El retorno de esa noche lo devolvía sobrio a un menjunje de sueños irrealizados, de lunas cortadas a cuchillo, de estrellas caídas a sus pies en simbronazos. Corría una brisa fresca en la ciudad del olvido y habìa tiempo para que el aire rebanara de a trozos las últimas palabras en su garganta.
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