En ese destierro hay un ojo, un tigre. Una mira y una escopeta. Hay un monte repleto de hojas secas. Hay un después para cada ahora, y un ahora para cada nunca. En ese destierro viven dos formas, dos vidas, dos muertes. Vive una que se desplaza lento por los pastos y espera al sol los días cálidos. Vive la otra que es rápida y se esconde a la sombra, en la humedad y en la noche.
Me pregunto si la prisión es parte de su naturaleza o si necesitan negarse para encontrarla. Me pregunto si ese destierro forma parte de la prisión o si es sólo una excusa para sentirse mas libres. En ese destierro hay alguien que sale de cacería. Escucho sus pasos, el gatillo, los disparos. No hay tigre que no muerda ahora que sale el sol, no hay lagarto que no ame la noche. No hay disparo que se banque el después, ahora que es nunca.
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