jueves, mayo 27, 2010

Padece y cede el paso

Una palabra la dejó muda. Bastó una conjunción determinada y específica de letras que dichas por el timbre exacto, la pausa precisa y el timing adecuado, resonaran en sus oìdos como un abracadabra, un abretesésamo. Ni bien el dijo su nombre, se le prendió el espanto, se le apagaron los lentes, se le incendiaron los ojos, se le subieron los parpados, se destilaron sus oídos, y pasó un tren enorme de silen cio infinito, que la dejó en una estaciòn sin guarda ni chancho ni vías. 
Clara oyó, su nombre.
Dicho por ese hombre.
Y se quedó muda. 

lunes, mayo 17, 2010

Fueras

Fueras o no fueras, serías lo mismo sin serlo o siendoló. Porque si al fin de cuentas resulta cierto que afuera de eso no hay nada mas. Ni fuera chiste que siendo verso, ser parte de esto no es ser jamás. Si te fueras lejos, si no fueras nada, serías lo mismo que lo que serás. Fuera de tu vida, solo hay una herida, cierrala valija, y alla dentro está.

jueves, mayo 06, 2010

Casa III

 Al tercer día, justo antes de acostarse, Ernesto Lopez (un pibe divino de cinco años y medio entonces) escuchaba la radio con sus papas en living de la casita en una esquina del barrio de Flores. Al tercer día luegod el accidente, a Ernesto ya no le dolían las manos. Por suerte, para el, pudo quedarse con su papá, claudio a escuchar la audición.
Cuando Ernesto tuvo cerca de treinta, y por trabajo visitó esa casa. Ya fallecidos sus padres, hijo único. Abrió laperta, encenció la bombilla de luz, y la radio permanecia en el mueble de madera que su abuelo, ebanista había hecho, con sus propias manos.
Acaricio el mueble como quitandole un polvillo imaginario, y vio que su mano, con un dolor antiguo, perdía esas arrugas, y cobraba dimensiones irrisorias con respecto a su brazo, e incluso en cuanto a la radio, que casi por una reacción magnética, atrajo la maho hasta la perilla de encencido, grande y robusta y una luz ilumnó el recinto, ambar antigua. Y una sonido lego alos oídos. Ernesto volvio a escuchar, casi sin creerseló, la audición de tarzán.
Lopez cerró la puerta, dejó su infancia y no volvió mas a la casa de la vieja.
Las manos de Lopez, algunos dìas, cuando el recuerdo lo lleva a esa casa, se vuelven manos de niño, que duelen cuando crecen.

Casa II

-Si- lo dijo suspirando. Las cosas que te llevaste están en lo de los tíos. Llamalos si querés asi pasás.
Temblaba. El teléfono temblaba y ella temblaba. Su voz se quebró sin sentido y bajó por las ecaleras de su garganta.
La vieja casa de la calle Inclan, quedó vacía. Nadie se lo había dicho. Le retumbaba la voz del silencio en la oreja emperifiyada, arregladita para ver a su familia querida que ya no vivia ni en el barrio de Boedo, ni en ningún lugar de la tierra.
Por primera vez despues del exilio, se sintió sola. Sola en su casa. Habian pasado diez años. En un segundo.

Casa I

"..revolución es romper
los vidrios y que no haya
adentro ni afuera..."
Domino, en el disco Ahora.
Hernan, Poeta argentino.
(de fondo suena el piano de Leopoldo Limeres)

Si fuera a sorprenderme, seguro que necesitaría mas de dos segundos para que tu noticia me sorprendiera. Por no los necesito, ni necesito una hora, ni un dia, ni mil. Porque ya no me sorprende. No me sorprende que me digas eso que me decis. Ni me sorprende la cara que ponés ni me sorprende que te tome de sorpresa mi indiferencia.
Si fuera a sorprenderme neceitaría un poco mas que lo que llamamos tiempo o lo que consideramos espacio. Si las palabras que decis me llegaran hasta la viscera, no me quedaría otro remedio que vomitarte entre las pezuñas de zángano y decirte que te odio.
Para que las visceras se me empasten, tus palabras deberían salir de algo mas parecido a la carne que al cartón corrugado.
Si fuera a sorprenderme, creo que estaría hablando contigo ahora.
Pero estoy lejos. Mientras te tomás la última pastilla de la noche, me voy por la avenida con los tacos de punta, para hacer ruid y para que te acuerdes que me estoy llendo. Con una lágrima bajo el brazo, y una sonriza entre las medias, tranquila, a casa.


miércoles, mayo 05, 2010

Secretos en reunión

Son algunas virtudes las que la alejan de su pelo. Se despeina, lo desenrieda, lo cepilla, lo vuelve a atar y como por arte de magia, la mata de pelos rubios se encuantra en su mano como si una peluca cínica se deslizara por su antebrazo, como si volviera a ser simio entre los arboles, bajo las cavernas, peluda antes de salir al escenario de la vida. Levanta la vista y está espléndida. Peinada. Con flequillo y todo. Solo le falta salir por la puerta y buscar al amor de su vida, peluda.