Buenos Aires 1850
- Me seguían, dijo, gritando. Unos hombres me seguían. Se lo digo. Usted me metió en esto.Yo no sabía nada hasta que usted empezó a decirme.
-Calmesé, hombre. Que se calme, aquí está seguro, cuentenós. Sientesé, tome agua, aquí tiene.
Le serví un vaso con agua recién sacada del pozo, al instante comenzó a hablar. Todavía la tierra estaba flotando sobre el agua; la polvareda levantada durante la corrida, todavía estaba flotando en el aire. Los faroles de las calles de la ciudad recién habían sido prendidos. Todavía se escuchaban la voz del farolero al otro lado de la plaza. El reloj de la torre daría ya las campanadas de las ocho. La oscuridad del atardecer daba paso libre a la imaginación por aquellas calles. Ya no se escuchaban los alegres ruidos de la feria desde la plaza, de este lado de la calle vivían herreros adonde sus talleres, algunos vendedores de feria.Los últimos en entrar de su paseo de la feria a su rancho fueron mis vecinos. Ellos, ellos venden en la feria. Trajeron mercadería para guardar.
Justo un rato después Marcos entró corriendo, desesperado.Esa noche nos contó a oscuras lo que había sucedido.
Ahora lo recuerdo bien. Me dijo que estaba en la feria en la plaza, comprando frutas. Preguntaba, curioso, por la procedencia de las frutas. Minutos antes le había parecido que unos hombres lo habían estado mirando demás; y lo seguían a pasos de distancia. Suficiente distancia como para escuchar bien lo que él hablaba.
¿Eso en que año había sido, recuerda?
No sería mucho mas allá de 1850, fue antes de la batalla(1). Marcos todavía vivía, y Marquitos moriría dias despues de la batalla, en el 52. Debería haber sido un invierno, porque hacía frío y se sentía. Ahora uno tiene gas, pero la leña de entonces a veces se acababa. Había que esperar que la trajeran del Chaco.
¿Entonces a Marcos no lo cuelgan? ¿Muere en la batalla ?
Unos dias después, por las heridas. Creo que el hubiera querido morirse ahi. Aguantó unos días el pobre. Igual, después de Cepeda, él ya no era el mismo.
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