viernes, noviembre 26, 2004

Afortunadamente tengo la certeza de que esto lo lee nadie:
lo mira el vacío. Lo escucha el viento entre tanto bit azul.
Afortunadamente no sospecho hacia donde escribo.
Sospecho que escribo si es nadie me lee.

Afortunadamente estas letras tienen un dueño.No se leen: no se escuchan.

Su dueño es ese bicho grande, peludo y roto, sacrílego y marmota, con aliento a asco.
Que escucha mi risa que no escucho yo.

Que piensa las cosas que ya ni pienso:

que sacude con las muecas de la noche y se hace hombre, su dueño, su silencio.

Para todo nadie

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