redondeadas  y argamasa, endeble y medieval, se disponía de una orilla a la otra del correntoso río, que en los veranos de deshielo acusaba alturas y caudales propios de bajantes cordilleranas a velocidades que voltearían al mas caballo de los soldados. Ruta de paso obligado hacia el Anti, el puente fue alguna vez una solución para problema de muchos.He escuchado que el nombre del río, significa ombligo en alguna lengua. Hay quien ha dicho que el General Don José de San Martin utilizó esa construcción para cruzar con su ejercito. Cerca de ese puente ha ocurrido una batalla, cuyo nombre se lo ha dado ese río que el puente cruza. Otras versiones aseguran que el cruce de ese río por parte de las tropas del Libertador, fue realizada por un puente que estaría mas al norte, en un punto donde el terreno permitía asentar bien las maderas y sogas con las cuales dicha construccion fuera erguida.
           Ese puente de madera nunca fue encontrado. Si uno camina mucho mas rio arriba, es posible cruzar el río, pero son leguas y leguas y uno se aleja de su derrotero, y luego, para llegar nuevamente al camino deseado, debe descender, desandando el camino hecho hacia arriba, esta vez hacia abajo, esta vez si, desde la otra margen. Curiosamente, no faltan las anecdotas que mencionan que la utilización de estos nuevos puentes hizo que los viajeros hacia el Anti, llegaran más rápido, pero al desviar sus caminos evitaban los recorridos habituales. Entre estos recorridos era posible que los viajantes se encontraran con pobladores del lugar, intercambiaran mercancias, un saludo, costumbres, amistad, amoríos, noticias. Se dice que los habitantes originario de aquellos desolados pagos precordilleranos, a quienes las visitas amistosas les eran sumamente bienvenidas, se fueron aislando cada vez más, ya que los viajantes no utilizaban ya el recorrido antiguo, cambiando con su propio cambio de hábito, los hábitos de los que río arriba esperaban las noticias que nunca llegarían.

        Caminabamos charlando sobre este puente ya  inexistente, y embelezados en el discurrir del diálogo, sin saberlo, ya estabamos del otro lado. Habíamos cruzado, inconscientes del hábito qur dejamos de lado para lograr tal hazaña.

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