Vuelve a ser un viernes entre un día y su noche; un atardecer que no culmina o una mirada que se esconde.
Vuelve a ser un gigante sin tiempo el que tiene tiempo para darnos la palmada que nos empuja, hacia otro día, hacia otra historia.
Vuelve a ser uno el que le da cuerda al reloj de la vida para que se quede sin horas tanto desconcierto.
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