miércoles, septiembre 14, 2005

Calma nada, calma...




Nada me calma.
La calma no calma. La ira no me calma. La cama no calma.
No conozco la sensación, la presiento adentro de un vaso. Líquida y todo. La felicidad tiene olor a memoria. La memoria tampoco calma. Tomo la sensación de un brazo y la bebo de un sorbo y no calma. No es culpa de la sensación ser sentida. No es culpa del cielo ser azul. ¿La felicidad con olor a memoria? Olor a olvido, a hinchazón, a después con nadie. No es culpa de la calma que no viene. Es culpa del que la busca, del que la necesita. No es culpa de la ira si no se apaga, ni es culpa de la calma si no se prende. No vale apagar la puerta, o cerrar la luz, no vale conformarse, no vale acostumbrarse, no vale moverse, no vale correrse. Tampoco vale conocerse un poco mas para calmar a la calma. Clamarla. Vale la pena, si, la vale.
La calma vale la pena. Cuanta pena para una calma.
Cuanto vale una pena.
Cuanto vale la calma.

2 comentarios:

Eva dijo...

Creo que hay momentos que vale mucho..creeme lo que te digo...porque últimamente no hay calma que se meta en mis huesos a abrazarme un ratito

Luc Arrabal dijo...

hola media_veronica.
gracias por leer y comentar. No se bien si todo el tiempo la calma me vale algo, a veces se devalúa un poco con la pretensión de la calma como eufemismo de control. Quizás a veces confundo un poco la palabra calma con la parabra control, como si poseer la una fuera sinónimo de la otra.
un abrazo.